Interián, un guajiro en el parlamento (+ Fotos)

Compartir en

Tiempo de lectura aprox: 8 minutos, 33 segundos

El camino de tierra se abre entre los corrales y las naves como una extensión natural de su cuerpo. Avanza con paso firme y constante. Cada pocos metros se detiene: una cerca que ajustar, un animal que observar, una sombra que medir. “El tiempo es lo más sagrado que tengo”, dice, y no es una frase retórica. Aquí, en la finca, el tiempo no se administra: se disputa.

Señala un punto casi invisible para quien no conoce el terreno. Allí —comenta— estuvo la casa donde nacieron sus abuelos, luego sus padres y después él y sus tres hermanos. “Aquí nacimos todos”, repite, y el gesto no es nostálgico, sino fundacional. No habla de raíces como metáfora: habla de suelo real, de tierra pisada durante generaciones.

Nació en 1968, y lo dice como quien ubica un dato biográfico, pero también político. “Yo nací con la Revolución”, afirma, y explica que esa coincidencia marcó su destino. Sus padres, campesinos, no pudieron estudiar. A él, en cambio, le repitieron una idea como un mandato: si tenían una oportunidad que ellos no tuvieron, había que aprovecharla. “Tenías que estudiar, pero sin dejar de ser quien eras”.

Desde niño, sin embargo, la finca fue su escuela principal. Con tres años ya caminaba detrás de su padre a las cinco de la mañana. Con cinco, iba a todas partes. “Yo aprendí antes a ordeñar que a escribir”, afirma sin exagerar. Participó en trabajos voluntarios, cortó caña, aprendió que el cansancio no era una excepción, sino una constante. “En una finca no hay descanso definitivo”.

Mientras camina entre los frutales, baja la voz. Toca las hojas, observa los troncos. Explica que la agricultura y los animales no fueron una elección racional. “Eso lo llevo en la sangre. Es un fanatismo”, confiesa. Aun así, estudió. Primero como pudo, después como quiso. Fue a un pre becado, pero los fines de semana regresaba a la finca. Más tarde eligió Medicina Veterinaria, “porque era lo más afín conmigo”.

Estudió en San José de las Lajas y se graduó en 1991. Trabajaba de día, estudiaba de madrugada. Reconoce que la teoría le costó. “Tenía poco tiempo”, admite. Pero la práctica fue otra historia. “Para mí ordeñar una vaca o atender un animal era lo más normal del mundo”. No habla desde el título, sino desde el oficio.

Cumplió su servicio social en la empresa pecuaria Bacuranao, en la granja Arroyo. Entró joven y rápido le dieron responsabilidades. Con 21 años ya era jefe de producción. A los 22 o 23 querían asignarle cargos mayores. Pero la finca seguía llamando. Y, además, su padre estaba enfermo. “Mi sueño siempre fue volver aquí”, insiste.

Regresó definitivamente en 1993. “Cuando llegué, la finca me encantó”, dice, usando una expresión campesina que no necesita explicación. Desde entonces no se ha ido más. Ni siquiera cuando comenzaron a crecer las responsabilidades políticas.

Emilio Interián, productor de la Finca Purísima Concepción. Foto: Abel Padrón Padilla/ Cubadebate.

En el año 2000 asumió la presidencia de la cooperativa. Sustituyó a su tío, presidente histórico, fundador junto a su padre. “Yo era joven”, recuerda, “pero la cooperativa no espera a que uno madure”. Desde entonces lleva 25 años al frente. La describe como una vida difícil, compleja, especialmente en un entorno urbano como La Habana, donde las áreas productivas son pequeñas y la presión es constante.

“No empezamos con nada”, aclara. “Yo no cogí un caballo ensillado”. Todo lo que hoy existe en la finca —corrales, naves, animales, proyectos— lo fue creando con sacrificio, día y noche. “Aquí ha habido mucho sudor, mucho desvelo y muchas veces poco tiempo para la familia”.

