Surimagen 2024 en Cienfuegos: premios de voluntades

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Luego de seis jornadas, henchidas de ardores por el cine, sucede la clausura del Festival de Audiovisuales Surimagen 2024 y el momento más esperado por artistas y públicos: la entrega de premios a las obras más notorias, de mayor impacto por su contenido y enunciado, novedad y capacidades comunicacionales.

El jurado del evento, integrado por la realizadora Adays Pérez, la asesora Esperanza Díaz y los críticos de arte Julio Martínez Molina, Jorge Luis Urra Maqueira y Rafael Grillo (Presidente), atendiendo a estas y otras muchas valías creativas, compartió en la sede del Cine Prado aquellos textos visuales que descuellan en las diversas categorías reclamadas.

En primer término, se otorgó un Reconocimiento a Ana María Padilla González, una adolescente de doce años, aficionada a las artes visuales, que concursó con el animado Órgano vital, alusivo al tema de la diferencia, sobre el crecimiento de una niña tímida que debe aceptarse y reñir por un espacio entre los miembros de su comunidad.

El corto, domeñado por el espíritu del comic, utiliza con racionalidad los modos narrativos y diálogos; asimismo, destaca por la precisión de su tesis y la materia expresiva de la disciplina. Aunque debiera ascender en las dinámicas de los planos fotográficos, la eficacia de la banda sonora, así como el registro de voces, la obra consigue la empatía de los espectadores. Empero, ¿puede exigirse más a una niña?.

El jurado de esta IX Edición del Surimagen 2024 resolvió dejar vacante el lauro a la Mejor Ficción a razón de las imprecisiones dramatúrgicas y en el uso del lenguaje fílmico, si bien reconoce valores parciales en algunas de ellas.

En cambio, distingue al animado Guanaroca, premiando en este género a la veterana Ana María Salas, creadora del personaje de Toqui. El relato, que forma parte de la serie Te cuento un cuento, recrea la leyenda local y consigue una estructura abierta y creativa, es consumado de un modo gozoso y eficaz en sus formas expresivas, didactismos, gracias a las soluciones del diseño de personajes, el vigor de la fotografía e iluminación, así como por el atinado uso de la técnica del stop motion. La Salas (Cienfuegos, 1943) constata su condición de narradora y el director de fotografía y camarógrafo, Yordany Salazar y Christian Castellanos, respectivamente, revelan sus sensibilidades y talentos para fortificar la puesta visual.

A su vez, concede el Premio al Mejor Documental a una obra que explora las capacidades narrativas de la fotografía y el tema del abandono familiar. Un relato que comparte lúcidamente cierta visión crítica sobre la realidad cubana; asimismo, el emotivo uso de la banda sonora, el tempo y las dinámicas en la edición. La fábula, ¿A dónde van los hijos?, pertenece al realizador Rafael Díaz Gregory (Camagüey, 1997), estudiante de la Facultad de Arte de los Medios de Comunicación Audiovisual (FAMCA) y autor de los cortos Domingo sombrío (2022) y Aviones de papel (2024), quien recupera (desde una perspectiva contemporánea) los arrojos del cine experimental de las décadas de 1960 y 1970, en especial por la poderosa generación de significados a través de las asociaciones iconográficas.

Admirados por su potente, sensible y creativo abordaje de un tema complejo, protagonizado por un joven transgénero (Yamil Alessander Tamayo Flores), que habita en la Sierra Maestra y defiende su masculinidad a pesar de los obstáculos y prejuicios, en un intento por alcanzar la felicidad, el jurado confirió el Gran Premio Surimagen 2024 al documental Jíbaro, del realizador, productor y fotógrafo Osmanys Sánchez Arañó (Palma Soriano, Santiago de Cuba,1972), director y guionista de numerosos documentales, entre los que sobresalen En el nombre del asere, Génesis y Vamos a jugar. Jíbaro es notorio por su diseño fotográfico, el minimalismo de la banda sonora, la densidad psicológica de la puesta visual, la precisión de los suplementos verbales y la latente actualidad del contenido.

El Surimagen 2024 podría ser opugnado por tachas organizativas, conceptuales, debido a las contingencias en su programación (programar no es solo organizar los textos audiovisuales en un tiempo y espacio, es intencionar, promover, instruir a los espectadores, requiere de experticias, no solo de entusiasmos), por su escaso impacto público y otros yerros; empero, debe ser aplaudido por la significativa participación de concursantes provenientes de otras regiones de la isla y la vitalidad de las obras presentadas.

A todas luces, es agradecible que se haya recuperado en tanto evento, pero debe asumir el reto de configurar su estructura y construcción teórica, focalizar como objeto primero a esos públicos (no solo a los realizadores y funcionarios) y afinar los procedimientos para que calen en la comunidad y asuman las funciones sociales y culturales pertinentes.

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Jorge Luis Urra Maqueira

Crítico de arte. Miembro de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC).

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