Origen de la enseñanza de la música en Cienfuegos
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Según los historiadores Rousseau y Díaz de Villegas, la primera actividad registrada que constate el primer hecho histórico de la enseñanza musical en la ciudad de Cienfuegos, fue el 17 de enero de 1846, cuando el maestro Félix Varona, estableció una academia de música que impartía clases dos veces por semana, a la que se le sumaba una agrupación que ofrecía funciones dentro de la jurisdicción de la villa, que estaba bajo su dirección y que contaba con la autorización del Ayuntamiento.
Poco después, cuando se funda el Liceo Artístico y Literario en 1847 surge también una cátedra de música instrumental:
“á la par de proporcionar recreo y diversion produjera alguna utilidad á la juventud, á cuyo efecto varios individuos se ofrecieron á dirijir grátis algunas clases, repartiéndose las tareas del modo siguiente: (…) y música instrumental por D. Tomas Tomas; (…) Ademas de esto para que fuera mas benéfica la institución de que hablamos, en 23 de Junio la Junta Directiva acordó la admisión de un niño pobre por cada diez socios para que recibiera gratuitamente enseñanza en las diferentes clases que allí se daban, y esta última determinación por las nobles miras que encierra merece los mas sínceros elojios”.[1] (sic)
Estas serían las dos primeras referencias iniciales que definen los cimientos de la enseñanza de la música en la ciudad, labor que se alternaría con la necesidad de los aficionados de exponer su aprendizaje en agrupaciones que conformaban a través del vínculo que establecían en el proceso, por lo que existía un estrecho nexo con el entorno cultural que se desenvolvía en constante retroalimentación.
Hacia 1865 se estableció en la ciudad Agustín Cotada, profesor de música y regente del colegio Colón que recién había establecido Carlos Vasscas Agüero, donde se impartían clases de solfeo, piano, flauta y lecciones a domicilio.
A su regreso de Europa en 1879, José Manuel (Lico) Jiménez después de haber sido laureado en el Conservatorio de Leipzig, conocido a Liszt y aclamado por Wagner, alternó residencia en varios lugares de la isla, fundamentalmente en Cienfuegos, donde se instaló en San Carlos entre Hourruitiner y D’ Clouet. Probablemente allí mismo, fundó una academia que impartía clases de piano y canto y estaría activa hasta 1890, cuando regresó a Alemania. En este centro formaría a varios de los exponentes de la enseñanza de la música en Cienfuegos, tales como Agustín Sánchez Planas, Guillermo Tomás y Victoria Tomás de Figueroa, con quienes compartía los escenarios de las sociedades y teatros.
“Unas veces tenían afecto en los teatros y otras en las residencias particulares de sus alumnas, en cuyos festivales brillaban como estrellas de primera magnitud los hermanos del maestro Juan Bautista violinista de mérito y Juan José Celister, Enrique Bordas con la flauta y el maestro Jiménez al piano”. [2]
La labor como profesor desempeñada por Lico en la ciudad sureña, proporcionó un impulso meritorio al espacio artístico. Su estancia coincide con una de las etapas de mayor enriquecimiento y desarrollo musical en Cienfuegos, por lo que su impronta quedaría grabada en los alumnos que tuvieron el privilegio de conocerlo. Sin dudas, un paso fecundo tanto para la enseñanza como la historia de la música cienfueguera.
Aproximadamente hacia la década del noventa, el pianista valenciano Vicente Sánchez Torralbas, se establece en la ciudad de Cienfuegos y crea su academia. En él existe una concatenación evidente en sus alumnos, ya que fue el primer profesor de piano significativo para Cienfuegos. A grandes pasos, analizar algunos de ellos, brinda una sucesión de su impronta que llega hasta la actualidad. Ángel Caramés es uno de los ejemplos de esta etapa, quien con un currículum significativo se marcha a New York en 1895 para perfeccionar sus estudios, se instala como profesor en el Gran Colegio de Música y desarrolla una laboriosa carrera como concertista del piano.
En 1895 el español Sebastián Güell Mañé, en Gacel No. 54, fundó una academia con clases preparatorias, a domicilio y en diferentes turnos del día. Fue profesor de Guillermo Tomás y tenía importantes vínculos con Ana Aguado, Lico Jiménez y la familia Tomás Bouffartigue que los llevó a protagonizar varios encuentros y actividades sociales en las sociedades más concurridas.
En 1900 se crea el Instituto Musical de Cienfuegos en Independencia No. 134, bajo la dirección de Marina Martínez Ortíz, viuda de Silva, que regresaba de París. Fue la primera institución especializada privada en la enseñanza de la música en la ciudad que estuvo vinculada al Hubert de Blanck en La Habana. En 1910, su liderazgo es asumido por una de sus profesoras Isabel Tomás Álvarez y en los años posteriores se convertirá en cuna de maestros que crearían sus propias academias. En este caso el uso del término instituto se refiere a que sus estudiantes comprendían las edades propias de los institutos de primera y segunda enseñanza y este tenía la peculiaridad de ser especializado en el estudio de la música.
No se pueden pasar por alto los primeros años de vida de Isabel Tomás, quien provenía de una de las familias cienfuegueras con mayor abolengo y tradición artística musical. Nacida el 7 de junio de 1864 comenzó sus estudios de música en París bajo la tutela de Edourd Batista, organista y maestro de teoría y solfeo del Conservatorio de París. Posteriormente vivió varios años entre Inglaterra y Buenos Aires, donde se dedicó a ofrecer recitales y obtuvo el reconocimiento de la prensa. Finalmente residió en Cienfuegos, donde se destacó por su predilección de interpretar en el piano las composiciones de Chopin y dedicarse en sus siguientes años de vida a la enseñanza de la música. Su legado representa uno de los ejemplos más vivos e imperecederos que deben ser rescatados del olvido para exponer a la luz y estudio profundo.
A pesar de no existir gran cantidad de instituciones de la enseñanza de la música en estos primeros años del siglo XIX y de los recesos producidos por las guerras independentistas, los diferentes circuitos que constituyeron los orígenes del proceso en la ciudad, sirvieron como precedente y memoria histórica de un espacio geográfico que necesitaba de ello.
[1] Edo, Enrique: Memoria histórica de la Villa de Cienfuegos y su jurisdicción. Imprenta de “El Telégrafo”, Cienfuegos, 1861, p. 154.
[2] Torres Fraginals, Joaquina: “Lico Jiménez vivó en Cienfuegos”. En: La Correspondencia, sección “No lo diga, escríbalo”, 11 de marzo de 1948, p. 8.
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