El fracaso también enseña
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Nadie llega al mundo con el conocimiento para sobrevivir en este. La familia como principal protagonista en la vida del menor es quien se encarga de enseñar a partir de sus propias creencias y educación lo que deben saber, la forma adecuada de comportarse, el modo de hablar correctamente, las formas de actuar, es decir, lo que en su época se consideraba correcto. Entonces, creces regido por unas normas que la sociedad actual no sigue.
Luego pasan los años, las personas cambian porque evidentemente el tiempo lo exige, debes salir de tu zona de confort para intentar hacer una vida diferente, abrir la mente y aprender que lejos de tu hogar existe otro mundo muy distinto al de costumbre, que los sueños hay que perseguirlos y los objetivos tienen que ser cumplidos. Es ahí donde caes en cuenta de, que a pesar de lo mucho que pueden haber enseñado, en realidad no estás ni siquiera preparado para enfrentar lo que la vida exige, viene de ti adaptarte a lo nuevo y diferente.
Y es que el mundo está construido sobre la idea de que cualquier intento que hagas por ser y pensar diferente a tu entorno es sinónimo de fracaso. Comienzas a sentir la presión de la familia y la sociedad por no poder cumplir con sus estándares, lo que termina entonces en el error de desarrollar actividades e ideas que compensen las expectativas de los demás y así quizás intentar alcanzar los objetivos que tengan propuestos de la manera más rápida posible.
Pero lo que no saben es que una derrota no pone el punto final a la historia; al contrario, puede ser el impulso que hace falta para luchar con más sabiduría, conocimiento y esfuerzo. Hay que saber que cuando el corazón lo siente y la mente lo acompaña, la hora de hacerlo realidad ha llegado. La vida siempre trae algo nuevo consigo, complicado o no es de humanos errar una y otra vez, fracasar no es lo opuesto al éxito, sino parte esencial de él.
Cada paso en falso revela caminos que antes no han sido transitados, fortalece los sentidos y muestra una nueva vía para seguir, mucho más enfocados y atentos ante cualquier dificultad que puede surgir.
¿Cuántos avances en la historia, el arte, la ciencia, proyectos de mayor relevancia, surgieron precisamente de errores que fueron cometidos, de ideas que no tenían ninguna garantía y, sin embargo, hoy son dignos de admirar?
Replantear esa idea de que el fracaso no es tan malo como lo pintan es de sabios; significa que, sin importar los resultados, el proceso también importa.
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