Tráfago estival

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El verano rige el tiempo de los amores y bebe la primavera con la voluntad de preñar sentidos. Jesús Lara Sotelo asoma como un demiurgo e inflama la antorcha, ciñe los calores, el verano fatigoso, para convencernos de que es el mes ideal de las quimeras, aún a los que se niegan a fantasear y no perciben que sin ardores ni anhelos es imposible la vida. Lara está consciente de que nada expresa esa realidad deseada como las formas abstractas de representación; a fin de cuentas, en ellas subyacen ciertas narratividades y sus caminos perennemente conducen al pasado glorioso.

Tráfago de junio, expuesta desde ese mes y hasta agosto próximo en la Sala Ateneo del Teatro Tomás Terry, de Cienfuegos, es consecuente con el ideario del pintor, su negación (aunque fuere para este periplo) a la mímesis, a reproducir cualquier modelo exterior de la conciencia del artista, conduciéndo-nos hasta lo vital del acto creativo, a los aspectos cromáticos, visuales y estructurales, a la propia abstracción de las formas; el deseo de experimentar con materias no tradicionales, incluyendo andrajos o harapos, madera, yeso, para traslucir lo diverso que somos, el uso de un colorido disímil y tipo de composición que favorece el equilibrio entre zonas con materia y las que no la poseen. Sin dudas, esas relaciones espaciales y las texturas son el mejor impulsor de la expresividad cromática y la gestión de un clima que se muestra creadoramente tensionante.

La muestra irrumpe, justo, para celebrar los 30 años de su vida artística y se abre al diálogo con los públicos, toda vez que su “estética de desperdicio” proporciona nuevos recursos matéricos y técnicas, al estilo del collage, para erigir los relatos alternativos. A todas luces, el conjunto de 8 textos visuales posee cierto gestualismo y consiente una mayor relevancia a las intervenciones del azar y los antedichos signos texturales.

Alguien pudiera objetar la invariable nulidad figurativa (mejor narrativa); empero, estas ausencias son ficticias, pues la vivacidad del color y los entredichos visuales, así como la deíctica del intitulado de la exposición, dirigen la mirada a los trasfondos motivacionales; en tanto asideros del sexto mes del calendario gregoriano, propicio para cualquier tipo de tráfago.

Tampoco se trata de un conjunto de textos organizados en el Ateneo del Teatro Tomás Terry con las habituales prácticas curatoriales. Su enunciado es interdisciplinario, especialmente por el uso de composiciones musicales inspiradas en sus obras, concebidas por autores e intérpretes de nuestra localidad, que la aguda Ariadna Cuéllar reunió bajo el título Salmo de Lloviznas.

Lara comparte una vez más sus creaciones con los sureños y nos deja el grato sabor de los primeros verdores.

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Jorge Luis Urra Maqueira

Crítico de arte. Miembro de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC).

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