Cuando las brujas salgan: Isora

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Isora Morales es una actriz sin escenario determinado. Anda y vuelve andar con los personajes metidos en la cabeza. Y se quiere liberar, pero no puede. Ellos la encarcelan, la enmudecen, la estrujan y la adormecen cuando la ciudad apaga las luces.

Eso sí, nunca la dejan volverse mala. Nunca le esconden la sonrisa del rostro o la obligan a interpretar un acto donde su humildad sea dañada. Isora Morales anda con los personajes metidos en la cabeza…, ya salieron algunos. Ya sus brujas habitan en un libro, en su primer libro, que no es por mucho lo mismo.

Las brujas merengueras, editado por la editorial Mecenas de Cienfuegos, está destinado a los adolescentes específicamente, ello guarda relación con el tiempo que estuviste ligada a proyectos comunitarios en la zona donde debió construirse la Central Electronuclear (CEN)…

“Estuve 22 años en la Casa de la Cultura de la Ciudad Nuclear, y por supuesto, que eso ha sido fundamental para mí como escritora. Empecé en 1992, un momento de crisis muy fuerte, y entonces tuve la posibilidad de hacer muchas cosas y de las que nunca faltaron fueron las peñas literarias. El libro es la CEN, es el espíritu de los niños y los jóvenes del lugar, los cuales no tienen parecido a aquellos otros jóvenes llegados para la construcción de la llamada obra del siglo XX. Su mirada se torna diferente, ellos repiensan el entorno, la vida…”.

La CEN resulta escenario recurrente en la narrativa cienfueguera, no pocos escritores se nutren de ella para contar historias. Ahí está Atilio Caballero, Marcial Gala, por citar algunos ejemplos más consagrados. ¿Por qué acuden a sus brazos si todos la ven desecha?

“Ese sitio es particular, diferente en Cuba. Muy cosmopolita, no solo porque habitan personas oriundas de diversas regiones del país, sino de Europa. Cada una de esas personas llegaron allí a construir un sueño y luego se trasformó en el sitio de lo inconcluso, y de algún modo eso ofrece materia prima para narrar. Es una ciudad fantasma, con todas sus letras. Muchas de esas personas se han ido, y otras deben trasladarse a disímiles lugares para trabajar. La desesperanza y la frustración han hecho nido en ese sitio concebido para todo lo contrario. Esas características la hacen atrayente.

“Marcial Gala creó un movimiento literario muy fuerte en la zona, sus peñas literarias permitieron que muchos escritores de allí publicarán por primera vez. En el caso mío Las brujas merengueras irrumpen en ese paisaje de grises edificios con el ánimo de hechizar a la ciudad y de jugar con habitantes a través de una receta que han creado con un embrujo único…”.

Te gusta el teatro, la pintura, el cine…, pero leer es pasión. ¿Cuánto aporta ese “vicio” a la escritora?

“Leer es algo que me desconecta del dolor, de los problemas… me pongo a leer y todo lo demás queda afuera. Sabía que debía escribir, pero lo dejaba para después. Quería leer y leer. Lo que me hizo decidirme fue la CEN, entre nosotras existe una fuerte comunión. La amo y la odio al mismo tiempo. Empecé a escribir a los 47 años, quizás un poco tarde, sin embargo, ahora tengo más tranquilidad.

“A veces, las personas no se detienen a mirar el mar, el Escambray o el cruce de la bahía. Yo quisiera que volviera esa magia…”.

Eso que decías no ocurre en un lugar determinado, sino a nivel global. En Cuba varios estudios apuntan a una disminución del hábito de la lectura, del hábito de consumir la danza, el teatro… La vida tan agitada en la contemporaneidad obliga a darles la espalda a las manifestaciones del arte y, también, está el impacto de la tecnología.

“En los espacios públicos, en las instituciones culturales, en las galerías… las personas pueden recibir mucho y dar también. Cuando todos esos saberes se unen, entonces llegamos al saber supremo.

“Yo viajo todos los días en barco de la CEN a Cienfuegos y las personas van idiotizadas con sus celulares o tables. Ni se miran, ni nos miramos. A veces llevó hasta tres libros para ofrecerle al que está al lado mío.

“Si los padres no leen en la casa qué difícil será para los hijos llegar a la literatura. No siempre se comprende bien lo importante que es la cultura en la vida del ser humano. Y como no tienen esa prioridad se refugian en lo material, no es malo tener varios zapatos de marca, pero ello no puede ser el centro de la vida”.

Un día leí algo así como que los escritores necesitan de la locura…

“La creación resulta tan absolutamente mágica que locomparo con una sola cosa: parir. ¿Por qué si es algo que uno quiere tanto tiene que doler tanto? Esa analogía me sirve para entender o explicar un proceso tan difícil. El escritor debe detenerse a mirar las cosas especiales de la vida… A mí la creación me da insomnio. Me acuesto y me levanto con los personajes en la cabeza y lo mismo pierdo los huevos en la bodega que me cortan la electricidad. Yo me llamo a la reflexión, pero me enredo tanto con lo que escribo… Hay una locura bella y que uno debe controlar.

La ventana de Carlitos, El Castillo de Isobel, La ciudad de grises edificios…, son algunos de los textos ya terminados. Ahora empecé otra novela titulada La ciudad Fantasma y en ella vuelve la CEN. Marico, la protagonista, es una niña que quiere saber lo que ocurre dentro del reactor. Piensa que hay zombis (…) Y todo vuelve a empezar, los personajes me persiguen, me persiguen…”.

Las brujas de Isora Morales ya salieron, retozan en su primer libro. Nadie duda que otros personajes de esos que anidan en su cabeza también aparezcan cualquier día de estos.

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Zulariam Pérez Martí

Periodista graduada en la Universidad Marta Abreu de Las Villas.

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