Mientras habla, pasa la mano por el lomo de un animal. Lo conoce. Dice que el trabajo del campo no admite improvisados. “Si un guajiro te dice que no tiene trabajo, ese no es guajiro”. Se levanta a las cuatro o cinco de la mañana. Muchas noches se acuesta pasada la medianoche. “Aquí se trabaja de sol a sol”.

Explica que la ganadería es aún más exigente. La siembra puede esperar. Los animales no. “Llueva, truene o haya ciclón, hay que atenderlos”. Por eso afirma que ser campesino hoy es uno de los oficios más sacrificados. “Si fuera fácil, todo el mundo estaría en el campo y la comida sobraría”.

“El trabajo del campo yo creo que es uno de los más sacrificados, de los más consagrados, que hay que gustarle y que hay que llevarlo en la sangre. El que es guajiro de verdad así lo siente”.

La finca, insiste, no es un proyecto individual. Es familiar. Su esposa, su hermano, su madre, su sobrino, los trabajadores contratados: todos sostienen lo que existe. “Nadie solo puede hacer esto”.

Paralelamente, su vida política fue creciendo. La ANAP lo captó joven. Fue delegado provincial en 1998, diputado después. Integró durante más de 20 años el Comité Nacional de la organización y participó en tres congresos. Representó al campesinado cubano en eventos internacionales, incluida la Cumbre de los Pueblos en Mar del Plata. “Todo lo que soy hoy se lo debo a la ANAP”, afirma sin rodeos.

“Yo tengo un gran compromiso con la Revolución. Porque todo lo que soy se lo debo a ella. Yo pude estudiar, pude graduarme, pude volver a la finca. Y sí, periodista, he podido tener finca gracias a la Revolución. Si hubiera sido antes del 59´, nada de eso hubiera podido ser porque es lo que mis padres siempre me explicaron. Mi papá hubiera querido estudiar, pero nunca tuvo la oportunidad”.

Desde el año 2000 es también delegado de base. Una comunidad urbana, atípica, que conoce al detalle. “Para mí lo más preciado es el tiempo”, repite, y explica cómo se divide entre producir y representar. “Yo no me he desvinculado nunca de la finca, pero nunca he dejado de atender a mis electores”.

Recuerda cuando el barrio no tenía agua. Vivían de pozos, cargándola a cientos de metros. Con apoyo institucional y trabajo colectivo, lograron llevar el agua hasta la comunidad. Primero desde un salidero que llevaba décadas perdiéndose. Luego, con una rehabilitación mayor. Hoy el agua llega todos los días, incluso a barrios vecinos. “Eso fue una proeza”, dice sin falsa modestia.

Emilio Interián, productor de la Finca Purísima Concepción. Foto: Abel Padrón Padilla/ Cubadebate.

Esa forma de hacer —resolver— le dio prestigio y compromiso. “Aquí no hay nada imposible”, asegura. “Yo no sé los años que hace que no me leo cuáles son mis deberes como como delegado ni como diputado; porque para mí, me toca todo. Si aquí se rompe una tubería de agua, el primero que va para allá a arreglarlo soy yo. Si aquí se rompe un cable eléctrico, el primero que va para allá soy yo. Entonces, aquí no hay nada imposible. Todo lo que haga falta vamos a hacerlo”.

No distingue horarios ni jerarquías. “Si un elector viene, yo paro lo que esté haciendo”.

Aclara algo que considera esencial: en Cuba, los delegados y diputados no tienen privilegios. No cobran salario. No reciben beneficios. “Todo lo que nosotros hacemos lo hacemos con el corazón”.

Nosotros ni ganamos salario ni recibimos ningún beneficio personal por tener ninguna responsabilidad. “Yo dejo de trabajar en la finca y atiendo a mis electores y salgo a resolver un problema del barrio. Dejo de trabajar en la finca y salgo a resolver una tarea de la Asamblea Nacional o de la comisión que me toca.”

En medio de la crisis, buscó alternativas. Desde hace años vende carne de su producción a precio módico a la población del barrio. “Yo no me sentiría bien comiendo cerdo el 31 y sabiendo que mi gente no tiene nada”. Vende a todos, sin discriminar.

