Un arrocero imparable

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Sin ser universitario, Maisel García García estudió hasta pasados los veinte años. Cursó tres especialidades distintas de Técnico Medio, puesto que todavía se sentía indeciso de cuanto quería hacer con su vida.

Pero -azares de esa propia vida-, debió pasar cierta temporada cerca de unos productores de arroz y, de a poco, fue conociendo e interiorizando las artes de un cultivo sin el cual hoy, a punto de los 44, ya no puede vivir.

“Me enamoré; no fue a primera vista, sino a golpe del tiempo. Ahora, sinceramente, no puedo desligarme de un trabajo al cual le he dedicado 21 años. Y más de dos décadas en el surco, sin descansar ni siquiera un domingo, se sienten, de verdad se sienten, aunque a mí no me tumban”, afirma.

El miembro de la Cooperativa de Créditos y Servicios (CCS) Félix Edén Aguada es actualmente una de las voces cantantes de la producción del cereal en el municipio cienfueguero de Aguada de Pasajeros, corazón arrocero de esta provincia.

Maisel, por tanto, fue uno de los abanderados locales presentes en el Encuentro Nacional de Cooperativas del Movimiento de los 100 000 quintales (4 600 toneladas) de arroz húmedo, a organizarse con el concurso de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP) y el Grupo Agroindustrial de Granos del Mi­nis­terio de la Agricultura, del 30 de marzo al 1 de abril en Cienfuegos y con sede principal en su CCS Félix Edén Aguada.

El campesino aguadense le confiesa a 5 de Septiembre que él era un productor mediocre, hasta que tuvo la dicha de afiliarse al Proyecto de Coo­peración Cuba-Vietnam para la producción de arroz. Ahí fue cuando -según sus palabras-, le cambió todo, pues comenzó a ponerle ciencia al surco y a trabajar de un modo más organizado.

Cuenta Maisel que el Embajador de Vietnam estuvo en su finca Palma Larga el 21 de Septiembre de 2013, lo cual supuso para sí gran orgullo. Gracias al Proyecto -sostiene- ascendió de 4 a 11 toneladas por hectárea de rendimiento en menos de seis años.

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“Aprendí algo esencial: la correcta preparación de las tierras. Además, la fertilización en tiempo y forma, el empleo de solo semillas certificadas, optimizar el agua y practicar una estrecha y permanente vigilancia de mis 26 hectáreas”, revela el labriego.

Maisel perjura que, en virtud del rigor y el empeño que lo caracterizan, el podría llegar a las doce toneladas por hectárea o más. Aquí todos lo creen, porque el levantón de este hombre en unos pocos años ha sido casi de ensueño. El “ciclón” le llaman algunos, y de verdad que parecer tener la energía de uno.

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Julio Martínez Molina

Licenciado en Periodismo por la Universidad de La Habana. Periodista del diario 5 de Septiembre y crítico audiovisual. Miembro de la UPEC, la UNEAC, la FIPRESCI y la Asociación Cubana de la Crítica Cinematográfica

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