Trío afinado para evitar tormentos

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I

La joven madre baja la mirada como si quisiera que el pedazo de tierra que pisa se abra y la trague completa. “Ya no puedo más con Yordanki”, dice entre sollozos incontenibles. Levanta la vista y a lo lejos ve alejarse a su hijo con un grupo de “amigos” y una botella de ron en la mano derecha. “No me considera para nada…, y eso que lo he criado solita, solita, con mucho esfuerzo y sacrificio”.

Frente a ella la teniente Mayelín, oficial de la Sección de Menores del Ministerio del Interior en la provincia de Cienfuegos, la escucha atentamente. Y trata de consolarla: “No crea usted en eso de que ‘árbol que nace torcido jamás su tronco endereza’. Ya verá que entre todos le cambiaremos la conducta a Yordanki y se convertirá en un buen muchacho”.

 

II

Dicen los que nos ven nunca los matices por ser simplistas que el Centro Histórico de la ciudad de Cienfuegos se divide en dos zonas: la de la gente buena y la de la gente mala. Pero no es exactamente así. A los seres humanos no se les puede estigmatizar, porque en un mismo ser se vinculan virtudes y defectos, aunque la balanza se incline más a un lado o al otro.

María Regla Eguizábal Álvarez, presidenta del Consejo Popular, lo aclara bien: “Tenemos una parte de la población con un nivel cultural entre medio y bajo, y otra zona con un nivel elevado, en la cual la gente está más envejecida y hay menos niños y adolescentes”. Así se entiende mejor y la valoración es más adecuada.

Cuando ella asumió la responsabilidad, uno de los primeros problemas que afrontó fue la mala conducta predominante en muchos menores. ¿Qué hacer?, se preguntó muchas veces. Pero con la profundidad en los análisis que la caracteriza, definió que sólo la integración de todos los factores del barrio contribuiría a enfrentar esa dificultad social. Lo que más le golpeaba era ver a los niños asediando a los turistas en el Parque Martí. “Esto hay que resolverlo definitivamente”, aseguró un día.

Establecieron entonces, una reunión mensual en la cual analizan la situación de cada familia con desventajas sociales, entre cuyos integrantes hay menores. En esos encuentros no solo hacen una relatoría del panorama, sino también adoptan las medidas pertinentes.

“Encontramos casos de madres solteras cuyos niños no tenían seminternado, y en la sesión de la tarde deambulaban por las calles haciendo mil travesuras. Hicimos las gestiones con Educación y les asignamos capacidades. También nos percatamos de que algunos menores no asistían a la escuela porque no tenían zapatos y uniformes. Conjuntamente con los Comités de Defensa de la Revolución y las delegaciones de la Federación de Mujeres Cubanas, y gracias al aporte solidario de personas conscientes, le dimos respuesta a esas carencias”, reseña María Regla.

Detrás de cada menor con problemas hay una familia disfuncional. “Tengo muy presentes a dos niños que asediaban a los turistas en el Parque. Ambos tenían las madres reclusas y los cuidaban las abuelitas. Se ha trabajado con ellos y ya están más encaminados”, asegura.

Ella considera que lo esencial en el trabajo de prevención con los menores para no permitir que crezcan con conductas inadecuadas y se conviertan en elementos antisociales radica en la labor integral y las acciones directas en un trío que tiene que estar siempre afinado: escuela-comunidad-familia.

 

III

 “Poner la teja antes de caiga la gotera”. Así define Ivón Morales, trabajadora social en ese Consejo Popular, la tarea que le corresponde. “Ningún caso puede parecernos ajeno. Tenemos que intervenir en la familia, sugerirle soluciones, gestionarles ayuda económica si la requieren y buscar y encontrar cursos o empleos, en estrecha vinculación con la Dirección de Trabajo y la Unión de Jóvenes Comunistas”.

Hace poco lograron llevar a las aulas o a un centro laboral a siete adolescentes y jóvenes desvinculados, y están empeñados en incorporar cuanto antes a los cinco que aún les quedan.

