Capacitar o avanzar menos: el imperativo de las competencias digitales

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En la actualidad en las estrategias de desarrollo late una paradoja contemporánea: se reconoce a la transformación digital como motor esencial del progreso, pero en cierta medida se subestima el factor humano que la hace posible. Mientras los documentos de planificación enumeran variables clave como la inversión, la infraestructura tecnológica y la innovación, las competencias digitales de la población, esa capacidad colectiva para entender, usar y crear con tecnología permanecen en un segundo plano, como si se tratara de un resultado natural del desarrollo y no de su condición fundamental.

La visión de la estrategia de desarrollo en Cienfuegos como territorio “que encanta, próspero y sostenible” choca contra una realidad tozuda: la insuficiente formación de una fuerza de trabajo calificada en el uso intensivo de las TIC. Esto no se limita a saber manejar un teléfono inteligente o una computadora; se trata de desarrollar habilidades para resolver problemas productivos, optimizar servicios públicos, emprender negocios en línea y proteger infraestructuras críticas en un mundo cada vez más interconectado. La brecha de competencias es, quizás, la más silenciosa y determinante de todas las brechas que enfrenta la provincia.

Foto: Tomada de Internet
El impacto de la alfabetización digital en la productividad y los servicios

En el sector agroindustrial, por ejemplo, no basta con diagnosticar la obsolescencia tecnológica. Se requiere que los productores rurales sepan interpretar datos meteorológicos en tiempo real, usar plataformas de comercio electrónico para colocar sus cosechas o aplicar sensores para el manejo eficiente del riego. Sin estas competencias, la inversión en tecnología puede convertirse en un gasto estéril. Algo similar ocurre en el turismo: de poco sirve disponer de patrimonios culturales y naturales valiosos si no existen capacidades locales para promocionarlos digitalmente, gestionar reservas en línea o crear experiencias turísticas mediadas por realidad aumentada.

En el ámbito de los servicios públicos, la falta de competencias digitales entre funcionarios y ciudadanos frena la modernización de la provincia. La persistencia de trámites presenciales, la baja calidad de los servicios en línea y la escasa participación ciudadana a través de canales digitales no son solo fallas técnicas; son síntomas de una alfabetización digital insuficiente en ambos lados del mostrador.

Hacia un ecosistema de aprendizaje continuo

Cerrar esta brecha de competencias exige un cambio de mentalidad: entender que la capacitación digital no es un evento puntual, sino un proceso permanente que debe integrarse en todos los niveles educativos y laborales.

Una de las acciones fundamentales para lograr este objetivo es la inserción curricular transversal de las competencias digitales. Esto implica integrar estas habilidades de forma sistemática en todos los niveles educativos, desde la enseñanza primaria hasta la superior. El enfoque debe ir más allá del manejo básico de herramientas e incluir materias clave para el futuro como programación, análisis de datos, ciberseguridad y emprendimiento tecnológico. La Universidad de Cienfuegos está llamada a ejercer un liderazgo natural en este proceso, guiando la actualización de los mapas de carreras para alinearlos con los perfiles digitales que demanda el desarrollo territorial.

De forma complementaria, es urgente diseñar programas de capacitación laboral específicos. Estos deben consistir en cursos cortos, intensivos y sumamente prácticos, dirigidos a trabajadores y emprendedores de sectores estratégicos como la agroindustria, el turismo, la logística y la administración pública. La efectividad de esta formación radicará en su capacidad para dar respuesta a problemas reales del territorio, utilizando como base casos de estudio y desafíos concretos que surgen de la actividad productiva y de servicios en la provincia.

Para generar un ecosistema de innovación sostenible, se recomienda el fomento de comunidades de práctica. Se trata de crear redes estables de intercambio de conocimiento que conecten a técnicos, académicos, empresarios y las formas de gestión no estatal. Estos espacios de colaboración pueden organizarse en torno a temas de alta relevancia local, como la aplicación de los principios de ciberseguridad en los sistemas productivos y de servicios, de energía o el uso del big data para optimizar la gestión urbana y los servicios públicos.

Con el objetivo de valorar formalmente el aprendizaje, es crucial establecer un sistema de certificación de competencias. Este mecanismo de acreditación permitiría a las personas demostrar de manera oficial sus habilidades digitales ante empleadores e instituciones. De esta forma, se legitima y se otorga un reconocimiento tangible tanto a los conocimientos adquiridos en entornos formales como a aquellos desarrollados a través de la experiencia práctica o el autoaprendizaje, incentivando la capacitación continua.

Finalmente, la viabilidad y pertinencia de estas acciones descansan en la formación de alianzas sólidas entre Gobierno-empresas estatales y emergentes y Universidades. Es fundamental involucrar activamente a las empresas y actores económicos del territorio no solo como beneficiarios, sino como co-diseñadores y patrocinadores de los programas de formación. Esta colaboración garantiza que las competencias que se imparten estén directamente alineadas con las necesidades reales y futuras del mercado laboral local, cerrando la brecha entre la formación y la empleabilidad.

La ciberseguridad como competencia estratégica

La ciberseguridad se erige como una competencia estratégica fundamental porque trasciende el ámbito técnico para convertirse en un pilar de la soberanía y resiliencia territorial. En un mundo donde sistemas críticos dependen de infraestructuras digitales, la capacidad para proteger estos activos define la estabilidad del desarrollo alcanzado. No se trata solo de prevenir ciberataques, sino de garantizar la continuidad de servicios esenciales, proteger datos sensibles de la ciudadanía y mantener la confianza en las instituciones. Quienes posean estas competencias no solo estarán resguardando el presente, sino asegurando las condiciones para que la transformación digital sea sostenible y confiable, evitando que los avances tecnológicos se conviertan en nuevos puntos de vulnerabilidad.

Competencias digitales./Foto: Tomada de Internet

El desarrollo territorial de Cienfuegos no se medirá solo por los kilómetros de fibra óptica tendidos o por el número de dispositivos conectados, sino por la capacidad de su gente para convertir la tecnología en soluciones concretas para sus problemas. Las competencias digitales son el puente entre la infraestructura tecnológica y el bienestar colectivo. Invertir en ellas no es un gasto, sino la semilla de un desarrollo más autónomo, innovador y sostenible.

En resumen “la verdadera revolución comienza por ejemplo cuando una adolescente aprecia a programar y descubre que puede resolver problemas de su comunidad sin esperar ayuda externa”. Ese es el tipo de resultado que Cienfuegos necesita: cuando la tecnología no sea un fin en sí mismo, sino una herramienta en manos de una ciudadanía capacitada, crítica y creadora.

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Pablo Morales Concepción

Ingeniero Radioelectrónico. Director Territorial de Control del Ministerio de las Comunicaciones en Cienfuegos.

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