Terminator 3: The rise of machines: La tercera vuelta del robot

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Antes de irrumpir el fenómeno Matrix, ya una película (o mejor, dos) habían desafiado las convenciones narrativas de la ciencia-ficción contemporánea: Terminator (1984), hoy  verdadero filme de culto, y Terminator 2: Judgment day (1991). Este par de superproducciones encargadas al tan megalómano como eficiente James Cameron redelimitaron las fronteras del género, reconcibieron la manera de trabajarlo en cine al integrarle una dosis de acción tan elevada que permite situarlo en cualquiera de ambas variantes genéricas, y representaron hitos en la revolución de los efectos visuales.

Los Terminator sembraron en la retina nuevos e indelebles iconos, pegando tan fuerte entre el público que, en tiempos en que no eran los de Harry Potter, recopilaron en todo el mundo 550 millones de dólares.

Esto suponía la apertura de más que una franquicia, un filón madre tan rico que podía dejarse descansar un rato, sabedora la industria de su operatividad mercantil en cualquier momento. Se tomaron doce años y salió la tercera parte de la saga, conducida por Jonathan Mostow. A este no muy conocido señor le fue confiado semejante megaproyecto de 175 millones de presupuesto, no me  cabe pensar otra cosa, debido al magnífico dominio de la acción y el suspense que mostró en su opera prima Breakdown, aquel thriller del desierto de 1997, y el filme de submarinos U-571, de tres años después.

Porque bastante acción y suspense, aunque lo segundo jamás a la altura de sus predecesoras, hay en Terminator 3: Rise of the machines. Una película que sin mucha alharaca cumple su cometido, que no es más que darle continuidad sin demasiada pretensión, originalidad, desvíos argumentales ni florituras estilísticas a un monstruo referencial del cine movido. Y lo hace bien, debo reconocerlo. Estamos en contacto con una de las mejor llevadas películas de acción en EUA durante 2003 (esto tampoco es mucho, porque fue un año de vómito en la materia), con cierto hálito old-fashion y pinta de Serie B. Aristotélica en su construcción, infaliblemente lineal, con un guión maquinadamente (nunca mejor el término) preciso que de su vientre saca en forma de secuencias reverencias constantes a las cintas madres. Y ese respeto, puntilloso respeto, le impedirá crecer en personalidad, pero le asegurará dar en el blanco al objetivo.

El objetivo era que antes de que Arnold lo hicieran gobernador de California pudiera meterse en el bolsillo al planeta otra vez desde que enseñase su fornido trasero (y ya iban tres hasta el momento) de ciberhéroe fabricado en gimnasio, hasta que lograse impedir que la sexy asesina superrobot (encarnada por la modelo nórdica Kristanna Loken) envíada del futuro cumpla su misión de anular a John Connor. Sí, el hijo de Sarah, que aquí tiene 22 años, está un poco perdidillo, y necesita que el arnirobot le recuerde que él no vino al mundo para empastillarse, sino para comandar a la humanidad en su pospuesta batalla contra las máquinas en rebelión.

En la temporada de las abominables Ángeles de Charlie 2, Tomb Raider 2, Rápido y Furioso 2, y la suicidada The Matrix: Reloaded,  esta superproducción ocupó posición de punta. Sin que, entiéndeseme, sea de premio de Academia. Se trata simplemente de un funcional y cuidado filme de acción que tiene el suficiente magnetismo como para no hundir la saga Terminator, sin contar tampoco ni con la intensidad dramática, ni con la sabrosa galería de personajes e intérpretes de las primeras (inolvidables la Sarah de Linda Hamilton, e incluso el mercurobot criminal de Robert Patrick).

Terminator 3 es floja en eso, pero posee secuencias de acción coleccionables: la persecución con grúa y carros destrozados en las calles de Los Ángeles es igual de fenomenal, aunque más corta, que la de su prima de Matrix 2. Mostow, al parecer tan influenciado por Cameron como por el cine del productor Jerry Bruckheimer, adopta del segundo la desmedida afición pirotécnica. Por ende, deben resistirse más explosiones que en tres días en una mina, pero se le aguanta. La película divierte, aunque Arnold, casi a los sesenta al momento de su estreno, siguiera tan parco y tan mal actor como (casi) siempre. Pero la vaselina autoparódica con que han diseñado al personaje y sus pocos diálogos, lo hicieron casi entrañable.

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Julio Martínez Molina

Licenciado en Periodismo por la Universidad de La Habana. Periodista del diario 5 de Septiembre y crítico audiovisual. Miembro de la UPEC, la UNEAC, la FIPRESCI y la Asociación Cubana de la Crítica Cinematográfica

Un Comentario en “Terminator 3: The rise of machines: La tercera vuelta del robot

  • el 23 junio, 2017 a las 11:43 am
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    Me gustó muchísimo la actuación de Linda Hamilton, me parece icónico su desempeño en la segunda parte de Terminator que es para mi la mejor de todas. Esta saga de Terminator es muy buena, aunque prefiero la de Alien, el personaje de Sigourney Weaver tiene mucho que ver con Sarah Connor.

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