Haydée y Melba: ¡empezar de nuevo, seguir!

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El 20 de febrero de 1954 fueron puestas en libertad las dos primeras soldados de Fidel, tras la condena de los combatientes del asalto a los cuarteles Moncada y Céspedes, en Santiago de Cuba y Bayamo, respectivamente, el 26 de julio de 1953. Eran Haydée Santamaría Cuadrado y Melba Hernández Rodríguez del Rey. Su condena, en la cárcel de mujeres de Guanajay, quedaba extinguida en esta fecha, pero sus compañeros en el Presidio de Isla de Pinos sentían gran inquietud ante la incertidumbre de si serian liberadas o no.  

Pero sí fueron liberadas por la presión popular y la expectación de las masas en el extranjero, a la desprestigiada dictadura, la cual decidió liberarlas al término de su sanción. Eran en realidad las primeras combatientes de Fidel en quedar en libertad, para poder continuar las tareas pendientes por la libertad de Cuba.

Haydée y Melba habían denunciado valientemente, ante el Tribunal que juzgó a los moncadistas prisioneros, los asesinatos cometidos por los militares contra sus compañeros apresados tras el combate; entre los asesinados estaban el hermano y segundo jefe de esa acción, Abel Santamaría, y el novio de aquella, Boris Luis Santa Coloma, a quienes torturaron antes de matarlos.

Al abrirse las puertas del presidio de Guanajay, las dos valientes combatientes fidelistas fueron abrazadas y protegidas por el pueblo que las esperaba fuera del penal, así como combatientes del Movimiento 26 de Julio, quienes las recibieron con emoción.

Era más que una simple salida de prisión de dos revolucionarias. Para ellas comenzaba el cumplimiento de difíciles misiones, estando muy vigiladas constantemente por los esbirros de la tiranía, pero ellas se las arreglaron para cumplir las misiones que Fidel les asignó desde su prisión, y la fundamental era imprimir y distribuir clandestinamente por toda la Isla, el texto de “La Historia me absolverá”: la auto-defensa-programa del Moncada que Fidel planteó ante su jueces, cuyo texto re-escrito por él fue sacado clandestinamente de la prisión de Isla de Pinos, durante algún tiempo, hasta completarlo. Y Haydée y Melba lo imprimieron en una imprenta de Cruces, y luego en otros lugares del país, para distribuirlo por la Isla. Fue una tarea que requirió prudencia e inteligencia, considerando la vigilancia que el régimen batistiano tenía sobre las dos heroínas del Moncada.

Pero ellas, que eran fervientes martianas y fidelistas, sabían que “La Patria es agonía y deber”, y supieron cumplirlo cabalmente.

Al mismo tiempo, las dos heroínas trabajaron en el arduo proceso de aglutinar a la masa juvenil dispersa desde el fracaso de la acción del Moncada, que eran cientos de jóvenes perseguidos, pero comprometidos en la idea de salvar al país de una dictadura pro-imperialista feroz y asesina, y sumar  a muchos más a la noble misión rebelde.

Fueron combatientes disciplinadas y confiables que con pasión continuaron –durante todo el tiempo que duró la encarcelación de los moncadistas–, la enorme tarea de construir el que se llamaría Movimiento 26 de Julio en el país, y todo ello con la consternación por lo que pudiera ocurrirle a Fidel y sus compañeros en el presidio de Isla de Pinos.

La periodista Marta Rojas, única profesional que pudo estar presente en el juicio del Moncada, ha contado cómo fue, de emocionante y conmovedora, la excarcelación de Haydée y Melba…

“Lo primero que hicieron las dos, apenas saliendo, fue preguntar por Fidel, y cuando le preguntamos a ellas ¿qué van a hacer ustedes ahora?, respondieron al unísono y muy seguras: ¿Ahora?, ¡empezar de nuevo, seguir!, porque tenemos una deuda muy grande con los hermanos muertos!”.

Eso hicieron ellas primero, y todos, después.  Por supuesto que nada esto fue fácil porque todos los revolucionarios fueron objeto de tenaz persecución y cruel represión. Pero nada pudo impedirlo.

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Andrés García Suárez

Periodista, historiador e investigador cienfueguero. Fue fundador de 5 de Septiembre, donde se desempeñó como subdirector hasta su jubilación.

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