Turismo y lúmpenes a bordo

Aquella noche la ciudad de Cienfuegos terminó por refundarse en voz de un hijo descarriado. En el Bulevar de San Fernando, próximo al Hotel La Unión, el sujeto innovaba algún dialecto para intentar convencer a una pareja de turistas que presumía franceses. Todo iba bien, muy fácil para él, mientras prostituía el espíritu galo de la antigua colonia, hasta que los visitantes lograron decirle que en realidad ellos eran italianos. Al lumpen le cayó un cubo de agua fría cuando los euros imaginados ya en su bolsillo desaparecieron. Entonces, con inusitado descaro, respondió: “¡Ah, pero Cienfuegos también fue fundada por italianos!”.

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