¡Yo soy el maestro!

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En la más reciente visita de la ministra de Educación a Cienfuegos, durante una reunión de la Federación de Estudiantes de la Enseñanza Media, saltaba a colación el tema de la formación de profesionales en carreras pedagógicas.

Y se manejaban cifras que podrían llamar la atención de amplios sectores de la sociedad cubana y cienfueguera en particular: este año se graduarán apenas unos 50 estudiantes del “Pedagógico”, al tiempo que una cifra similar ingresará en esa enseñanza, quienes optan por solo tres de las 20 carreras existentes, entre las cuales no se incluyen, precisamente, aquellas del currículo básico de asignaturas como Matemática, Física, Química, Biología, entre otras.

Y en verdad resulta un tema alarmante, que atrajo la atención de los presentes, y motivó una amplia y profunda intervención de la ministra, recabando la ayuda de la organización estudiantil y de todos cuantos tienen que ver con la formación vocacional. Porque sin dudas, debe resultar una preocupación para la sociedad que no se establezca una reserva de maestros y profesores a partir de la enseñanza superior. ¿Cómo si no se garantizará el futuro del aprendizaje y la trasmisión de conocimientos?¡Yo soy el maestro!

Habrá que recurrir entonces a los métodos que al inicio de la joven revolución dieron resultado, como la formación de maestros Makarenko, el contingente de montaña Frank País o la creación del destacamento pedagógico Manuel Ascunce Domenech, allá por los años 70, aquellos muchachos que intercalaban el estudio con el trabajo y colmaron las aulas de profesores de uniforme azul, y salieron de lo más selecto de los estudiantes de décimo grado, quienes incluso renunciaron a estudiar carreras de otros perfiles ante la necesidad imperiosa de ocupar las aulas.

¡Yo soy el maestro!Yo recuerdo por sus nombres o apellidos a mis profesores del Preuniversitario, salidos de aquellos contingentes, y si aún, pasados más de treinta años son recordados, es porque integraban la vanguardia. Payrol, Química; Reina, Matemática; Magalys, Español-Literatura; Colina, Geografía, Grandall, Biología; Alfredito, Astronomía; Rolando y Ovidio, Física; Cairo, Inglés, y mucho más, que quedaron grabados en la memoria de sus alumnos como excelentes educadores, que se enfrentaban a un grupo de adolescentes desde el humanismo.

Con 50 nuevos profesores no se garantiza el futuro de una de las mayores conquistas que ostentamos, ni podrá mostrarse una educación con calidad. Habrá que cuestionarse cuáles son las causas, los motivos, de por qué los estudiantes que recién terminan el Preuniversitario no se inclinan por el perfil Pedagógico. ¿Salarios insuficientes? ¿Poco o casi nulo reconocimiento a un sector que siempre gozó del favor  social? ¿Deficiente labor vocacional?

Pero las respuestas no las tiene la prensa, las respuestas habrá que buscarlas y encontrar una solución, porque lo que sí no podemos permitirnos es comprometer el futuro y mucho menos hipotecarlo. Los padres, la familia, tienen que participar de los procesos docente-educativos, pero deberán involucrarse desde una perspectiva de participación, no decidiendo ni interrumpiendo los procesos que son prerrogativa de la Escuela como institución, y cuando digo escuela incluyo a centros de todas las enseñanzas.

¡Yo soy el maestro!Expresiones como las de “son más difíciles los padres que los niños” no debieran primar ni coartar iniciativas, y mucho menos impedir que grupos de estudiantes, casi en las postrimerías de un curso escolar queden sin maestro o a merced del más popular o el que mejor notas otorga.

Desde lo personal he sido testigo de normas y hasta trampas que impiden a un profesor dar lo mejor de sí frente a un grupo, y este sería solo un ejemplo aislado.

Aquel eslogan de ¡Yo soy el maestro!, la misma frase que pronunciara Manuel Ascunce Domenech, frente a sus asesinos, sin miedo, quien perdiera la vida por el único delito de enseñar a leer y escribir a los campesinos, debe ser el lema de muchos de los jóvenes que hoy, con posibilidades, pueden convertirse en educadores, con potencialidades, habrá que desbrozar los caminos y buscar alternativas, para que se convierta en un coro unánime y muchos quieran ser los maestros del mañana.

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Magalys Chaviano Álvarez

Periodista. Licenciada en Comunicación Social.

2 Comentarios en “¡Yo soy el maestro!

  • el 31 mayo, 2017 a las 12:21 pm
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    Usted ha abordado temas como este en más de una ocasión, la felicito, porque como plantea en el artículo “… las respuestas no las tiene la prensa…” pero sin dudas los periodistas con sus escritos al respecto pueden ayudar a que los que pueden dar las respuestas se decidan a buscarlas o acaben de encontrarlas si es que las están buscando. Saludos.

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    • el 12 junio, 2017 a las 6:57 pm
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      Profe, qué bien que Ud, que es un “evangelio vivo” y créame que lo digo en toda la extensión semántica de la frase de José de la Luz y Caballero, uno de los más grandes preceptores cubanos, le encuentra utilidad a mi comentario; porque otros, autoridades del sector incluso, lo encuentran pesimista, tanto como para quejarse. En verdad no entendieron mi reclamo ni el grito de ayuda. Pero yo estuve, escuché y gravé la intervención de la ministra, encuentro en el que hubo ausencias importantes, ausencias que no debían.. .porque muchas veces la organización de eventos no es eficiente, y se pierden de un debate de estudiantes, a quienes es preciso ESCUCHAR, en primera persona!!! Delegar no sienpre se hace con eficiencia. Pero volveré sobre el tema, una y otra vez, y todas las veces, aunque me cueste el veto, gracias, por leernos, comentar y por estar en un aula por tantos años y ser el responsable de instruir y educar a tantas generaciones, y le regalo otra frase de José de la Luz y Caballero: ““Sin manipular en un laboratorio no se aprende Química. Sin un buen profesor que ilustre las materias, no se aclaran ciertos puntos matemáticos. Sin la viva voz del maestro no se pronuncia bien una lengua extraña”.

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