Cuando el ahorro se explica: energía, diálogo y corresponsabilidad
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Tras la publicación del artículo El uso racional de la energía eléctrica en Cienfuegos: corresponsabilidad en tiempos de crisis, las redes sociales se activaron con fuerza. Y eso, lejos de incomodar, se agradece. Cada criterio, cada reacción, cada desacuerdo representa una oportunidad para reflexionar colectivamente sobre un tema que nos afecta a todos.
Muchas de las opiniones, aunque legítimas en su sentir, se emiten desde posiciones extremas, alimentadas algunas por el desconocimiento técnico, otras por la frustración acumulada y, en algunos casos, por una lectura parcial del mensaje. Esto puede provocar distorsiones en la interpretación, por supuesto. Sin embargo, aunque estas se compartieron desde perfiles institucionales donde se difundió la noticia, la interacción por parte de sus administradores o funcionarios fue casi nula. Para el autor, esto expresa una desconexión entre el deber público de comunicar y el ejercicio activo de escuchar. En el entorno actual de redes sociales, estos perfiles no pueden limitarse a ser vitrinas informativas.
Entre los comentarios recibidos, varios usuarios expresaron que “el ahorro debería consistir en distribuir mejor la energía disponible para reducir los apagones”; otros afirmaron que “a Cienfuegos lo que tienen que poner es corriente”, o que “el ahorro va en contra de las necesidades del pueblo”. También se señaló que “Cienfuegos ahorra porque tiene circuitos desprotegidos, deberían ahorrar los protegidos”, y que “es un error hablar de ahorro, lo correcto es decir que se dejó de consumir por indisponibilidad del SEN”. Incluso hubo quien confundió el concepto técnico de ahorro con la energía no consumida por apagones, lo cual, aunque comprensible desde la vivencia cotidiana, no se ajusta a la definición operativa del término.
Estos criterios, aunque diversos, comparten una preocupación legítima de la población: el impacto real de los apagones en la vida diaria de los cienfuegueros. Pero se desconoce o se omite en los análisis las verdaderas causas: el impacto de un bloqueo genocida que atenta contra la vida de todos los cubanos; así como las acciones que se acometen y la voluntad política de enfrentar la actual crisis energética. En ese contexto, el debate público requiere entonces mayores espacios y cultura del diálogo. No se trata de descalificar a nadie, sino de contribuir a la necesaria información que requiere el pueblo, como ha señalado recientemente el presidente Díaz-Canel. Se trata de abrir un intercambio transparente, donde podamos distinguir entre lo que es una política energética estructurada y lo que es una percepción emocional del fenómeno.
La estrategia de corresponsabilidad impulsada por el Gobierno Provincial busca precisamente que 62 grandes consumidores privados, enclavados casi totalmente en circuitos protegidos de Cienfuegos, ajusten su demanda para que la energía disponible pueda llegar a más personas. No se trata de imponer restricciones arbitrarias, sino de promover decisiones conscientes que permitan redistribuir mejor el recurso. En julio, estos 62 actores privados y con consumo promedio mensual de 3,500 kW (3.5 MW), dejaron de consumir 66.4 MW; y en agosto, 99.0 MW, según la actualización de las cifras mostradas al periódico 5 de Septiembre por el Máster en Ciencias, Ariel León Valle, Coordinador de Programas del Gobierno Provincial. Esa energía liberada permitió sostener el consumo mensual completo de cientos de hogares cada mes.
El impacto estimado es que durante el mes de julio pudieron beneficiarse diariamente 334 viviendas y otras 535 viviendas en el mes de agosto. Para ello, se utilizó como referencia el consumo promedio mensual por vivienda en Cuba de 185 kW, según datos de la Unión Eléctrica del año 2020 (dato no actualizado aun en medio del incremento de la demanda en el sector residencial en los últimos 4 años). Se asumió un uso mínimo de 12 horas diarias de electricidad (360 horas al mes), reconociendo que los apagones prolongados (de hasta 24 horas o más) siguen siendo una realidad en muchos circuitos del territorio. Estos resultados pudieran ofrecer una respuesta concreta, al mostrar cuántas familias pudieran beneficiarse directamente.
En septiembre, el país enfrentó uno de los eventos más críticos del año en materia energética: la desconexión total del Sistema Electroenergético Nacional (SEN) el día 10, a las 9:14 a.m., tras la salida inesperada de la Central Termoeléctrica Antonio Guiteras. El apagón nacional afectó a múltiples provincias, paralizó servicios esenciales y obligó a activar protocolos de emergencia para restablecer el servicio. Aunque el sistema fue reconectado al día siguiente, no se logró cubrir la demanda total, lo que evidenció la fragilidad acumulada del SEN y la urgencia de implementar medidas de ajuste, ahorro y corresponsabilidad en todos los sectores.
Sin embargo, los planes de consumo notificados no son una solución absoluta a este tipo de eventos. Estos no pueden evitar por sí solos una caída del sistema provocada por fallos técnicos, déficit de combustible o salidas imprevistas de generación. Pero sí contribuyen a mitigar el riesgo, al reducir la demanda en sectores que tienen capacidad de ajuste, liberar carga para los circuitos más vulnerables y facilitar la recuperación del sistema en condiciones de emergencia.
Uno de los comentarios más significativos afirmaba: “Sigan pensando que con conciencia se resuelve el problema. Mira por dónde andamos”. Esta frase, además de expresar una frustración legítima, revela un prejuicio hacia las transformaciones que se acometen como parte de la actualización del modelo económico cubano, especialmente en lo que respecta al sector privado. Pero el socialismo no es un modelo dogmático; es un proyecto en evolución que busca justicia social, equidad y soberanía, pero también eficiencia, sostenibilidad y participación diversas. Reconocer formas no estatales de gestión no debilita el modelo: lo fortalece, lo hace más inclusivo y más realista. Además, el socialismo cubano no se construye desde la imposición, sino desde la participación consciente de todos. La conciencia colectiva es la base de la corresponsabilidad.
En su reciente intercambio con autoridades, el presidente Díaz-Canel subrayó la necesidad de explicar aún más, por todas las vías posibles, las acciones que se realizan en los sectores energético e hidráulico para enfrentar la actual crisis. Este artículo, desde su modesto alcance, intenta aportar un granito de arena a esa comunicación clara y empática, convencido de que también desde los medios se puede contribuir a informar, dialogar y construir confianza.
En conclusión, el ahorro energético es una estrategia de corresponsabilidad que busca sostener el sistema y avanzar hacia una soberanía energética real. Pero cuando no hay debate público, el mensaje se distorsiona, y lo que debería ser una solución compartida se convierte en una fuente de incomprensión. Porque en tiempos de crisis, ahorrar no es rendirse: es resistir con inteligencia y con diálogo.
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