Calixto García Íñiguez: tres guerras por amor a Cuba

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“No necesita encomio nuestro el general García. Lleva su historia en su frente herida. El que sabe desdeñar su vida, sabrá siempre honrarla”. Con tal juicio describía José Martí elmérito de un insigne patriota cubano: Calixto García Íñiguez. Nacido en Holguín el 4 de agosto de 1839, tuvo el privilegio de contarse entre los pocos generales que participaron  en cada una de las gestas desatadas enCuba a lo largo del camino hacia la emancipación antillana del colonialismo español.

Al iniciarse la revolución encabezada por Carlos Manuel de Céspedes el 10 de octubre de 1868, Calixto García se incorporó a la lucha bajo las órdenes de Donato Mármol, jefe de la conspiración en Jiguaní, poblado adónde se había trasladado.

Bajo ese mando y el de otros próceres como Máximo Gómez y Modesto Díaz recibió su formación militar que, unida a un innato talento para liderar, lo convirtióa poco en uno de los oficiales más relevantes de las filas del Ejercito Libertador.

Descolló en importantes campañas, alcanzó el grado de general y en varias ocasiones actuó como segundo al mando de Gómez. Brillo en los ataques a Holguín, Guisa y Manzanillo entre 1871 y 1873, además de otros combates donde las fuerzas españolas conocieron del empuje de su tropa. En tales acciones, demostró sus dones como jefe militar y estratega, merecedores del elogio de sus superiores.

Cuando en 1873 la Cámara de Representantes determinó la destitución de Céspedes como presidente de la República en Armas, Calixto García fue designado para ejecutar la decisión. Años más tarde, consciente de la relevancia de sus actos y su impacto en el destino final del Padre de la Patria, escribió a Fernando Figueredo Socarrás: “No tema Ud. acusarnos y pintarnos como fuimos, con nuestros grandes defectos y pequeñas virtudes”.

Un día de 1874, en San Antonio de Bagá, cercano a Veguita, Manzanillo, una columna española sorprendióal jefe insurrecto, quien se hallaba sólo con 20 hombres. En tales circunstancias, sereno, valiente, se aprestó a la defensa. Tras una heroica resistencia, ya aniquilada su gente, temeroso de caer prisionero, intentó suicidarse. Pero el disparo no fue mortal y pudo así conservar su vida para continuar su batallar en otras dos contiendas.

Luego de curarlo, los españoles lo enviaron a cumplir prisión en España, donde permaneció hasta la firma del Pacto del Zanjón, cuandoobtuvo la libertad. Entonces embarcó hacia Nueva York, ciudad desde donde organizó la Guerra Chiquita.

Sin sopesar las dificultades y los peligros del momento, logró desembarcar en territorio cubano, pero al percatarse de la no existencia de condiciones para la nueva lucha, decidió capitular. Resultó prisionero y enviado nuevamente a España.

La Guerra del ’95 sorprendió a Calixto en la fría metrópoli. Al conocer que la llama de rebeldía ardía una vez más en Cuba, embarcó para los Estados Unidos y desde allí organizó una expedición que desembarcó por la zona de Baracoa.

La experiencia acumulada en contiendas anteriores le valió el nombramiento de Jefe del Departamento Oriental y a la muerte de Antonio Maceo lo sustituyó en el cargo de Lugarteniente General del Ejército Libertador.

En la Campaña de Oriente tomó importantes ciudades como Guáimaro y Jiguaní, a la vez que impidió a los españoles el uso del río Cauto para trasladar mercancías.

Gracias a su trayectoria, capacidad de organizador y estratega facilitó, junto al Ejército Libertador, el desembarco de las tropas norteamericanas que sitiaron a Santiago de Cuba y propiciaron el rendimiento de las huestes peninsulares. Si bienla intervención de los Estados Unidos en la guerra hispano-cubana- norteamericana  se produjo con la cooperación de las tropas al mando de Calixto García,éste nunca aceptó el comportamiento posterior de los estadounidenses en la Isla.

Molesto, se entrevistó con el Mayor General Schaffer, general en jefe del V Cuerpo del ejército norteamericano. Lo increpó por los hechos y le dirigió una carta enérgica y viril. Luego se retiró en marcha por la costa norte de Oriente, a continuar el combate por la libertad de Cuba.

En diciembre de 1898 fue comisionado para viajar a los Estados Unidos con el propósito de lograr el reconocimiento de la Asamblea de Santa Cruz, órgano de gobierno cubano, así como gestionar el dinero para el licenciamiento del Ejército Libertador.

Allí lo alcanzó la muerte. El frío newyorkino logró cuanto los rigores de las guerras no pudieron: truncar su fecunda existencia. El 11 de diciembre de 1898 llegaba el ocaso de este gran batallador. Sus restos fueron trasladados a Holguín, su ciudad natal, en igual fecha de 1980. Recibieron sepultura en medio de una multitudinaria manifestación popular como tributo a su sólido amor por la Patria.

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Yudith Madrazo Sosa

Periodista y traductora, amante de las letras y soñadora empedernida.

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