El día de la felicidad
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Nada se compara con la sonrisa de un niño, verlo feliz e interactuar en un ambiente seguro donde sean de máxima prioridad sus necesidades humanas e infantiles, a la vez que realiza, en forma de juego, diferentes ejercicios para desarrollar la esfera cognitiva y habilidades físicomotoras.
Más aún si estamos hablando de niños, niñas y adolescentes con necesidades especiales, como son los pequeños con Trastorno del Espectro Autista. Las sonrisas en sus rostros, sus cantos, juegos y ese brillo en la mirada realmente superan cualquier sensación que hoy pueda describir con palabras.
Del testimonio de uno de los niños tomé el título para esta narración: “El día de la felicidad” y es que eso representan los lunes cuando llegan al Delfinario de Cienfuegos, junto a un equipo multidisciplinario del Hospital Pediátrico Paquito González Cueto y sus padres, donde los esperan entrenadores, especialistas y “sus amigos los delfines”, frase que también quedó en mi recuerdo, en voz de otro de los pequeños que conocí allí y que con toda esa magia infantil decía que estaba feliz porque iba a ver a su amigo el delfín.
La delfinoterapia como Terapia Animal Asistida y sus resultados
El equipo multidisciplinario del Hospital Pediátrico Paquito González Cueto y los especialistas del Delfinario de Cienfuegos son en estos momentos, pioneros en investigaciones que redundan en una mejor calidad de vida, inclusión y desarrollo del área social, motora, comunicacional y cognitiva de niños con Trastorno del Espectro Autista. La Terapia Animal Asistida, en este caso la delfinoterapia, comenzó en este centro hace dos años. Los resultados han sido satisfactorios y señalan a un progreso en la salud, tanto psicológica como física, que abarca el área del conocimiento, el lenguaje y la interacción social de estos niños y adolescentes. Todo esto le ayuda a una vida más plena, independencia, conocimientos, habilidades y al disfrute de una experiencia muy agradable.
Los primeros en aplicar la delfinoterapia fueron Horace Bobb, de Escocia y David Nathanson, de Florida, que utilizaron delfines en el tratamiento de niños discapacitados. Por su parte, la fundación Delfín Mediterráneo, en España, lo ha utilizado en niños con Síndrome de Down, depresión y autismo. Para este tipo de pacientes se aplica la terapia biosónica y la sacrocraneal en las que, por medio de emisiones acústicas de los delfines, se favorece el desbloqueo y el equilibrio de los hemisferios cerebrales.
Su efectividad ha sido comprobada a través de encefalogramas, fundamentalmente. (Oropesa Roblejo P, 2009) Este investigador explica, además, que los delfines son excelentes terapeutas porque los sonidos que emiten ayudan a mantener la homeostasis del ser humano. Estos sonidos curativos los hace sanadores holísticos, porque influyen directamente en el sistema nervioso escaneando las dimensiones: corporal, mental y el sistema de valores.
La experiencia avalada por médicos del Hospital Pediátrico Paquito González Cueto, personal especializado del Delfinario de Cienfuegos y padres
En Cienfuegos también han sido tangibles los resultados, con estudios que abren un nuevo camino en nuestro país. El testimonio de la Doctora Niucha Hernández Muñoz, psiquiatra infantil del Hospital Pediátrico Paquito González Cueto y responsable del proyecto, nos da fe de ello: “Hasta el momento se ha trabajado con grupos pequeños, de tres y de dos. La mayor parte de los pacientes que han participado presentan Trastorno del Espectro Autista, mayormente niños con síndrome de Aspen, que es un autismo ligero y en su caso específico, tienen más afectada la socialización que el intelecto. Tuvimos un grupo con trastornos del lenguaje y trabajamos también con una parálisis cerebral.
“Hemos visto resultados increíbles, donde poco a poco han comenzado a socializar entre ellos. Claro, siempre con la intención de nosotros, buscando actividades que logren llevarlos a interactuar unos con otros y con los delfines, que ha sido el principal vehículo en esta terapia. Cuando uno logra incentivar ese intercambio y los guía, es mucho más fructífero. Van ganado confianza con el delfín hasta permitir el contacto físico, que para ellos resulta un reto importante y lo llegan a lograr muy bien.
“Antes de entrar al mar siempre comenzamos con alguna actividad en las que se utilizan diferentes áreas, que los preparan para lo que vamos a hacer después. Ya en el agua utilizamos pelotas, estimulamos la parte de la motricidad, la coordinación visomotora y la sensibilidad. Justamente se escogió esta laguna por eso, por las diferentes texturas conque ellos pueden interactuar y también tocar la piel del delfín con las manos, los pies y la boca. Durante la terapia se trabajan todas las partes, desde la sensibilidad, motricidad, coordinación visomotora, la parte cognitiva, comunicación, socialización y lenguaje”.
