Traslado de un herido

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Han transcurrido 58 años de aquella gesta de abril. Pero ahí están los recuerdos, como cicatrices en la memoria y flores en el alma para quienes ya no están. Ahí están…

“Los mercenarios lanzaban granadas, y a veces, como las líneas estaban tan cercanas, nosotros las recogíamos antes que explotaran y las devolvíamos al lugar de procedencia. Pero también nos llovían los obuses.  Hieren a Pedro Quiñones Rodríguez. La herida es en un pie, muy profunda y grande; se desangraba a pesar del torniquete. Una de las botas quedó partida por la metralla. La otra le fue arrancada del pie herido por la onda expansiva. En una primera inspección parecía que le faltaba el talón.

“Lo llevamos cargado a cuestas, desde el Cartel del INRA hasta Pálpite, unos seis kilómetros, en medio del acoso de la aviación enemiga. El compañero Marrero, muy fornido, lo llevó a la espalda casi todo el recorrido. Llegamos a un plan carbonero en Soplillar. Habían varios camioncitos destartalados de los usados para cargar troncos, y uno de ellos arrancó.

“Nos dirigimos rumbo a Jagüey. Llegamos a la Boca de la Laguna del Tesoro. Por el kilómetro 14 vimos una guagüita que iba delante de nosotros. Como a 500 metros vemos a un grupo de soldados en la carretera, pero de pronto la guagüita frena y los dos tripulantes se lanzan a una cuneta.  Se generaliza un tiroteo y los cristales de nuestro camioncito vuelan en pedazos. Nosotros logramos tirarnos, pero el herido, Quiñones, queda en la cama del camión que era de hierro y se protege como puede. Se trataba de unos paracaidistas enemigos que acababan de descender y abrieron fuego sobre los dos vehículos. El combate se generaliza. Nuestras armas son inferiores pero lo empareja nuestra combatividad.

“Los de la guagüita se nos acercan, eran el Comisionado de Jagüey Grande y el teniente Antero Fernández Vargas, jefe del puesto del Ejército Rebelde de ese lugar. Minutos después este caerá mortalmente herido.

“Durante el momento más cruento del combate, cuando ya desesperábamos por nuestra situación, aparecen dos pisicorres que van rumbo al frente de combate y quedan detrás de las líneas del enemigo que se repliega. Pasamos a Quiñones de un vehículo a otro, ya casi estaba desangrado, y apuramos la marcha hacia el central Australia, también llevábamos el cuerpo del combatiente caído.

“A nuestro compañero lo trasladaron para el hospital de Colón, donde la gente del pueblo comenzó a donar sangre espontáneamente, a pesar de haber Banco de Sangre en el centro de salud.

“En ‘Australia’ encontramos al Comandante en Jefe que impartía órdenes desde el puesto de mando establecido allí.  Escuché cuando se interesaba por ‘la gente  de Cienfuegos’ y disponía que nos ‘retirasen a la retaguardia tan pronto llegara el reemplazo de la gente fresca…'”

(Carlos Cepero.  Entrevista del autor, 1963).


Años más tarde, en 1969, encontré a Pedro Quiñones laborando voluntariamente en un batallón de la agricultura que llevaba el 339.  Me dijo que tuvo el privilegio de luchar dos veces bajo la misma bandera y el mismo batallón. Cojeaba ligeramente. 

Lo abordé bromeando. – ¿Qué es más fácil, dar la sangre o el sudor?

La respuesta voló hacia mí:  – ¡La sangre!, se da en un día… ¡la guataquea bajo este sol, todos los días, está del carajo…! 

*Esta nota final aparece en mi libro “Hombradas”, editado en 1969.

Fidel dialoga con los milicianos durante la invasión a Playa Girón, el 17 de abril de 1961. Foto: Joaquín Viñas/ Sitio Fidel Soldado de las Ideas.
Fidel dialoga con los milicianos durante la invasión a Playa Girón, el 17 de abril de 1961. Foto: Joaquín Viñas/ Sitio Fidel Soldado de las Ideas.

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Andrés García Suárez

Periodista, historiador e investigador cienfueguero. Fue fundador de 5 de Septiembre, donde se desempeñó como subdirector hasta su jubilación.