Una misión para quienes sientan por Cuba

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En cuestión de horas organizaron dos brigadas, una con cinco linieros de Pinar del Río, y la otra de siete cienfuegueros. La decisión de la Unión Eléctrica fue que Dorgi Monzón Santos, director técnico de la Empresa Eléctrica Cienfuegos, fuera al frente de quienes repararían en Antigua y Barbuda los desastres que dejara a su paso el huracán Irma.

Cuando partieron era 8 de septiembre de 2017, justo en los momentos que el más poderoso ciclón registrado en la cuenca del Atlántico, comenzaba a hacer sus estragos también en el oriente de Cuba.

Aún el deterioro del tiempo no permitía llegar a esas islas, y el grupo hizo escala primero en Venezuela, donde fueron examinados médicamente y vacunados. Luego partieron hacia Antigua, ínsula sede del gobierno de la nación caribeña, menos dañada por el meteoro.

Dorgi Monzón Santos fue al frente de la brigada internacionalista de linieros. / Foto: Ismary Barcia Leyva

Pasarían 47 días hasta que la brigada de cienfuegueros, designada para trabajar en Barbuda, pudiera llegar a un territorio de apenas 161 kilómetros cuadrados, y donde, de alrededor de 900 viviendas, el 90 por ciento quedó destruido.

“Estaba devastada totalmente. Es una isla muy llana, que no ofrece resistencia a los vientos, y el mar la inundó de lado a lado, y tan es así, que aseguran los pobladores que en el siglo XVIII, los barcos no la veían, encallaban y se hundían.

Las condiciones higiénicos-sanitarias no eran adecuadas, había muchos mosquitos. Las autoridades sanitarias fumigaron, controlaron la situación, y entonces partimos hacia allá.

Era una isla deshabitada; había sido evacuada toda la población. Estábamos prácticamente solos, con seis colegas de la compañía estatal de electricidad. Según acordamos con las autoridades, permaneceríamos allí cinco días, y los fines de semana regresaríamos a Antigua.

El viaje se hacía en un pequeño barco o lancha, única vía de transportación, una experiencia muy difícil, porque nadie tenía costumbre de estar en medio del mar Caribe, atravesando aguas algo violentas”.

Durante unos tres meses vivieron en esas condiciones. Dormían en un contenedor, con apenas dos horas de electricidad que prestaba un grupo electrógeno siempre al caer la tarde, luego a oscuras, sin muchas condiciones para el baño y el lavado de su propia ropa.

“Los muchachos respondieron. Yo les decía que era una misión para hombres que sintieran por Cuba y que fueran revolucionarios, que requería firmeza, y la mantuvieron todo el tiempo.

Nosotros valoramos mucho la seguridad de nuestros trabajadores, y ellos fueron sometidos a un alto riesgo; todo lo que se usó fue espuela, no se usaron escaleraspara subir a postes de 40 pies de alturacomo mínimo.

Hubo que rehacer íntegramente parte de las líneas que desaparecieron, además, el servicio que se brindaba antes del paso de Irma era solamente de 110 y nosotros junto a los antiguanos, pusimos 220, así que compartimos también experiencias de nuestro sistema de trabajo, por la prácticaque tenemos ya en este tipo de desastres”.

Comidas muy cargadas de salsas y picantes, hicieron sus estragos. También fue psicológicamente difícil la imposibilidad de comunicarse con la familia desde un lugar remoto en medio del mar, sin cobertura, ni internet. Así permanecían durante largas horas de labor en la desolada isla, incluso con la incertidumbre del bienestar de los suyos, sin embargo, nada revela que se sientan héroes.

“Toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz…, afirma discretoDorgi, pero sí, hicieron un trabajo tremendo, aunque como lo hacen habitualmente, de forma natural, es parte de su aprendizaje dentro de la empresa.

En lo personal, mi objetivo era cumplir que todos terminaran bien de salud, regresarlos íntegros a sus familias, y lo hice, aunque fue un reto”.

Cuando salieron el 30 de diciembre pasado, aún no se había restablecido el servicio en Barbuda. La isla continuaba deshabitada y sus habitantes evacuados en Antigua,hasta que finalice la reconstrucción de las viviendas, pero las líneas y postes que levantaron siete cienfuegueros, les esperan allí.

Foto: Cortesía de la Brigada internacionalista de linieros

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