El neoliberalismo y sus consecuencias
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Por: Jesús Fuentes Águila, Limayt Fernández Vergel y Lázara Suárez Argudín
La política económica del Caribe es el neoliberalismo, una concepción radical cuya tendencia es hacia la absolutización del mercado como principio y fin de todo comportamiento individual y colectivo, y al cual están subordinados los gobiernos, las instituciones jurídicas, la cultura y hasta la vida de las personas.
La forma de manifestarse del modelo neoliberal ha sido la implantación de medidas de ajuste macroeconómicas. Estas buscan controlar las tasas de inflación, superar el déficit fiscal y de balanza de pagos, saldar la deuda y equilibrar el crecimiento económico. También pretende restringir la intervención del Estado, privatizar empresas públicas, eliminar subsidios y programas de bienestar social. Esta política contempla también la apertura sin restricciones de las fronteras para mercancías, capitales y flujos financieros de conformidad al proceso de globalización de las relaciones económicas internacionales, que avanza inexorable hacia la conformación de la llamada aldea global.
Cierto es que las medidas de ajuste han contribuido a la reducción de las tasas de inflación en el continente y a crear una conciencia acerca de la necesidad de austeridad fiscal y a una mejor utilización de los recursos públicos. Igualmente posibilita reconvertir las funciones del Estado, quitándole tareas que no les competen, trasladando estas a las comunidades y la sociedad particular. No obstante, en la otra cara de la moneda, estas consecuencias positivas no compensan los desequilibrios que el programa neoliberal ha venido a introducir a nuestras sociedades.
Al respecto, los Superiores Provinciales de la Compañía de Jesús en América Latina, en sus “Aportes para una Reflexión Común” sobre el Neoliberalismo en América Latina, en mayo de 1997, expresaron que las perturbaciones causadas por el neoliberalismo es posible observarlas en “la multiplicación de masas urbanas sin trabajo o que subsisten en empleos inestables y poco productivos; quiebras de miles de pequeñas y medianas empresas; destrucción y desplazamiento forzado de poblaciones indígenas y campesinas; expansión del narcotráfico basado en sectores rurales; desaparición de la seguridad alimentaria; aumento de la criminalidad; desestabilización de las economías nacionales por los flujos de la especulación internacional”.
El Desarrollo Humano Sostenible (DHS) y la centralidad del ser humano
Después de muchos años de observación y análisis del modelo en boga, desde el sector académico y político ha sido posible establecer los consensos siguientes: el objeto del desarrollo es el despliegue pleno de las capacidades humanas; el crecimiento económico es solo un medio para lograr el bienestar de los pueblos; y el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB), el equilibrio de las balanzas comerciales y el control del gasto público y la inflación, solo son mecanismos económicos para obtener recursos que se requieren para ser aplicados en actividades que proporcionen beneficios sostenibles para las comunidades.
Ante esta situación, el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), desde los primeros días del presente decenio, ha levantado su propuesta utópica acerca de un nuevo modelo de desarrollo social para nuestros países conocido como Desarrollo Humano Sostenible, cuyo eje fundamental es la premisa acerca de que “el centro de todo proceso de desarrollo es el ser humano”.
El PNUD define al desarrollo humano como “el proceso de ampliar la gama de opciones de las personas brindándoles mayores oportunidades de educación, atención médica, ingreso y empleo, abarcando el espectro total de opciones humanas desde un entorno físico en buenas condiciones hasta libertades económicas y políticas”.
Para el nuevo paradigma, todo ser humano, al nacer, lo hace con determinadas necesidades, capacidades y potencialidades. El propósito del desarrollo económico y social, debe estar orientado a crear las condiciones para satisfacer esas necesidades, ejercitar esas potencialidades en el presente y permitir su aumento y continuidad (sustentabilidad) en el futuro, de manera tal, que el desarrollo actual permita el de las generaciones futuras.
El PNUD ha propuesto una manera y un método para medir hasta qué punto un determinado país satisface ese DHS para la población del mismo. Ese es el propósito del Índice de Desarrollo Humano (IDH), que integra en una sola variable compleja indicadores como la esperanza de vida al nacer, el alfabetismo adulto y el ingreso.
La educación y el DHS
Para el PNUD, el indicador fundamental para el Desarrollo Humano Sostenible es la Educación, que acompaña al ser humano desde la simple alfabetización, hasta aquella premeditada, organizada, compleja y arreglada conforme a objetivos como es la Educación escolar, cuyas consecuencias en una sociedad meritocrática, se reflejan directamente en el nivel de los ingresos monetarios de las personas, según sea el nivel de escolaridad de las mismas.
Por ello, pero más aún por la constatación empírica de que la Educación es prerrequisito para cualquier idea de desarrollo individual, familiar o nacional, es que esta se ha ido transformando, poco a poco, en preocupación fundamental de organismos internacionales de financiamiento, ciudadanos y gobiernos.
Este interés podría sintetizarse en la demanda y el reto siguiente: Más educación para todos y todas; de otra educación, mejor, más pertinente y de más alta calidad.
Lo anteriormente expuesto evidencia que Cuba no es América Latina, aunque geográficamente estemos ubicados en ella y nos sintamos orgullosos de formar parte de su entorno, como decía nuestro Martí: “De América soy hijo y a ella me debo”. Fidel Castro resaltaba que: “Una usted la economía de mercado a la propiedad privada y obtendrá neoliberalismo y capitalismo”
Los ejemplos han demostrado desde la década de los años 80 que el neoliberalismo ha sido en América Latina un fracaso económico y un desastre social aunque, lamentablemente, ha calado en la mente de muchos dirigentes que han traicionado a sus pueblos, como es el caso actual de Argentina.
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