Toda la fantasía cabe en un sombrero

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Con la facultad de agrandarse y dar cabida en su interior a toda la fantasía que la imaginación pueda concebir, llega hasta cientos de hogares cienfuegueros un sombrero azul disfrazado de programa radial, como uno de los mejores regalos que niños y mayores pueden recibir.

Aparece cada tarde para echarle un soplo de aire fresco a esa parte del espíritu que permanece en la infancia, invariable y feliz, gracias a un conjunto de artistas que tras los micrófonos de la emisora provincial Radio Ciudad del Mar, en la Perla del Sur, nos transporta a un rincón de cuentos y canciones, capaces de hacer brotar los sentimientos más bellos del ser humano.

Maité Hernández Páez es la artífice principal de ese proyecto, que con el nombre de Sombrero Azul, cuenta como su éxito más reciente la entrega del Premio EGREM 2005 con un disco integrado por una selección de 22 piezas narrativas y musicales del propio programa, realizado por el cuadro dramático de la planta perlasureña.

Graduada de la Escuela Superior de Actores Profesionales de la capital, Maité ubica la génesis de esta idea surgida en 1999 en su infancia, cuando en la campiña pinareña un espantapájaros recibió un sombrero de yarey rebosante de tiras azules, luego de que la niña le sugiriera la idea a su abuelo Aniceto, cómplice de sus ilusiones.

Personajes invariables, que entran a los hogares, tienen a su cargo el hilo conductor del programa, por eso casi pueden considerarse de la familia lo mismo un espantapájaros, el pequeño Ernestico, un huerto, un cartero, o animales como los perritos Susy y Moty, una paloma de la paz o una gata tigresa, que en 17 minutos al aire son capaces del mejor mensaje de amor.

Maité escribe un programa diario, lo dirige y actúa, mientras escucha los pareceres de su compañero José Manuel Fernández Urquiza, quien comparte el reparto con una veintena de actores con el personaje del espantapájaros y a quien según las palabras de la creadora: “llevo muy tenso, porque quiero que salga una cosa digna”.

No es un secreto que el proyecto tiene una altísima y variada radioaudicencia, que empieza por los niños y se extiende a los padres, familiares o educadores, porque sin “ñoñerías” es capaz de transmitir valores humanos, patrióticos, sobre educación formal, el respeto a las personas de la tercera edad, el cariño a los semejantes, la comunicación familiar, y el cuidado de la naturaleza y el medio ambiente, sin permitirse ni un átomo de chabacanería o complicidad con personajes negativos.

Existen estímulos que reconocen todo ese sueño hecho realidad, como premios en festivales provinciales y nacionales de la radio, por dos años merecedor del Caracol de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), el premio Paloma al programa infantil del año en 2003 y otros tantos que esperan por este hijo mimado de Maité Hernández Páez, que ya supera las 1 250 emisiones.

Seguirá creciendo ese sombrero, azul como el cielo cubano, para acoger toda la fantasía y la belleza de la palabra cuando declina el día tras el horizonte de la bahía cienfueguera.

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Emma S. Morales Rodríguez

Licenciada en Filología en la Universidad Central de Las Villas.

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