Teté Puebla nunca falló

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Si les cuento que una general me espantó un beso en el rostro, es muy posible que pocos lo crean. Pero sí, Teté lo hizo: fusiló mi cara con inesperada ternura, desnudando en una simple caricia su grado militar, el uniforme verde y la naturaleza bonachona de la típica guajira.

Oriunda de Yara (municipio de Granma), Delsa Esther Puebla Viltre lleva en la piel la historia del proceso revolucionario cubano, desde aquellos días en que trabajaba en la venta de bonos o el traslado de armas en apoyo a la lucha guerrillera. Tenía entonces 15 años y desde la casa divisaba su futuro en la Sierra Maestra.

No se lo pensó dos veces para subir a la montaña en julio de 1957, luego de que un traidor delatara su participación en el Movimiento 26 de Julio. “Sufrí al conocer de la violación de compañeras nuestras, del asesinato de campesinos. Incluso, a dos muchachos que iban con nosotros a la Sierra los mataron también. Habíamos acordado regresar juntos al pueblo de permanecer vivos; desgraciadamente murieron muchos”.

Teté Puebla se desempeña actualmente como vicepresidenta de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana (ACRC). / Foto: Roberto Chile. La Asociación de Combatientes de Cienfuegos reconoció la trayectoria revolucionaria de Teté Puebla, primera mujer que alcanzó en Cuba los grados militares de General. / Foto: Del autor.
Teté Puebla se desempeña actualmente como vicepresidenta de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana (ACRC). / Foto: Roberto Chile.
La Asociación de Combatientes de Cienfuegos reconoció la trayectoria revolucionaria de Teté Puebla, primera mujer que alcanzó en Cuba los grados militares de General. / Foto: Del autor.

Ante el recelo de los hombres, la labor de las féminas consistía en coser, lavar servir de mensajeras. “Ayudábamos a curar a los heridos, redactábamos las cartas de los compañeros que no sabían leer ni escribir, y cocinábamos aquellos sancochos. La comida era escasa, dábamos un pedacito de queso, con un poquito de miel y dos cigarros para tres días”.

Son esos los primeros recuerdos de Teté en la Sierra, porque luego todo cambiaría. Aun sin el consentimiento de Fidel, acompañó a Raúl en el combate de Oro de Guisa, y después le suplicó al campesino Luis Crespo que la llevara al combate de Madre Vieja, ambos en la región oriental del país. Su arrojo ganó el afecto del Che, quien la envió a pactar la tregua con el ejército de Batista en Vegas de Jibacoa.

“La misión tenía como propósito entregar los 257 soldados capturados durante la ofensiva del Ejército Rebelde. Al ser casi una niña, era probable que no me tiraran. El enemigo no quería el alto al fuego, pues hacerlo implicaba asumir la derrota, aunque finalmente aceptaron. De esa forma, logramos 48 horas de tregua y liberamos a los prisioneros”.

Pese algunas actitudes machistas, a Fidel no le quedaron dudas sobre la capacidad combativa de las féminas. Tras fundar el pelotón Las Marianas, el 4 de septiembre de 1958, armó a cada una de sus integrantes con fusiles M-1 y les enseñó a disparar.

“Fuimos su escolta personal, solo para demostrarle a los hombres la confianza depositada en las mujeres, y cuando llegaran a verlo estuvieran obligados a pedir el permiso de nosotras. Salimos a pelear al llano porque él previó que los guardias se sentirían desmoralizados, y así ocurrió.

“En el combate de La Presa pretendíamos dejar sin agua a Holguín. La experiencia resultó dura: no teníamos salida, nos hirieron a dos compañeros, ni siquiera había una mata donde escondernos. Pero cuando los soldados de la tiranía se percataron de nuestra condición, tomaron retirada”.

A sus 75 años, Teté deshila cada episodio en la Sierra con la pasión de haberlo vivido hace poquísimo tiempo. Lo recuerda todo y no deja de mencionar a Fidel. “Para mí el Comandante es una persona humana, sencilla, dado al pueblo. Él siempre decía: ‘Muchachitas, no me pueden fallar’, y las mujeres no le fallamos ni en la guerra ni después”.

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Roberto Alfonso Lara

Licenciado en Periodismo. Máster en Ciencias de la Comunicación.

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