Teletrabajo: ¿Con trabajo?

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Me he cansado de escuchar que el teletrabajo llegó para quedarse. Hasta donde conozco, en algunas entidades sí ha ocurrido así, pero en otras, no. Las primeras merecen un reconocimiento, por estar a tono con los tiempos, y las segundas, un análisis, aunque sea un sencillo acercamiento periodístico.

Primero la definición conceptual, aunque imagino se domine, sobre todo por el tiempo que ya lleva implantado: “Es una forma flexible de organización que consiste en el desempeño de la labor profesional sin la presencia física del trabajador en la empresa a tiempo completo o parcial. Engloba una amplia gama de actividades y requiere del uso frecuente de métodos de procesamiento electrónico de información y de manera permanente de algún medio de telecomunicación para el contacto entre el empleado y la entidad”.

En cualquier país es importante, pero específicamente en la Cuba de hoy resulta decisivo, imprescindible. Pensemos solo en la notable escasez de transporte en cualquier sitio; en la complejidad persistente, las largas colas y demoras en las gestiones diversas; en la inadecuación de los horarios de venta de las unidades comerciales (de cualquier tipo) y de servicios (también de cualquier tipo), a pesar de que durante años se haya insistido y llamado tanto en ese aspecto, el que solo ha tenido nada más momentos de muy esporádicos chispazos de brillantez…

Prima el “hasta las cinco y pa’más nadie”, como leí en una ocasión. ¿A qué horas comienzan y terminan las bodegas y carnicerías; los mercados donde venden el pollo, el aceite, el detergente…; los talleres de reparación de los equipos electrodomésticos…? El listado puede ser muy extenso. Ya hasta los trabajadores no estatales laboran unas cinco o seis horas diariamente y “adiós Lolita de mi vida”. La vida se hace más compleja cada vez, aunque algunos no quieran reconocer esa verdad de Perogrullo.

Entones, en medio de esas circunstancias el teletrabajo ayuda mucho a las personas que cuentan con la labor que se ajuste y los medios tecnológicos para asumirlo, porque les permite, sobre todo, ajustar el horario laboral a sus condiciones y necesidades. Y eso no implica que primen el incumplimiento, la indisciplina, la mala calidad de lo que hacen… No olvidemos que siempre media un contrato firmado por ambas partes.

Por esas y otras razones resulta incomprensible que algunos directivos —no pocos por cierto—se resistan a implantarlo o mantenerlo, a pesar de que esa forma haya demostrado con creces su eficacia, como lo fue durante los años y más de la pandemia provocada por la Covid-19.

Me comentó un amigo recientemente que en esos casos todo parece indicar que los jefes quisieran siempre “tener a todos los pollitos bajo sus alas”, como la gallina recién sacada, o sienten determinado placer al ver, de una sola mirada, a todos los trabajadores en sus puestos cada jornada, cerquita de él, aunque ellos hayan tenido que realizar tremendo esfuerzo para llegar puntualmente a la entidad y hasta tengan que llevar el almuerzo, porque el comedor está cerrado debido a la escasez notable de alimentos y combustible, entre otros posibles avatares a afrontar.

En una valoración realizada por el movimiento sindical en la provincia de Cienfuegos informaron que al cierre de diciembre de 2022 se habían actualizado mil 490 cargos potenciales para aplicar la modalidad de trabajo a distancia o teletrabajo, concentrándose en el quince por ciento de las entidades del territorio. ¿Solo en ese porcentaje?

También señalaron que fueron realizadas acciones conjuntas entre las direcciones de Trabajo y Seguridad Social (TSS) y la Central de Trabajadores de Cuba (CTC) y los sindicatos en los consejos de dirección de las entidades para evaluar el resultado de la Resolución número 71, de la ministra de ese organismo de la administración central del Estado. En los municipios de Abreus, Rodas y Lajas no utilizan esa modalidad de empleo.

Y se reconoció una vez más: “Aunque está demostrado que ese tipo de organización laboral trae mejorías para el empleador y el empleado, ha existido resistencia a aplicarla por parte de algunas administraciones”.

Estimula la afirmación hecha de que en los últimos meses se ha llegado a un mejor entendimiento por parte de las direcciones administrativas, y la modalidad ha quedado registrada en el Convenio Colectivo de Trabajo (CCT), el que constituye Ley en cada una de los colectivos.

Resulta evidente que, no obstante las ventajas, ha faltado una sensibilidad mayor por parte de las administraciones y el control y exigencia de los representantes de los diversos factores a los cuales les corresponden, por lo que lo logrado ha costado más trabajo del estrictamente imprescindible, el cual, por ciento, no es tanto ni tan complejo.

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Ramón Barreras Ferrán

Periodista de la Editora 5 de Septiembre, Cienfuegos.

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