Los ángeles de Charlie

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La teensploitation, fenómeno consistente en abotargar la masa encefálica del mayoritario espectador adolescente de los Estados Unidos con miles de metros de películas seudojuveniles que supuestamente cubren sus intereses, está desde hace buen rato haciendo mucho, demasiado daño en ese país, donde los jóvenes mandan en las taquillas y a ellos va dirigido fundamentalmente el mensaje de buena parte de la producción anual de las grandes casas productoras.

Los ángeles de Charlie (Charlie’s Angels, 2000), de un director con nombre de marca de zapato llamado McG, es una película especialmente diseñada para este segmento etario, la cual funciona como guisopo que recoge la grasa vieja de The Matrix, algunas comedias juveniles, los cómics y la serie original.

Cameron Díaz, Lucy Liu y Drew Barrymore son un trío de jovencitas cuya existencia se torna de película al ser entrenadas para formar parte de un comando élite de la policía.  Ellas, adiestradas, serán de todo: Mata-Haris, kungfuocas expertas, cibermaestras. Su función es acabar con el mal, y responden a la orden de un personaje desconocido nombrado Charlie.

Para demostrar que son jóvenes, como si hiciera falta, ellas tienen que permanecer riéndose todo el tiempo y con la cara de memas; eso hasta que haya que actuar, que entonces parecen leonas. Pero, hablando claro, asemejan más leonas virtuales que naturales, porque todo aquí es artificio tecnológico, afectación. El culmen de la estulticia, que es ¿para qué recordarlo? Los ángeles de Charlie, arroja falsedad de cabo a rabo. El entusiasmo de las protagonistas luce tan impostado como sus poses de artes marciales. Nada es creíble y resulta ridícula la clonación que se hace a los cables haladores de The Matrix, así como la galería de guiños referenciales que se emprenden cual ataque y no homenaje contra cintas e intérpretes del cine estadounidense.

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Julio Martínez Molina

Licenciado en Periodismo por la Universidad de La Habana. Periodista del diario 5 de Septiembre y crítico audiovisual. Miembro de la UPEC, la UNEAC, la FIPRESCI y la Asociación Cubana de la Crítica Cinematográfica

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