Los verdaderos libertadores entran a Cienfuegos

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Cuando el primero de enero de 1959 Batista y su camarilla abandonaron el territorio nacional en fuga cobarde hacia República Dominicana, donde dominaba otro dictador, Rafael Leónidas Trujillo, las desmoralizadas tropas de Batista que componían la guarnición de Cienfuegos se entregaron sin combatir, a la llegada de las  fuerzas del Segundo Frente del Escambray,  las más cercanas a nuestra ciudad.


Estas no eran realmente revolucionarias, estaban comandadas por Eloy Gutiérrez Menoyo,  que las organizó después que fue expulsado de las filas del Directorio Revolucionario 13 de Marzo; se opusieron a la unidad con los realmente revolucionarios; no presentaron combates contra los soldados de la tiranía y se dedicaron a robar vacas a los campesinos de las montañas y realizar fechorías cercanas al bandidismo, por lo que Che los llamó “come-vacas”.

El imperialismo se aprovechó de aquella circunstancia y colocó al lado de Menoyo a dos agentes-CIA, los norteamericanos William Morgan y John Spirito, y precisamente estos dos eran los que se mantuvieron al mando de los cuarteles cienfuegueros a principios de enero de 1959. Son precisamente estas tropas, con tales características, comandados por no revolucionarios, donde existían algunos realmente revolucionarios pero sin mando, quienes ocuparon entonces aquí todos los cuarteles de la policía y del ejército batistianos y establecieron su puesto de mando en el Distrito Naval del Sur, en Cayo Loco, dedicándose a acopiar armas y mantener un orden militar, sin la participación popular. Se creó una situación tensa que fue manejada con serenidad por los verdaderos revolucionarios.

Lo ocurrido en Cienfuegos es inédito en el resto del país. Es la única ciudad importante que no fue liberada por legítimos luchadores revolucionarios. Expliquemos  estos  hechos históricos para que se comprenda las dificultades del primer momento: el mando nacional del Ejército Rebelde envió el tres de enero, desde La Habana al piloto del “Granma”, el palmireño Roberto Roque Núñez, oficial de la Marina de Guerra Revolucionaria, para que se hiciera cargo del Distrito Naval de Cayo Loco, pero Gutiérrez Menoyo, y su segundo, William Morgan, no lo permitieron. La prudencia evitó conflictos mayores, pero era evidente que la situación se tensaba.

Se daba el caso, además,  de que la mayor parte de los dirigentes del Movimiento 26 de Julio de la ciudad estaban en el exilio forzado, o presos, o combatían en otros lugares, debido a la enorme represión después del frustrado alzamiento popular del 5 de septiembre de 1957, y llegarían días después. Era una situación única en el país, pero que como todo el pueblo cienfueguero respaldaba la Revolución de Fidel, y cumplía la orden del Comandante en Jefe de permanecer en huelga general revolucionaria para oponerla a las maniobras de la embajada de Estados Unidos, que quiso colocar una Junta Provisional con generales batistianos,  esa fuerza  popular cienfueguera era enorme, y por la intuición de los revolucionarios, nunca confraternizaron  con quienes entraron a la ciudad el primero de enero,  y éstos a su vez tampoco la favorecieron, ocupados como estaban en acopiar, sospechosamente, armas en los cuarteles que ocuparon.

Por estas razones, cuando en el amanecer del 4 de enero entraron a Cienfuegos, en medio del enorme regocijo popular, sus verdaderos libertadores, el pueblo cienfueguero los vitoreó como tales. Las masas los rodearon alborozadas y aclamaron a las tropas del Movimiento 26 de Julio, que llegaban en unos cuarenta camiones, al mando del cienfueguero, combatiente clandestino y capitán, Raúl Curbelo Morales.  Este fue estudiante del Instituto de Segunda Enseñanza en esta ciudad y él y sus hermanos forjaron un hermoso historial revolucionario de servicios a la Revolución durante los años de clandestinidad contra la dictadura batistiana y habían jugado un papel importante en la fundación del M-26-7 en varios poblados cercanos a Cienfuegos, y en la sublevación del 5 de septiembre, y tuvieron que salir de la ciudad. Llegaban después de liberar a varios de los pueblos aledaños en los últimos días de 1958 y el primero de enero de 1959.

Todos los soldados rebeldes recién llegados se instalaron en el edificio del antiguo colegio de los Jesuitas  en el centro de la ciudad. Esa fuerza con su sola presencia y prestigio contrarrestó la acción del grupo de Menoyo. El propio día 4 regresan algunos cuadros del Movimiento 26 de Julio y el dirigente Carlos Margolles Dueñas, que estaba exiliado en México, es nombrado Coordinador del M-26-7 en la ciudad.

Igualmente, cuando regresa el médico y combatiente clandestino aquí, y luego miembro de la columna invasora del Che y combatiente de la batalla de Santa Clara, Serafín Ruíz de Zárate, es designado por la Junta Provisional del Gobierno local, Comisionado Municipal, o sea, Alcalde, y se sustituye al terrateniente cafetalero del Escambray y adinerado burgués local, Manuel Toyos que había sido nombrado Alcalde por el Segundo Frente, sin contar con las demás organizaciones ni con la población sureña. Comenzaba a desbrozarse así de oportunistas al panorama local, por las fuerzas verdaderamente revolucionarias.

El panorama político de Cienfuegos se consolidará con la llegada de Fidel a la ciudad en la noche del día seis, (como veremos en la crónica de esa fecha). El pueblo cienfueguero va asumiendo el control, y la prensa no se queda atrás.  Los obreros de “El Comercio”  incautan ese diario sureño que era propiedad de dos magnates batistianos, nada menos que de Santiago Rey Pernas, ministro de Gobernación y jefe del Buró de Represión de Actividades Comunistas (BRAC) de la dictadura derrocada, y del Representante a la Cámara, Alberto Aragonés, que huyeron del país siguiendo a Batista en esa fuga. Estos obreros re-bautizan al diario como “Cienfuegos Libre”, lo convierten en Órgano de la Revolución, y comienzan a editarlo el día cuatro de enero de 1959. Es otro caso inédito en el país. Unas semanas después cambiará el nombre a “Liberación” y será Órgano del Movimiento 26 de Julio en el territorio.

Así el pueblo fue conquistando, con alta responsabilidad, su legítimo poder y colocando a sus genuinos representantes en los lugares donde mejor puedan servir a la causa popular que se inicia. Es una ciudad que no está dispuesta a dejarse arrebatar su Revolución.

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Andrés García Suárez

Periodista, historiador e investigador cienfueguero. Fue fundador de 5 de Septiembre, donde se desempeñó como subdirector hasta su jubilación.

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