Antes no, ahora sí
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Ese buen ritmo tragicómico que intentó lograr Patricia Ramos en El techo (sin conseguirlo) lo alcanzó sin dudas en su último filme Una noche con los Rolling Stones.
Rita es una mujer de mediana edad que persiste en encontrar el amor. Junto a su divertida amiga de toda la vida, asiste a fiestas y baraja posibles amantes. De hecho, tolera a uno falso porque no llega el verdadero. Tal perseverancia compensa su parte dolida: un hijo adolescente rabioso por emigrar, una madre anciana que medita en la muerte, y su part-time como agente inmobiliaria donde debe escuchar, allende al oficio, las confesiones ajenas, la tristeza del familiar que queda solitario después que todos parten hacia extranjeros destinos.
Si bien el conflicto general no ahonda en esas penas hechas costumbre (la soledad y la emigración), hay una grata cadencia en la trama, rociada de sorpresas narrativas de índole humorística, que no hacen concesión al melodrama y proporcionan el sabor agridulce de una tragicomedia bien lograda.
No solo el humor alusivo compensa la aparente ausencia de un conflicto dramático vertebral. Hay, por debajo, una explosión silenciosa del simbolismo del Viaje: no exclusivamente el que se desarrolla en el espacio (anhelo del hijo), también el temporal (rejuvenecimiento de la amiga), el metafísico (convicción religiosa de la madre), el realista-mágico y onírico (ensoñaciones de Rita), e incluso el científico-ficcional (¿tenemos dobles?)
Así, la realidad del filme se expande a diversas dimensiones que trascienden el mero costumbrismo de una sociedad fatigada; al tiempo que le confiere a la protagonista y los secundarios, rasgos psicológicos y anhelos universales que no los reducen a simples animalitos supervivientes.
En consonancia, la elección de deportistas y artistas marciales en sus prácticas habituales, el aire del malecón habanero, una feria de mascotas, los ambientes de fiestas nocturnas y las casas amplias y confortables, nos muestran otros escenarios que se alejan del estereotipo ya gastado del cuartico de solar y la hambruna.
Junto a tan fresca escenografía (fotografiada con exquisito gusto), el Viaje como subtexto y las soluciones cómicas de anticlímax, destacan las encantadoras actuaciones de Lola Amores (Rita) y Doris Gutiérrez (la madre). Ambas actrices consiguen, mediante diversos matices de voces y gestos, ese entrelazo que combina la delicadeza femenina con la firmeza en los propósitos y decisiones que caracterizan a sus respectivos personajes. Aunque cabe agregar que todo el elenco de actores insufló vida a sus interpretaciones; incluyendo la breve aparición de Fernando Pérez que me arrancó una risita cómplice.
Al final, además de un final feliz, tienes dos finales: el de la película y el que te imaginas.
De modo que antes no, pero ahora sí, Patricia. Quizás valió la pena esperar. Los buenos guiones, modificados con paciencia de orfebre, al igual que el vino añoso y los Rolling, adquieren el poder de emocionarnos durante largo tiempo.
Nota: El largometraje será exhibido en la muestra audiovisual de nuestro festival cienfueguero Surimagen 2024 (20-22 de noviembre)
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Tu agudeza en la crítica a esta película me encanta. Tu detalle sobre mi secuencia breve pero certera, la agradezco…porque la brevedad de una interpretación no debe suponer la no valoración del resultado. Si se mira bien…Es mucho más difícil lograr comunicar en tanto la brevedad de una secuencia. Una simple anécdota, Cuando interpreté a Fulgencio Batista el exdictador, el jurado me propuso para el premio Caricatos de ese año, pero…Siempre existe el, pero…Alguien defendió la idea de por lo corta de mi aparición no se me debería dar el mencionado premio. En los premios se debe valorar en primerísimo termino, la excelencia de la misma, no el tiempo de duración. Gracias por tan certero comentario…por lo que plantea el personaje, fue por eso que acepté el mismo. Felicidades.