La Doctora Inés Caridad Otero Pérez, neuropediatra, comentó desde su experiencia: “La terapia propone, como decía la doctora Niucha, una estimulación global de todas las áreas del neurodesarrollo, como la socialización, la comunicación, la interpersonal, el lenguaje, la motora, la intelectual y la sensitiva. Al inicio se estimula también la motora gruesa y motora fina, forman rompecabezas, se potencia la concentración y la atención. Se les enseña las partes del delfín y se les orientan tareas para la casa donde deben dibujar y de esta forma ejercitar también la motora fina.
“Hay que coordinar para que cada grupo tenga la misma edad y trabajar con ellos a un mismo nivel. También se hizo uno con adolescentes. En este grupo todos tienen entre cinco y seis años. En las primeras dos sesiones le temen al agua, a los delfines y no se relacionan entre ellos; pero ahora que estamos terminando se puede ver cómo llegan entusiasmados por entrar al agua y tocarlos. Ya se saben las partes del animal, reconocen a los entrenadores; entre ellos mismos se saludan y buscan la forma de interactuar, que anteriormente había una distancia muy marcada. Aunque siempre los acompañan entrenadores junto a un especialista de la parte médica, con los padres ellos se sienten mucho más seguros, por lo que en esta sesión entran con ellos. Al principio ni siquiera flotaban y esto no dejaba poder darles el ultrasonido con el delfín y ya, desde la sesión anterior, están participando y lo disfrutan.
“Hay estudios que demuestran que la terapia produce cambios encefalográficos, que las ondas se modifican; no solo existen mejoras en la parte clínica, donde uno ve el comportamiento del niño. Se les hace a ellos un encefalograma antes de comenzar la terapia y se les repite al culminar, para compararlas. Hemos encontrado, en estudios que se han ido realizando que, de electros más alterados, más irritativos, se ven electros con tendencias más a la normalidad. Es un proyecto nuevo y queremos comprobar si nosotros también tenemos los mismos resultados. No se recoge aquí en Cuba otro proyecto, al menos de delfinoterapia. Trabajamos en coordinación con el departamento de neurofisiología del Hospital Pediátrico”.
Por su parte, Yordán Dueñas Mena, veterinario del Delfinario de Cienfuegos, argumenta desde sus experiencias con el proyecto: “Los delfines sociabilizan, son muy sensibles, detectan movimientos y cosas que nosotros no somos capaces de percibir. Estos niñitos les trasmiten a ellos tranquilidad o perciben que necesitan estar tranquilos para poder darles esa paz y seguridad que requieren. Siempre entra un entrenador con cada niño, independientemente de los padres y de los especialistas.
“Es un trabajo terapéutico donde no se necesitan fármacos, ni equipos, solamente con la presencia del animal, en un ambiente natural. También tenemos en Cienfuegos la equinoterapia. Como ves, los animales no se maltratan, ellos están sin ningún tipo de presión, están relajados, no tienen problemas, los pueden voltear, acariciar, ellos se quedan muy tranquilos. Los delfines les dan ultrasonido con las ondas que emiten. Primero se logra relajar a los niños, para luego hacer el ultrasonido. Se les toca la parte frontal de la cabeza, que se llama el melón. Ahí cargan toda la reserva energética que ellos tienen y es donde se reflejan los sonidos y las ondas sonoras”.
Parte importante del equipo son las personas más cercanas a guiar a los delfines para este propósito terapéutico, por eso quisiera proponer la mirada de Iván Gutiérrez Díaz, jefe de los entrenadores del Delfinario de Cienfuegos: “Ha sido una experiencia maravillosa, cuando ves el cambio que dan los niños, el cariño que les trasmiten a los entrenadores, las relaciones y los vínculos que crean entre ellos, al igual que todos los terapeutas, como te dicen que van avanzando que se relacionan más entre ellos mismos, cosa que antes no hacían. Los delfines disfrutan mucho de estas terapias porque son amantes de las caricias, de los abrazos y al interactuar con estos niños, los cuales se pasan la mayor parte del tiempo acariciándolos, jugando con ellos, eso les gusta. He trabajado desde el primer grupo hasta este, ya son varios que han pasado por acá. Hay niños que llegan que no quieren ni entrar al agua y al final de la terapia, cuando terminan la última sesión, casi que no quieren salir. Algunos se mantienen viniendo a saludar a sus amigos los delfines, como ellos les dicen.”
