¿Medio llena o medio vacía?
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La aparente paradoja léxica ha servido tradicionalmente para codificar una especie de símil semántico, sobre qué tengo o qué me falta. Ahora cobra significado de estafa, tal como descubrió un ciudadano que acudió a nuestra Redacción.
El rápido vertimiento de sus ajíes recién comprados en jaba propia, por parte del carretillero ambulante de nuestra ciudad de Cienfuegos, parecía acto malabárico; luego el poco peso en el nylon lo hizo sospechar, incrédulo revisó su adquisición, y era tan poca que arrancó de las manos del ambulante el recipiente medidor y encontró la trampa.
Adherido al clásico potecito de helado, otro más pequeño redujo la cantidad de la venta a la mitad. El aludido no se desconcertó y aunque la sentencia popular predice “al lechero no lo mataron por echar agua a la leche…”, decidió hablar.
Nos place una vez más alertar a la población sobre irregularidades que suceden cotidianamente en los espacios de expendio de alimentos, donde el pillaje se une a avatares cotidianos para la obtención de los indispensables productos.
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