Una imagen recorre el mundo desde aquel octubre de 1967, cuando quienes le temÃan, quisieron borrarlo para siempre, porque nunca pudieron impedir que lo encontráramos. Korda nos regaló el retrato de un héroe con boina negra y estrella al frente; y desde entonces fue el sÃmbolo de las causas justas, Ãdolo de jóvenes y paradigma de soñadores por un mundo mejor.
Nunca como ahora ha sido tan imprescindible el Che, cuando Latinoamérica toda necesita unir las manos y juntar nuevos retos por el hombre, frente a una derecha que solo pretende incrementar arcas y poner a un lado el humanismo. Ernesto Che Guevara está aquÃ, a nuestro lado, en primera fila, como siempre, acompañándonos en las mil batallas por librar cada dÃa, porque para su tropa no hay descanso mientras no se imponga la justicia y un ser humano sea desigual en los mismos confines de la Tierra.
Ese héroe de carne y hueso, que no es una utopÃa, sino una realidad probada al precio mismo de la vida, es el modelo de hombre, amigo, amante, ser humano que todos anhelamos ser. Pero para igualarlo, debemos despojarnos de los miedos, el egoÃsmo, lo trivial… Para parecernos a él es preciso odiar la guerra, despreciar el peligro, ser amigo en toda la magnitud semántica de esa enorme palabra que pareciera estar en extinción, cuando junio, en su nombre, nos la recuerda con la permanente presencia de un Che que nació entonces para no morir jamás.