Para Carlos Adriano González Prieto, otro de los entrenadores que puede vivenciar cada lunes como avanzan los niños con esta experiencia: “Primero que todo tienen un desarrollo físico, emocional, crean diferentes tipos de vínculos, se relacionan entre ellos, con los delfines, logran hacer un grupo social entre los padres, sus compañeros y los delfines. En cuanto al desarrollo físico, despliegan muchas habilidades tanto sensoriales como motoras a la hora del tacto, porque tienen también que tocarlos, agarrarlos y realizar diferentes tipos de ejercicios como lanzarles balones, aros y cepillarles los dientes. También los ayudamos mucho con el tema de ejercitar la memoria con las partes del delfín. El entrenamiento para ellos es diferenciado con los niños y saben cuándo es una persona adulta y cuando no. Con los pequeños ellos son mucho más dóciles, cariñosos, lo hacen todo con mucho más cuidado.”
La más joven del equipo de entrenadores, Ana Iris Ruiz- Sánchez Palacios, también se emociona en cada sesión al ver la interacción de estos niños y su alegría. Dice que “es reconfortante constatar el progreso. Los veo poco tiempo, pero es suficiente para ver cómo avanzan y se desarrollan mejor. El cómo se sienten con nosotros, con los delfines y se comunican entre ellos después, es realmente satisfactorio.”
Las otras vivencias son las que aportan los padres, desde una mirada de agradecimiento al equipo médico y al equipo técnico del delfinario. En sus ojos la alegría que comparten con los hijos, estos pequeños grandes triunfos de cada sesión, como un rayo de esperanza que ilumina vidas.
Niuvis Valera Rodríguez, madre de Ian Rodríguez, comparte que “el niño tiene seis años y presenta síndrome de Aspen, dentro del Trastorno del Espectro Autista. La terapia ha sido realmente positiva. Le coincidió con su entrada a la escuela, con su primer grado. Mi niño está más contento, los lunes se pone feliz, se levanta desde las 6 de la mañana comentando que va para el delfinario. Después, el resto de la semana, cuenta sobre la experiencia. En la terapia también está el tema del ultrasonido. Él ha mejorado mucho, principalmente la comunicación. Realmente es efectivo. Para los padres también, porque cualquier logro que ellos tengan eso nos da una satisfacción tremenda”.
Maikel Ortiz, padre del niño Mauro Rafael Ortiz, comentó: “Es una experiencia maravillosa y se nota el avance que han tenido los niños desde que comenzó la terapia hasta ahora, que ya están casi terminando. Han ganado más en habilidades, que anteriormente no las tenían o no eran perceptibles. No es una solución a los problemas, pero es un gran avance al estado de los niños, a su calidad de vida. Cognitivamente han mejorado mucho, es algo más que los emociona, los motiva y es una experiencia muy positiva. Principalmente la voluntad de las entidades de salud que tienen este proyecto tan humanista y noble”.
Y Daniela Oliver, mamá de la niña Lili Jiménez, comentó que “esta experiencia ha sido fundamental. He notado varios cambios en ella, todos positivos. Estoy encantada de que ella haya sido una de las elegidas para esta terapia con los delfines.”
Por lo general, los padres refieren que sus hijos están más motivados, se relacionan mejor socialmente, duermen también más relajados y pueden dar fe de cambios positivos en la vida de ellos, además del goce y el disfrute de la experiencia. Ojalá, en ese maravilloso espacio, puedan incluirse otras terapias con animales e incrementar un estudio que ya está dando resultados tangibles. Incluso, por qué no soñar que esta experiencia pueda llegar a niños más allá de la frontera de Cienfuegos. Retos hay muchos, desde la logística hasta los mismos requerimientos para continuar brindando a los animales un cuidado óptimo.
Toda obra de amor a favor de la inclusión, desarrollo y calidad de vida de nuestros niños, niñas y adolescente será siempre una obra inmensa. Como esta, cargada de retos materiales, pero que permite que los lunes un grupo de niños llegue a un centro recreativo que se transforma para brindar un servicio de Terapia Animal Asistida con delfinoterapia, junto a especialistas y técnicos muy capacitados.
Allí cada persona llena de cuidados, mimos y disfruta junto a las sonrisas de cada pequeño. De pronto las barreras entre el Trastorno de Espectro Autista se disuelven, mediante una experiencia enriquecedora donde ganan, principalmente, los niños. Y digo principalmente porque ellos también nos enseñan a todos, que formamos parte de un mundo con matices, donde cada persona importa, es valiosa y debe ser tratada con amor, en un ambiente seguro que posibilite el crecimiento, el desarrollo humano y el aprendizaje.
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Me quedé enamorada de este proyecto, tan humano y necesario para nuestros niños. Gracias Dolores y Magalys. Realmente no hay nada más gratificante que ver sus sonrisas y la manera en que los pequeños intractúan en el ambiente que les propician las doctoras, el personal del delfinario y los propios delfines. Saludos cordiales
Soy terapeuta de comportamiento. Trabajo con niños autistas. Me ha encantado este artículo. Nada más gratificante que ver a nuestros pequeños felices. 💙🧩
Excelente trabajo, querida Sandra, qué proyecto humano!!! Gracias por visualizarlo, y al “5” por compartir