Las jabas que el agua se llevó

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No hay mejor agua que la que cae del cielo, pues ella casi siempre limpia y purifica los campos y entornos. Sin embargo, los cienfuegueros de un tiempo para acá miran con espanto para los celajes ante la cercanía de alguna tempestad, porque saben que la Perla anda sucia y con cada torrente, las avenidas se convierten en autopista para jabas que navegan como chalupas, junto a cientos de pomos plásticos cual cruceros con destino a la bahía.

Como “regalos” en aceras y esquinas están las “jabitas piñatas” ─nombradas así por una colega en un trabajo anterior dedicado a estos temas─, esperando a ser recogidas por los trabajadores de la Empresa de Servicios Comunales, igualmente por algún gato o perro que les ha llamado la atención y han esparcido su contenido por doquier. Pero tal vez quien mejor se encarniza con ellas son las precipitaciones, llevando el convoy de despojos por contenes y tragantes en un periplo largo hasta las zonas bajas de la urbe, de manera notable el reparto Reina, uno de los que más sufre con las crecidas.

En recientes declaraciones de los directivos de la Empresa de Acueducto y Alcantarillado en Cienfuegos se afirmaba que, en ese consejo popular labora una brigada que trabaja única y exclusivamente limpiando registros y corrigiendo salideros. Según el directivo de la entidad, Rainier Álvarez, allí llevan más de dos meses de faenas y no han podido terminarlas porque se ha amontonado tal nivel de residuales que imposibilita cumplir con los cronogramas. “Hay calles en Reina que se han limpiado hasta cuatro veces ya. Se higienizan y hay que volver a intervenir porque son continuas las tupiciones”.

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Con tales afirmaciones, no es raro suponer que las familias en ese reparto, para entrar a sus casas, muchas veces tengan que hacerlo en botas de goma toda vez que la lluvia dice “aquí estoy yo”. Y no solo con botas, sino también con guantes para quitar del medio cuanto desecho aparece en las puertas de las viviendas, por ejemplo, en la calle 9 (Antonio Maceo) o en la céntrica Avenida 48, “populares” por inundarse a menudo.

El pueblo ha sido testigo en varias ocasiones de la cantidad de objetos extraídos en las tuberías mientras los trabajadores de la mencionada empresa laboran, que por su gran tamaño obstruyen los tubos de recolección de residuos, encargados de dar paso a las aguas en las calles. Cientos de latas y las temidas botellas de cristal están entre los objetos comunes que se agolpan y atrancan con alta frecuencia. A su vez, la atribución que se toman muchas personas de “picar” las calles, para hacer conexiones propias de residuales al pluvial sin la debida autorización, ocasiona que el líquido se acumule en lugares donde antes no ocurría, como resultado de un mal trabajo ejecutado.

El dilema de las jabas errantes y la mugre que lleva consigo parece no tener una solución posible, si las personas continúan cometiendo indisciplinas. La primera de ellas es colocarla en lugares inadecuados (fuera de los contenedores y fuera también del tiempo establecido para recogerla por los operarios de Comunales, luego de las 6:40 de la tarde).

No obstante, este comentarista cree que, aun lográndose tal objetivo, en nuestro país existe una bajísima conciencia sobre el significado de reciclar o reutilizar. La sociedad hoy ve casi como un acto de placer el botar o deshacerse de cualquier cosa sin medir consecuencias; sin pensar por un momento a dónde irá a parar y los peligros que podría desencadenar para la propia gente y el entorno.

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Delvis Toledo De la Cruz

Licenciado en Letras por la Facultad de Humanidades de la Universidad Central "Marta Abreu" de Las Villas en 2016.

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