Tras el velo de lo insospechado

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Hasta el Hospital Universitario Dr. Gustavo Aldereguía Lima (GAL) llega un equipo del 5 de Septiembre digital en una fría tarde de invierno; a las 4:00 p.m. todavía el ajetreo del centro es apreciable. No nos convoca en esta ocasión la inauguración de nuevas áreas o servicios, como se ha hecho costumbre en los últimos tiempos, luego de la visita, en marzo último, de nuestro Comandante en Jefe, al cumplir el centro asistencial un cuarto de siglo de fundado.

Esta vez el objetivo es otro, el de descubrir para nuestro pueblo a su director, Pedro Ovidio Ordúñez García, no como el cuadro destacado que acaba de ser reconocido, sino como el ser humano común, ese que disfruta caminar por las calles de esta ciudad, la que asegura amar, que prepara el desayuno de su familia, pero que al mismo tiempo lleva sobre sus hombros la enorme responsabilidad de conducir con tino la más prestigiosa institución médica del territorio.

No es difícil romper el hielo, porque la elocuencia del entrevistado hace que las preguntas y respuestas fluyan del modo más natural. Las humeantes tazas de café que nos brinda Martica, creando una atmósfera de intimidad, como si estuviéramos en la sala de casa, sirven de pretexto para el comienzo…

“Pienso que este reconocimiento de Cuadro Destacado del Estado y del Gobierno, hecho a mi persona, no es más que un premio a la trayectoria de este hospital, y al trabajo del colectivo del GAL, de modo que sus resultados son posibles gracias al esfuerzo de muchos y a la buena actitud de su personal, que son aquí mayoría.

“Llevo una vida normal y mi rutina diaria comienza bien temprano. Soy muy riguroso conmigo mismo y aprecio la puntualidad, gusto de no hacer esperar a nadie y respeto el tiempo de los demás, aspectos en los que prefiero ser reciprocado. Por la mañana, durante la entrega de guardia, me retroalimento de todo cuanto ocurre en los predios de la institución, situaciones que van desde lo administrativo hasta lo meramente asistencial -cuántos pacientes graves, número de camas disponibles…-, en fin, cómo marcha todo”.

Detrás del directivo joven, ese que con sólo 29 años y en momentos difíciles, allá por el 1996, asumió la dura tarea de enrumbar a puerto seguro al “Gustavo Aldereguía”, se esconde un hombre culto y sensible. Sobre su mesa de trabajo, entre toda clase de bibliografía, se pueden encontrar desde volúmenes médicos hasta la última novela de Gabriel García Márquez. Ama la buena música y el espectro de gustos es bien amplio: clásica, jazz, trova -donde prepondera Silvio Rodríguez, y Los Novo y Lázaro García ocupan un imprescindible espacio.

“Mi familia es muy importante; mi madre lo es en el sentido más amplio de la palabra, humilde, sencilla, trabajadora. Pero también están Pedro Raúl, mi pequeño de dos años y medio, y mi esposa Yanelis. Ella es médico pediatra y nos unen muchas cosas: metas, prioridades, anhelos comunes… No mezclamos nunca los problemas de trabajo, excepto lo que conciernen a la Medicina. Pienso que el dirigente necesita tras de sí una familia sólida, feliz, donde cada cual tenga sus opiniones. Siempre les dedico, o al menos trato de hacerlo, un espacio.

“¿Carácter difícil? Si le llamamos a eso intolerancia a lo mal hecho, disciplina, deseo de que las personas sean cabales y cumplan la palabra empeñada, exigencia por un comportamiento social adecuado…, entonces podríamos llamarlo por ese nombre”.

Entre sus proyectos sobresale uno, el de hacer que los cienfuegueros se sientan orgullosos de su hospital; pero también está el de que su pequeño Pedro Raúl sepa distinguir entre lo injusto y lo justo, lo incorrecto y lo correcto. Le gusta el cine, y prefiere el suyo, el cubano, ese que considera el más fresco y ocurrente de todos. No sabe manejar y ama desandar las calles de Cienfuegos, la ciudad más bella del mundo, después de visitar más de 50 en todo el planeta.

“La coherencia ha marcado mi vida”, y esta frase encierra una existencia fructífera: graduado de excepcionales rendimientos académicos, especialista en Medicina Interna y postgraduado en Epidemiología por una universidad de los Estados Unidos. Fundador de la revista “Finlay”, investigador incansable. Médico las 24 horas… Pero todos sus méritos no le impiden, sin embargo, ponderar la actitud de todo el personal del hospital que dirige, de sus especialistas, los mismos que van al quirófano dejando a un lado las dificultades y problemas personales. Ellos son su inspiración mayor, y está el pueblo, a quien se debe en definitiva, porque tras el velo de lo insospechado se esconde un ser humano común.

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Magalys Chaviano Álvarez

Periodista. Licenciada en Comunicación Social.

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