“Desde el 2003 se aprecia un cambio notable en el panorama social del Centro Histórico. Ese año teníamos a muchos menores con seguimiento directo por el MININT debido a su situación social desventajosa y por indisciplinas reiteradas a la salida de las escuelas, pero hoy es bien diferente…, y la realidad que apreciamos nos estimula”, afirma.

Daimarys Durán es guía de Pioneros en la escuela primaria “Julio Luis Rodríguez”, de cuya matrícula forman parte muchos casos de menores que requieren atención diferenciada.

“A todos los tenemos bien diagnosticados. Cuando ya están en la escuela le ocupamos ocho horas diarias de su tiempo con actividades docentes o extraclases, todas con carácter educativo. Aplicamos dinámicas familiares, hacemos reuniones con los padres y hasta los vinculamos a la Cátedra Martiana. A los alumnos les asignamos tareas específicas”, explica la guía con marcado entusiasmo.

“Sí, encontramos en la mayoría de los casos la presencia de violencia familiar, matrimonios divorciados o padres fallecidos, alcohólicos o presos. Por eso el centro escolar se convierte en un eslabón esencial en la cadena de atención”.

Tienen 16 menores con factores de riesgo, de los cuales solo cinco desaprobaron el corte evaluativo más reciente, pero según asegura Daimarys, tienen posibilidades de mejorar en los siguientes. Otros nueve presentan desventajas sociales. Sólo uno está suspenso. “Antes esas cifras eran mucho mayores. Y para el próximo período tenemos nuevas expectativas; podemos hacer y lograr mucho más”, subraya.

Felicia Carrazana, organizadora de la Zona 14 de los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), la cual ocupa una buena parte de la zona periférica y de menor nivel cultural en sus residentes, considera que “el éxito radica en que se ha tocado el corazón mismo del problema”.

En la escuela ubicada en ese barrio, la primaria “José Gregorio Martínez” aún resulta necesario fortalecer aún más el trabajo diferenciado con los niños y niñas con problemas. “Existe la voluntad y el interés para seguir fortaleciéndolo, a pesar de lo complejo que resulta”, asegura Felicia.

Los CDR organizan actividades conjuntas con la familia y los menores, en las cuales estos últimos son los protagonistas. Uno de los logros más significativos es que ya no tienen desvinculados.

Con casi 70 años de edad, Carmen Russó ocupa la responsabilidad de secretaria general del Núcleo Zonal del Partido. Con un nivel de comunicación asombroso resume su apreciación del tema.

“El trabajo está dirigido a educar, a incorporarlos activamente a la sociedad. Tenemos un caso digno de reflejarse. Una muchacha del barrio fue sancionada por prostitución. Cumplió el tiempo correspondiente en el Centro de Aseguradas y cuando regresó no la dejamos sola ni la rechazamos. Logramos integrarla al Curso de Superación para Jóvenes y hoy está a punto de terminar el primer año de una carrera universitaria”.

La teniente Mayelín Hemdrickson, oficial de Prevención que atiende el Consejo Popular del Centro Histórico, considera que la efectividad ha estado propiciada por la integración, el trabajo sistemático, la motivación y organización y, sobre todo, por el amor puesto para salvar el alma de esos seres humanos”.

 

IV

La mamá de Yordanki habla despacio, como si midiera cada sílaba.

“Él siempre ha tenido un carácter muy fuerte. Se regó demasiado con sus amigos. Yo no sabía qué hacer. Pero Mayelín comenzó a visitarme, y la Trabajadora Social, y la gente del CDR y de la FMC… Todos nos han ayudado. ‘Yordi’ ha cambiado mucho…, yo digo que hasta ha madurado. Ahora es un adolescente que le pone atención a todo lo que uno le dice…, y respeta. Está en un curso que le gusta mucho, de Panadería y Dulcería. Es otro, se lo aseguro…, es otro. Lo único que deseo es que siga así, siempre así. A mí me han devuelto la vida”.

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Ramón Barreras Ferrán

Periodista de la Editora 5 de Septiembre, Cienfuegos.

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