Fútbol en Cienfuegos, ¿y el béisbol?

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Visitar a la familia, ir a la playa, jugar sin parar en medio de la calle son algunas de las actividades que por estos días prefieren niños y niñas. Si le preguntásemos ahora mismo su opinión, las vacaciones serían la  temporada preferida del año.

Un rápido recorrido por canchas, parques, pistas oficiales o terrenos baldíos nos devuelve siempre la misma imagen: niños y niñas que imitan a sus ídolos Cristiano, Messi, Mbappé, Vinicius Jr., Yamal o Pedri, haciendo chilenas o chutando goles con pasión.

Es impresionante ver cómo el fútbol despierta esa chispa en los más jóvenes. Todos o buena parte de ellos llevan alguna que otra camiseta del club de su preferencia. Mi sueño sería descubrir que esos mismos jugadores desean parecerse igualmente al Gigante del Escambray o a Cheíto, al recientemente fallecido Pedro Medina o a los descendientes de la familia Sánchez (varios de ellos en el equipo de los Cocodrilos de Matanzas). No es que no los haya, pero son menos visibles.

¿Por qué el fútbol es más popular que la pelota? Tal pregunta se ha vuelto recurrente en estos días porque estoy cerca de niños y niñas que, teniendo la libertad de escoger su actividad física favorita, optan por el balompié. Ello me invita a pensar en las razones detrás de esa popularidad. Se las comparto.

El fútbol y los medios de comunicación

Actividades como halar la soga, bailar hula hula, jugar al cuatro esquinas — oficialmente devenido Béisbol 5— ya no forman parte de los juegos que por tradición veíamos en los barrios.

El deporte es un fenómeno político, sociocultural y económico, donde confluyen muchos factores y este concepto en ocasiones se pierde de vista. El consumo de programas televisivos, por ejemplo, condiciona la preferencia de los públicos hacia el balompié. No es necesario decirlo, el fútbol es más espectacular, rentable y por ende, visible.

Las ventas y reventas de jugadores en las respectivas ligas foráneas y al mismo tiempo las percepciones individuales sobre el éxito de quienes lo practican, condicionan su preferencia. Tal matriz informativa influye sobremanera en el seguimiento vía Internet o televisivo. Ser futbolista es cool, tiene más swing, diría yo.

En mi opinión, las autoridades deportivas debían involucrarse más en crear un diseño atractivo de los diferentes campeonatos nacionales de béisbol, que los juegos logren atraer a los públicos a las instalaciones deportivas.

No me es ajena la situación económica del país, pero un buen campeonato lleva análisis, pero un análisis donde se tome en cuenta, en primer lugar, la opinión de los fanáticos.

Conseguir un equilibrio entre ambos deportes, al menos en lo que se transmite, sería otra de mis recomendaciones. De sobra sé de los tiempos y de la espectacularidad si comparo ambas disciplinas, pero esas horas en pantalla determinan preferencias.

No soslayo el hecho de que el béisbol posee especificidades para su práctica como el uso de guantes, bates, cascos, petos para el cátcher, bases, pelotas… que encarece la iniciativa de crear equipitos de barrios. Por suerte, Cienfuegos cuenta con espacios como La Barrera, Los Caballitos o el Terreno de Muñoz, donde familiares, entrenadores y pequeños deportistas desafían obstáculos con tal de jugar pelota.

El deporte como fenómeno sociocultural

En Cuba el deporte es inherente a la nacionalidad y como tal debemos seguirlo defendiendo. Al igual que existen programas nacionales para el desarrollo del balompié, el país debería buscar alternativas para que un mayor número de muchachos practique la pelota. Por suerte, las Pequeñas Ligas están cobrando fuerza y nos entusiasman. El futuro del béisbol no está en peligro de sucumbir frente a la globalización del balompié.

El fútbol es pasión y convierte a una simple pelota en un símbolo de sueños y alegrías compartida. Por tradición, Cienfuegos es más futbolística, los resultados competitivos están a la mano para demostrarlo, pero el béisbol es tradición, es historia y cubanía, y por tanto debíamos valorarlo mejor. Tal defensa comienza desde la base: los barrios, los placeres yermos, la calle. 

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