La presencia de Arquímedes Pous en la Historia del Teatro Popular Cubano

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Me habría gustado verlo en escena. Cuando su piel no era blanca sino negra, y su voz, sobre lo agudo, descubría un hablar silenciado en los grandes salones burgueses de la época. En resumen, cuando no era él, o quizás solo sobre el tablado era verdaderamente él, sino aquel negro pícaro y con tanta labia. 

Sobre su impronta, la bibliografía es absoluta. En Arquímedes Pous: el negrito por excelencia del teatro bufo cubano, se le describe y coincide esa descripción, con aquella que, sobre Pous, tiene otro teatrista cienfueguero, uno más reciente.  Como “un renovador auténtico del teatro popular cubano y alguien que aportó mucho al arte escénico a nivel nacional”, lo evoca Generoso González Rodríguez, director artístico de teatro y de espectáculos musicales, durante mucho tiempo director del Centro Dramático de Cienfuegos.

“De las cosas que me han pasado en la vida y por lo cual me siento un hombre dichoso, una es el privilegio de haber nacido al lado de la casa donde vivió toda su vida Arquímedes Pous, esa figura imprescindible del teatro cubano”, afirma Generoso.

En su infancia, ¿qué recuerdos tiene de Arquímedes?

“Entre mis recuerdos está, de chiquito, jugar con elementos de vestuario, de utilería, que usaba Arquímedes en el teatro. Su casa de la calle de Velazco, siempre atesoró cajones con el material que usaba para la puesta en escena.

“Desde que yo era un niño, fue una persona muy reconocida por mí y casi venerado. Arquímedes nació en esa casa de la calle de Velazco, que fue renovada por él cuando ganó bastante dinero haciendo teatro; una casa en magníficas condiciones que espero que algún día sea museo del teatro cienfueguero”.

La familia siempre es importante, muchas veces decisiva. En el caso de Arquímedes, ¿Qué ocurrió?

“Su padre, comerciante con una economía próspera, no quiso ni pensó que su hijo pudiera ser artista; él deseaba para su hijo un futuro seguro y él fue quien inclinó a Arquímedes a ser estudiante de Medicina. Arquímedes comenzó la carrera, pero no era algo que le interesara. Marchó a La Habana a estudiar Medicina, pero ya había incursionado como aficionado en el teatro aquí en Cienfuegos y continuó en La Habana”.

¿Recuerda cómo llegó Arquímedes Pous al personaje del negrito?

“En un concurso donde se evaluaron una serie de nombres que hacían este personaje, Arquímedes ocupó el primer lugar. Inclusive por delante de actores como Alberto Garrido, padre, que tenía una larga trayectoria en el teatro haciendo el negrito.

“En una ocasión se encontró con Garrido y le dijo que, aunque él había ganado ese premio, consideraba que él, Garrido, había sido su mejor maestro en el arte del bufo”.

Aunque trascendió sobre todo como actor, también escribió para el teatro. ¿Cuáles obras destacaría usted, por la calidad?

“Arquímedes no solamente se destacó como actor, sino que fue un dramaturgo del teatro popular cubano muy reconocido. Concibió obras que tuvieron un resonante éxito como El submarino cubano, El Tabaquero, La Canción del Mendigo, e hizo algo que era inusitado en aquella época: una especie de serie de cinco piezas con el personaje de Papá Montero”.

“Él escribió esas obras y las llevó a escena porque, además, era director escénico y tenía una gran imaginación para el movimiento y la maquinaria teatral.

“En las memorias de Enrique Arredondo, se puede leer que él (Arquímedes) causaba asombro en los espectadores por las cosas que lograba con la maquinaria teatral primitiva de aquella época. Eran obras que, prácticamente, tenían mucho que ver con el movimiento de cine más que de teatro”.

¿Qué distinguió al negrito de Arquímedes de otras representaciones?

“El teatro bufo cubano viene de España, tiene que ver con el teatro popular español, pero Arquímedes estuvo muy influenciado por la comedia musical norteamericana. Si vemos por fotos lo que hacía, tiene mucho que ver con el teatro musical de Estados Unidos. Entonces, era una fusión del teatro bufo que nos legaron los españoles con el teatro estadounidense del Music Hall”.

“Él logró una renovación del teatro bufo por esas razones. Se dice que fue el actor que con más respeto trabajó el personaje del negrito. El personaje de Arquímedes no era un negrito marginal; se dice que fue él quien vistió de etiqueta al negro del teatro cubano.

“Utilizaba mucho el baile, elementos coreográficos. Junto con Arquímedes se desarrollaron muchos actores de aquella época. Tenemos el caso de Conchita Llauradó como mulata; Luz Gil, que fue la mexicana del teatro Alhambra, la vemos en La Bella del Alhambra. La mexicana Luz Gil abandonó el teatro Alhambra porque Arquímedes le propuso hacer carrera con él. Ella dejó de trabajar de gran estrella que era del ‘Alhambra’ para trabajar con Arquímedes haciendo la mulata, sobre todo en el teatro Payret, en La Habana.

Arquímedes Pous se convirtió en un actor muy demandado por los empresarios teatrales del momento. Ese éxito, ¿lo mantuvo alejado de Cienfuegos?

“Aquí en Cienfuegos se hacían temporadas de invierno, de Navidad, y en el teatro Luisa nunca dejó de participar. Siempre estuvo vinculado a su ciudad natal, aun cuando hizo giras a otras provincias del país; trabajó en La Habana, pero también fue reclamado en otros países en América Latina, Centroamérica, el Caribe”.

Ya vemos que fue en Puerto Rico donde él murió. ¿Recuerda ese momento trágico?

“Murió en escena. Él estaba en un teatro importante de la ciudad de Mayagüez cuando se sintió muy mal y, bueno, dicen que cayó al piso durante un ensayo, víctima de una peritonitis. No hubo salvación para su vida.

“Desgraciadamente, lo perdimos muy joven. Cienfuegos le ha rendido homenaje. Recuerdo que hasta la década del ’80 del siglo pasado, aquí anualmente se celebraba, en mayo, en el teatro Terry una temporada pequeña con Papá Montero. Después esto languideció y no se han hecho otros homenajes a Arquímedes como creo que merece él”.

Arquímedes Pous murió a los 35 años de edad. Un busto, que alguna vez estuvo en el Parque Martí y ahora engalana el teatro Tomás Terry, perpetúa la figura del actor. Generoso opina que la ciudad necesita un monumento aún mayor.

El 18 de mayo, el artista cumpliría 130 años. Muchos más tiene la casa de la calle de Velazco, hoy solo hogar de la memoria y los recuerdos, los del actor y los del niño Generoso. Ese lugar que es, sin serlo institucionalmente, símbolo y rincón de la historia del teatro popular cubano.

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