Bestiario del Bibliófilo o una apuesta por la vida
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Uno de los prosistas foráneos que llegó hasta la última edición de la Feria Internacional del Libro de La Habana, fue el mexicano Ricardo E. Tatto (Mérida, 1984). Este reportero tuvo la suerte de estar presente durante la presentación de un texto reciente suyo, Bestiario del Bibliófilo (y otras fieras literarias), y compartir allí criterios con el público asistente y las opiniones del propio autor sobre la creación de uno de los más fabulosos inventos producidos por el hombre.
La obra —lanzada en 2023 por la casa editorial independiente y multidisciplinaria mexicana NITRO/PRESS—, constituye en sí una compilación de pequeños ensayos con rasgos muy puntuales, que según Tatto, aunque posee un título “un tanto complicado, no es un libro pretensioso”, sino todo lo contrario: está escrito en clave humorística, y es contenedor de muchas verdades.
El volumen abunda sobre todo en los tipos de personajes que rodean a la naturaleza de los libros, no sólo como vehículo depositario de la palabra, sino como un objeto coleccionable que nos provoca —a ciertos individuos— hábitos singulares, rayanos en la locura.
“Uno de los mayores placeres para el bibliófilo que ha dedicado tiempo y recursos económicos a una afición que roza peligrosamente la enfermedad, es el hecho de poder admirar su amplia y cuidada biblioteca, con libros que sin duda le son entrañables, y muchos otros que aún no ha leído y que espera leer, en su vana y fútil ilusión, algún día venidero”, asevera el autor en el texto.
Cuando el mexicano habla allí de “buen lector”, aporta lo que él llama unos tips sobre cómo leer más o cuál régimen disciplinario llevar a cabo para ello, y al mismo tiempo, se “burla” de ciertas costumbres o prácticas que tienen los lectores asiduos, dígase doblar las páginas, marcarlas, escribirlas, y subrayarlo todo.
Uno de los pasajes más pícaros es aquel titulado De los voyeuristas bibliófilos, en el cual Tatto se explaya afirmando que se trata de una “perversa variante dentro de esta fauna bibliófila”. Explica que se les puede reconocer fácilmente, puesto que, “estos individuos en apariencia normales, al entrar a alguna casa o recinto con libros a la vista, no pueden evitar que los ojos se les salgan de las órbitas y dirijan su mirada hacia los volúmenes en cuestión (…), y otros aprovechan la ocasión para morbosear los títulos con total descaro”.
Hay en Bestiario… además, otros ensayos que siguen apegados al humor negro como el titulado De los birladores de libros, por ejemplo. Otros están más cerca de la crítica de arte, como uno que él cataloga de crónica, denominado De los viajes y otras geografías literarias, en el cual narra no solo sus experiencias sino también cómo podemos viajar mejor acompañados de los volúmenes.
“A veces no podemos salir de casa, pero los libros sí pueden hacer eso y más, nos llevan a otras partes sin movernos del sillón hogareño. Es un escape, una manera singular de huir de nuestra realidad o también de enfrentarnos a ella. El escape no es necesariamente la negación de la misma, sino una reelaboración de ese contexto desde nuestra perspectiva como seres humanos”, afirmó el narrador, que también es periodista, y funge como presidente de la Red Literaria del Sureste y director de la revista Soma, Arte y Cultura.
“¡Cuánto potencial no posee un libro y cuántas veces no lo olvidamos!”, destacó, aludiendo luego a que el empleo hoy de la tecnología es necesario, pero que el libro viene a ser esa misma tecnología surgida hace siglos y que ha ido variando en distintos soportes y materiales. Pero en su esencia, el libro sigue sin cambiar a lo largo de tantos años.
Algunas personas del público intervinieron y aseguraron que preferían el formato estándar a las versiones digitales de los textos, de manera general por la comodidad que ello supone. “El libro en físico es como un compañero que uno guarda para olerlo y gozarlo de a poco con el tiempo”, dijo alguien.
Otros, ante la curiosidad,le preguntaron si conocía a autores que como él han dedicado parte de su obra a escribir sobre este tema. De los nombres que citó estuvo un compatriota suyo llamado Gabriel Zaid, ensayista y poeta, autor de Los demasiados libros, donde critica, entre otros aspectos, la abundancia de la oferta editorial alrededor del mundo, que en su mayoría serán volúmenes producidos que no llegarán a ser tocados por las personas y mucho menos leídos.
Si algo dejó claro Ricardo E. Tatto al público cubano fue que, lo que nos salva hoy día es el arte y la literatura contenidos en ellos. “Tratar con este ámbito, con la cultura, es confraternar con nuestros semejantes, y eso creo es lo que nos protege en el presente de un mundo en constantes pugnas y guerras. No nos deja perder la esperanza, porque mientras se siga leyendo o haciendo arte, seguiremos apostando mejor por la vida”, afirmó antes de concluir con la célebre frase latina Verba volant, scripta manent.
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Delvis, muchas gracias por la reseña! No sabía que eras un colega del periodismo cultural, pero me da mucho gusto que hayas disfrutado mi libro. Espero asistir el próximo año con mi nuevo libro, Universo de Juan García Ponce, a la Feria de la Habana. Si es así ojalá podamos charlar ampliamente sobre este y otros menesteres. Gracias por el interés, abrazo!
Gracias a usted por regalarnos una tarde de lujo aquel día.
Sin dudas estaré allí para compartir nuevos criterios.
Saludos.