Una tarja que titila en el Olimpo de Cienfuegos

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El objetivo era subir la montaña junto a los estudiantes de onceno grado del Instituto Preuniversitario Vocacional de Ciencias Exactas (IPVCE) Carlos Roloff Mialovsky, de Cumanayagua. Sin embargo, Kronos le jugó una mala pasada y no pudo encontrarse con ellos a tiempo. Asumió entonces, que irían por el trillo oficial atravesando el poblado de Seibabo, a solo un kilómetro y medio de la entrada de la escuela.

Por tanto, se dijo: “De los cobardes no se ha escrito nada”, y envalentonado, decidió escalar la montaña a campo traviesa. Si lograba hacerlo de esa manera, seguramente llegaría primero que los muchachos, y con buen margen de diferencia.

Aquello no era un mero capricho: él quería revivir viejos recuerdos del bachillerato, realizando —luego de ocho años—, uno de los ejercicios prácticos de la asignatura de Preparación Militar (PMI) en ese colegio. Escalar la “loma del avión” (como le suelen llamar los estudiantes allí) no es tarea titánica si el sendero está claro, desprovisto de maleza y arbustos espinosos, y llevas además contigo un machete amolado.

Él, obsesionado, jamás pensó en lo traicionera que puede ser la naturaleza agreste y los desafíos que impone –como bautismo de fuego–, a los seres humanos aventureros, quienes muchas veces no salen vivos de ellos.

La loma del avión, como le llaman los estudiantes del cercano IPVCE Carlos Roloff, vista desde la carretera hasta Seibabo./Foto: Delvis Toledo
La loma del avión, como le llaman los estudiantes del cercano IPVCE Carlos Roloff, vista desde la carretera hasta Seibabo./Foto: Delvis Toledo

Así les sucedió a los 20 militares que perdieron la vida en la cima de aquella soberbia elevación del Escambray cienfueguero, y que durante largas horas nadie supo del fatal accidente.

Todos villaclareños —nueve soldados, tres sargentos de tercera, cuatro tenientes, dos primeros tenientes, un mayor y un teniente coronel—  perecieron a causa del impacto y las llamas aquella tarde del 21 de enero de 1985 mientras realizaban un ejercicio táctico especial de paracaidismo en la zona.

Quedaron envueltas en el misterio las causas por las cuales el helicóptero en el que volaban se arrojó estrepitosamente contra la cumbre. Quizás fuera el traicionero clima montañoso unido a fuertes vientos irregulares propios de los meses invernales; problemas en la maquinaria; un error humano…o todos a la vez, devinieran detonantes del hecho desafortunado. Conjeturas y otras leyendas tejidas alrededor de este suceso aislado que los habitantes más veteranos del pueblito adyacente de Seibabo, recuerdan bien.

Tal es el motivo: arribar no solo a una cúspide que fue testigo de la funesta colisión entre la aeronave de acero y la roca, sino también recordar in situ el nombre de las víctimas izando una bandera en la pequeña asta o sencillamente, reflexionar sobre cómo 20 seres humanos murieron súbitamente a merced de la intemperie, lejos de sus hogares y familias, aunque en el cumplimiento de la soberana misión de prepararse para defender a la Patria.

Desgraciadamente, los estudiantes no llegaron ese día a la punta de la loma debido a la llovizna que arreció entrado el mediodía. Empero, el joven testarudo sí logró el objetivo: con las piernas llenas de rasguños, y una confusión de guisasos adheridos a su ropa, el esfuerzo valió la pena.

Miró hacia el sur por la derecha: un espectáculo insuperable del valle cumanayagüense matizado a plenitud por el embalse Avilés, y más allá, un costado del río Hanabanilla.

Por el otro lado, un laberinto de nubes bajas e inconstantes que convertían al Escambray en una especie de Olimpo sin par.

Pero en el centro, la tarja, como un faro de metal sobre otro faro de tierra y hierba, que titila reflejos tenues de luza toda la comarca en los días más soleados; centelleando acaso por aquella veintena de caídos durante el cumplimiento del deber.

*Relación de nombres de los caídos

Sold. Roberto Bocourt Soto           1er Tte. Ramiro Chon Duarte

Sold.Sergio Soto Soto                    Tte. Humberto Fernández Fiallo

Sold. Manuel  Columbie  Delgado  Tte. Anastasio Díaz Quintero

Sold. Hirán Pérez Rodríguez          Tte. Pedro M. C

Sold. David A. de Armas              Tte. Benito Torres Torres

Sold. José L. Ortega Moya           1er Tte. Osvaldo Arencibia González

Sold. Orlando Are García              Mayor Raúl Vega García

Sold. Jesús Rodríguez Cabañas     Tte. Coronel José A. Iglesias Rodríguez

Sold. Jorge L. García Suárez

S-3 Félix R. Machín Jiménez

S-3 Jorge Pérez Tamayo

S-3 Eddy Guerra Domínguez

El instituto preuniversitario, visto desde la cima./Foto: Delvis Toledo
El instituto preuniversitario, visto desde la cima./Foto: Delvis Toledo

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Delvis Toledo De la Cruz

Licenciado en Letras por la Facultad de Humanidades de la Universidad Central "Marta Abreu" de Las Villas en 2016.

