Félix Pita Rodríguez, su fibra de gran escritor

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Por ser insigne y fecunda la creación literaria del escritor, poeta, traductor y periodista Félix Pita Rodríguez (18 de febrero de 1909-19 de octubre de 1990), cualesquiera de sus obras podrían venirnos a la memoria al recordarlo cuando se cumplen 35 años de su partida física.

Lectora de sus cuentos y de su poesía, no olvido el efecto que dejaron en el auditorio unos versos suyos, que salieron a relucir cuando la poeta Ángela de Mela, quien fuera su esposa, en un espacio de la Uneac en que se conmemoraban los 80 años del ii Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura –celebrado en España y París, y al que asistiría Pita Rodríguez, junto a Juan Marinello, Nicolás Guillén, Alejo Carpentier y Leonardo Fernández Sánchez– los compartió con los presentes.

Son ellos, son los mismos de ayer, / los de Oswiecim, de Buchenwald, de Lídice, / de Teresín, de Maidaneck, / son ellos, / son los mismos de ayer. / (…) Tienen registros de la muerte / inventarios de muerte / catálogos de muerte y almacenes / depósitos de muerte. / El hueso, las cenizas, los tizones, los residuos quemados son sus trofeos / son sus estandartes. (Son ellos, son los mismos de ayer).

El ángel para fabular historias que desde niño se le apareció no lo abandonaría nunca, y tanto contándolas como después escribiéndolas se fue sedimentando el artista que, con pluma renovadora y eficaz, mereció, ya en la madurez de su vida, el Premio Nacional de Literatura.

Su propensión a la aventura lo condujo por México, Venezuela y París, a donde llega con 20 años y conoce el esplendor del vanguardismo, que cala en una obra propia que se le hará cada vez más original y en la que se dejará ver al revolucionario con vocación de servicio y de sólidas convicciones humanas. La escritura será espacio para plantar su inconformidad contra el régimen burgués y levantar su voz en defensa de los desposeídos.

De vuelta a su patria, en 1940, dirige el magazine dominical del periódico Noticias de Hoy, órgano oficial del Partido Socialista Popular, y escribe Los cuentos de Montecallado, Los textos, Elogio de Marco Polo, y Aquiles Serdán 18.

En 1943 fue seleccionado por la Asociación de la Crónica Radial e Impresa de Cuba como el mejor autor dramático. En 1946 ganó el prestigioso premio internacional Hernández Catá.

Regresa a Cuba en 1959, pues en los años precedentes al triunfo revolucionario otras labores profesionales lo habían convocado en Argentina y Venezuela. Pronto se suma a la trasformación social que emprende la naciente Revolución Cubana y hasta su muerte se desempeñó en las tareas que le fueron solicitadas, entre ellas, la de vicepresidente de la Uneac y presidente de la Sección de Literatura de la organización.

Siempre que se indaga en la vida y obra de una personalidad, mucho se agradece lo que, desde la franqueza que propicia la cercanía y el testimonio, otros nos revelan.

«Félix era un caudal de relatos. Se le visitaba sobre todo para que él hablase. Fue el primer poeta célebre que vi en persona en mi vida», nos cuenta, en una crónica titulada Félix Pita Rodríguez como fénix, el escritor Virgilio López Lemus, quien entonces trabajaba como profesor de Dibujo Técnico en la Escuela de Capacitación Técnica Alecrín, del Instituto Cubano de la Pesca, y hasta allí había sido invitado el poeta para que leyera sus poesías.

De las visitas a su casa, nos cuenta: «Nunca hacía sentir a nadie inferior ante su presencia. Antes bien, ofrecía confianza, él no estaba sentado en un trono sino en una silla corriente, no se ponía en pose, le gustaba que le preguntásemos por su vida antes de la Revolución, pero narraba historias que parecían cuentos.

Era de una proverbial modestia y esa modestia jugaba con sus momentos egocéntricos, que más bien parecían disparos infantiles, sin malicia. (…) Todavía siento claramente su voz. En Tarot de la poesía tiene un poema que me lo recuerda de cuerpo entero: Lo malo no es el morir».

Entre otras pinceladas, López Lemus asegura que es ese el Félix Pita que le gusta recordar, y que admiró al otro que también era: el «militante revolucionario, el hombre que sin miedo se fue a apoyar a la República española, ya desatada la Guerra Civil; el que apoyó con toda su fuerza de gran escritor a la Revolución Cubana; el que se iba a las trincheras a decir poemas; el “cronista de su tiempo”; el comprometido con Vietnam y su pelea libertaria; el que amaba la vía socialista en busca de un estadio mejor, más justo y equitativo para la raza humana».

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Granma

Órgano oficial del Comité Central del Partido Comunista de Cuba. Fundado el 3 de octubre de 1965. Disponible en la web como diario desde julio de 1997.

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