Cuenta que muchas madres se van de su finca con huevos, yuca o un pedazo de carne cuando lo necesitan. “Las personas hay que ayudarlas cuando más problemas tienen”.

Como diputado, se define ante todo como guajiro. Dice que incluso se le olvida su carrera.

“Cuando uno ve a Interián allí en el Parlamento, a veces de traje corbata, la gente piensa que es un diputado más que salió de la casa y fue para allí. Pero para mí no es así, yo tengo que hacer un sacrificio extra los días de la Asamblea. Levantarme mucho más temprano, adelantar un poco: muchas veces hasta ordeñar y después bañarme y salir corriendo muy presionado para la Asamblea y siempre llego ´ras con ras´ antes que inicie la sesión”.

En la Asamblea, dice, se concentra en los temas que conoce: producción agrícola, eficiencia, encadenamientos productivos. “Yo no hablo de lo que no sé”, aclara. “Yo hablo de lo que he hecho toda mi vida”.

Incrementar la producción porcina es una de las metas de la finca. Foto: Abel Padroón Padilla/Cubadebate.
Incrementar la producción porcina es una de las metas de la finca. Foto: Abel Padroón Padilla/Cubadebate.

“Yo tengo que estar en la Asamblea Nacional aportando, siempre dando ideas, sugerencia de los temas que yo conozco, de la vida real; porque nosotros estamos cansados de criticar que lo que orientamos allá arriba, en la dirección del país, en los ministerios, cuando usted lo revisa en la base, no se parecen en nada. Entonces, esa es la tarea que nos toca a nosotros.

Es chequear y controlar que lo que se oriente, lo que esté dictado por la dirección del país o de los ministerios se cumpla en la base, porque al final, ¿dónde es que se logran los resultados?: en la base”, afirma.

Una intervención reciente generó polémica. Reconoce tres reacciones: los contrarrevolucionarios que tergiversan; los inmovilistas que se aferran al pasado; y la mayoría que comprendió el mensaje. “Yo no he pedido capitalismo”, insiste. “Yo he pedido eficiencia”. Defiende cooperativas, mipymes, productores individuales, la empresa estatal. “Tenemos mucha gente valiosa en nuestro país”.

“El que haya escuchado o haya visto la intervención completa tiene que haberse dado cuenta desde dónde nosotros partimos el análisis y a qué nos queremos referir y qué queremos decir. Porque nosotros somos la voz del pueblo en el parlamento. Y nosotros representamos al pueblo y representamos al partido Comunista de Cuba.

Nosotros no podemos permitir que sigan pasando los meses y pasando los meses y tengamos cosas que el propio presidente del país, el propio presidente de la Asamblea, lo alertan día por día”.

Menciona a Vietnam, a China. “Si ellos han cambiado para sostener el socialismo, ¿cómo nosotros no vamos a cambiar?”. Dice que el mayor peligro es demorarse. “Nosotros no podemos seguir pensando ni como hace 30 años atrás, ni hace 20, ni hace 10, ni hace 5 años. Porque en el 2019, la situación que nosotros teníamos en Cuba no es la que tenemos hoy, ni parecida.”

“Yo sigo en mi finca aquí trabajando día a día con mi moral muy en alto, con mucho prestigio, con mucha valentía y con muchos deseos de seguir diciendo las cosas que tenemos que cambiar. La dirección del país está clara y nos está alertando cada día que tenemos que cambiar muchísimas cosas. Y si no hacemos esos cambios, indiscutiblemente entonces, sí vamos a perder la Revolución”.

Emilio Interián, productor de la Finca Purísima Concepción. Foto: Abel Padrón Padilla/ Cubadebate.

“Lo que usted ve en el plenario es una parte de la Asamblea, pero el debate enriquecido, el debate de verdad fuerte, nosotros lo desarrollamos en las comisiones, que es donde se hacen las propuestas y se dicen todas las cosas. Y entonces, nosotros tenemos que tener una Asamblea Nacional que esté a la altura de nuestro pueblo, a la altura de las necesidades de nuestro pueblo. Y en ese camino estamos”.