11 Comentarios en “Una tarja que titila en el Olimpo de Cienfuegos

  • el 27 diciembre, 2019 a las 8:19 am
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    Fui tan allegada a todos ellos ,eramos como familia el Mayor Vega, Anastacio y el que aparece como PMC es Pedro Manuel Correa , pero se le decia su apellido, vecino de cada lado donde viviamos, que tristeza y a la vez alegria que los jovenes visiten este lugar, dejaron sus hijos que hoy todos son universitarios , excepto Anastacio que estaban planificando tener un bebe y quedo solo el triste deseo.

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    • el 31 diciembre, 2019 a las 10:08 am
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      Me entusiama muchísimo saber que usted los conocía y apreciaba.
      Ojalá esa cima pueda ser más frecuentada en los próximos años, para que no queden en el olvido sus nombres.
      Los encargados de salvaguardar tarjas y monumentos tendrán que replantearse unas cuantas cosas, cuando lean esta y otras crónicas que vendrán. La inmensa mayoría de estos memoriales en lugares apartados de Cienfuegos, presentan pésimas consiciones.
      Muchos saludos. Gracias por leernos.

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  • el 25 diciembre, 2019 a las 10:30 am
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    continúo el comentario: el primer bandido en El Escambray, y participó, en persona, Fidel Castro, ahí también hay una tarja que debe estar perdida en el monte; es además un lugar exótico de la montaña, gracias por traernos estas historias, #TenemosMemoria no puede quedarse en consigna

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  • el 24 diciembre, 2019 a las 10:15 am
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    Interesante. Verdadero drama el que deben haber vivido esos hombres. Tan cerca de la vida como muestra esa imagen del IPVCE desde la cima, y que nadie supiera de su suerte para socorrerlos a tiempo. Hermoso homenaje el suyo, periodista. Gracias

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  • el 24 diciembre, 2019 a las 8:19 am
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    Es una lástima que los estudiantes del IPVCE ya no puedan aprender “en vivo” este interesante pasaje de la historia de la localidad por lo intransitable del camino Siempre fueron ellos los que al subir allí limpiaban el lugar Habrá alguien encargado de la atención a tarjas y monumentos?

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    • el 24 diciembre, 2019 a las 10:27 am
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      Jorge, si ellos (los estudiantes) siguen estando allí, qué les impide seguir aprendiendo en vivo de ése y otros interesantes pasajes de la historia. Si la tropa de Fidel se hubiese achicado ante caminos intransitables, hoy no estaríamos festejando 61 años de Revolución. Pero no, ni ante fango ni escasez de armas. ¡Con siete fusiles ganamos la guerra! Y Fidel la ganó.

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    • el 26 diciembre, 2019 a las 2:22 pm
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      Habrá que insistir en ello, porque es un lugar (independientemente del hecho nefasto que ocurrió allí) extraordinario por la visibilidad amplia del valle y de todo el sur de la provincia; idóneo para la captura de fotos.
      Estoy segurísimo que los familiares de esos jóvenes soldados y militares, estarían muy contentos de saber que los adolescentes de hoy, recuerdan a sus seres queridos de esa manera.

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  • el 23 diciembre, 2019 a las 8:38 am
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    Qué interesantes crónicas de viaje, me encanta este paneo de nuestra geografía regional, buen trabajo Delvis Toledo

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    • el 23 diciembre, 2019 a las 3:50 pm
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      Lo mejor de todo es que aun quedan muchísimas historias mediocultas por ahí, rodeadas de hierba y espinas.
      Thanks!

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      • el 24 diciembre, 2019 a las 10:23 am
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        Pues machete bien amolado para desbrozarlas, periodista. Desbrozar historias y desbrozar maleza, que por lo que ilustran sus fotos, con un poquito más el marabú se traga la tarja.

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        • el 25 diciembre, 2019 a las 10:26 am
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          Muy buen trabajo, por lo que podido leer este periodista es un buen explorador de historias, bien por 5 de septiembre, pero me pregunnto, donde están quienes deben atender tarjas y monumentos, los combatientes? Porque si cada vez que se encuentra un sitio así, son los periodistas quienes tienen que “coger el machete” arreglada está la sociedad. Esa gente no responde? o no tiene acceso al sitio? Periodista, le sugiero subir a Pico Blanco, el que queda cerca de La Sierrita, donde se capturó…

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