El Faro: tres olores, tres contiendas

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De las pulpas y conservas que hoy reciben los cienfuegueros, las de tomate, mango y guayaba son elaboradas en la fábrica de conservas El Faro, sita en la antigua industria de leche Los Camilitos. Allí un laborioso colectivo encamina sus empeños a cumplir los planes productivos, pese a la obsolescencia de su maquinaria.

Bien lo sabe el mecánico Reynaldo Armenteros Pérez, uno de los innovadores que hace maravillas de las viejas calderas y facilita el ajetreo en esta mini-industria, donde la cálida atmósfera transpira tesón.

En pleno proceso constatamos la labor del primer turno de trabajo, asesorado por la tecnóloga Mariela Pérez Segrero, pues el control de la calidad de los productos es vital en el objeto social de la entidad. “Estudié la especialidad en la escuela ‘Ejército Rebelde’, en La Habana, me gradué en 1985, laboré en otros centros, pero llevo aquí 25 años, mi perfil en la Tecnología de alimentos es frutas y vegetales, por eso disfruto lo que hago, me gusta mi trabajo”.

Asiste el ardiente trajín de los obreros elaboradores de la pulpa caliente, un grupo sella las latas con estaño, toda una ardua faena, en pos de garantizar la inocuidad de los alimentos. La laboriosidad sitúa a estos trabajadores entre los más destacados del sector alimentario cienfueguero.

En la oficina del administrador Pedro Abreu González hay un diploma de “Hombre de pueblo”, quizás su condición de delegado de base en los órganos del Poder Popular facilite la comunicación y liderazgo de colectivo. “Cuento con estabilidad de la fuerza laboral, el más nuevo soy yo que comencé hace cinco años, todos llevan más de diez. Mis impresiones sobre los trabajadores son buenas, en 2015, por ejemplo, cumplimos al 162 por ciento el plan, fue un récord.

“El actual 2016 comenzó con una reparación capital por parte de Alastor, hicieron un meritorio trabajo con enmiendas en calderas y renovación de tuberías, también mejoraron los carbones de amianto, las rocas, los filtros, mayas de mezcla, las uniones, eso fue ahora a principios de este año, pero todavía tienen contrato abierto”.

Luego de esas labores y a pesar de que la situación climatológica afectó el cultivo del tomate, pudieron iniciar la zafra de ese producto, con un pico de cosecha procedente del municipio cienfueguero Santa Isabel de las Lajas. “Así cumplimos nuestro objeto social de abastecer de puré las instituciones hospitalarias y centros educacionales, además de comercializar en la red minorista, también elaboramos productos derivados como salsa caribeña y capsut”, explicó Pedro Abreu.

Y aunque no hacen pasta de tomate por la falta del concentrador, tratan de estabilizar el resto de sus producciones; mientras, el mercado muestra una variedad de conservas procedentes de Ceballos, Ciego de Ávila. Pero una interrogante asiste a cada encuentro: ¿hay posibilidades de abaratar las que ustedes hacen? “Sí, el tema es ajustar bien los precios de compra de la materia prima, en el mecanismo actual estamos con cuantías de primera calidad y eso no se cumple en la realidad de la vida”.

En el principal emplazamiento productor conservero de La Perla predomina la disciplina y entrega, así lo demuestra la permanencia laboral, indicador de sentido de pertenencia, no importa la antigüedad de las máquinas de más de medio siglo, la parte humana es garante de eficiencia.

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Dagmara Barbieri López

Periodista. Máster en Ciencias de la Comunicación.

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