Bajo una vasta arboleda de mango, Interián habla de proyectos futuros: miniindustrias, procesamiento de frutas, pienso criollo. Le duele perder mango mientras se importan jugos. “Me duele no tener compotas para los niños”. Su sueño es que su municipio consuma lo que produce.

Cuando habla de Cuba, se detiene. Mira la finca. Mira lejos. “Cuba es lo más grande que yo tengo”. Para él, salvarla no es un discurso: es levantarse temprano, trabajar, producir, decir verdades incómodas y no rendirse.

“El tiempo no me alcanza”, repite. Pero sigue caminando.

El sol empieza a caer sobre la finca y los animales buscan la sombra como si también midieran el tiempo. El camino de tierra vuelve a quedar en silencio, interrumpido apenas por el roce del viento y el movimiento lento del trabajo que no se detiene. Aquí, en Purísima Concepción, nada ocurre por accidente: todo tiene que ver con permanecer.

No es solo el nombre de una finca. Es una manera de entender la vida. Una concepción purísima del deber, del trabajo y de la responsabilidad con los otros. Desde esta tierra, donde nacieron varias generaciones y donde cada jornada empieza antes del amanecer, se piensa el país sin consignas huecas y se defiende sin estridencias.

Mañana, como todos los días, el tiempo volverá a disputarse desde temprano. Y mientras haya animales que atender, vecinos que esperar y una tierra que responder, Purísima Concepción seguirá siendo algo más que un lugar: será la prueba viva de que hay quienes prefirieron quedarse y luchar.

 

Finca “Purísima Concepción”, perteneciente a la Cooperativa de Créditos y Servicios “Sabino Pupo”, localizada en el Consejo Popular Matilla, en el municipio Arroyo Naranjo.
Finca “Purísima Concepción”, perteneciente a la Cooperativa de Créditos y Servicios “Sabino Pupo”, localizada en el Consejo Popular Matilla, en el municipio Arroyo Naranjo.

Finca “Purísima Concepción”, perteneciente a la Cooperativa de Créditos y Servicios “Sabino Pupo”, localizada en el Consejo Popular Matilla, en el municipio Arroyo Naranjo.

Finca “Purísima Concepción”, perteneciente a la Cooperativa de Créditos y Servicios “Sabino Pupo”, localizada en el Consejo Popular Matilla, en el municipio Arroyo Naranjo.
Finca “Purísima Concepción”, perteneciente a la Cooperativa de Créditos y Servicios “Sabino Pupo”, localizada en el Consejo Popular Matilla, en el municipio Arroyo Naranjo.
Finca “Purísima Concepción”, perteneciente a la Cooperativa de Créditos y Servicios “Sabino Pupo”, localizada en el Consejo Popular Mantilla, en el municipio Arroyo Naranjo.
Finca “Purísima Concepción”, perteneciente a la Cooperativa de Créditos y Servicios “Sabino Pupo”, localizada en el Consejo Popular Matilla, en el municipio Arroyo Naranjo.
Finca “Purísima Concepción”, perteneciente a la Cooperativa de Créditos y Servicios “Sabino Pupo”, localizada en el Consejo Popular Matilla, en el municipio Arroyo Naranjo.
Finca “Purísima Concepción”, perteneciente a la Cooperativa de Créditos y Servicios “Sabino Pupo”, localizada en el Consejo Popular Matilla, en el municipio Arroyo Naranjo.
Emilio Interián, productor de la Finca Purísima Concepción. Foto: Abel Padrón Padilla/ Cubadebate.
Finca “Purísima Concepción”, perteneciente a la Cooperativa de Créditos y Servicios “Sabino Pupo”, localizada en el Consejo Popular Matilla, en el municipio Arroyo Naranjo.
Finca “Purísima Concepción”, perteneciente a la Cooperativa de Créditos y Servicios “Sabino Pupo”, localizada en el Consejo Popular Matilla, en el municipio Arroyo Naranjo.

Visitas: 14

Cubadebate

Medio de información alternativa que alerta sobre campañas de difamación contra Cuba. Agrupa a periodistas cubanos y de otras nacionalidades en torno al Círculo de Periodistas contra el Terrorismo

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *