Soles

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En Cienfuegos, la Salud al centro del debate, reseña del balance anual de dicho sector, publicada el 19 de febrero en esta plataforma digital de 5 de Septiembre por la colega Magalys Chaviano Álvarez, se exponía el hecho de “que más de 2 mil estudiantes, en lo fundamental de la Enseñanza Secundaria, no realicen la Educación Física y estén respaldados por certificados médicos, llamó la atención de directivos de Educación y Salud”.

Al columnista, sin ser directivo de Educación o Salud, pero sí padre con alumnos en ambas enseñanza medias -por el contrario- no le sorprendió la noticia.

La clase de Educación Física resulta importante y el entrenamiento corporal es muy tenido en cuenta desde la época de los romanos, quienes preconizaban una “mente sana en cuerpo sano”. Todas las educaciones del mundo, de cualquier época histórica, la respetan y nadie pone en duda su permanencia dentro del cuadro lectivo, habida cuenta de su relevancia formativa; no solo en el plano físico del individuo.

El problema no es la clase, sino los horarios de ubicación de estas en determinados centros académicos de la enseñanza secundaria y preuniversitaria en Cienfuegos: A pleno sol, como en la película de René Clément, pero sin Alain Delon en el elenco, sino con unos niños achicharrados bajo el resistero en horas nada aconsejables para la exposición al astro rey.

Durante la época de estudiante de quien firma -previa al conocimiento público del cambio climático, el calentamiento global y al alza exponencial de un grupo de enfermedades que hoy nos atacan-, ni en primaria ni en secundaria ni en preuniversitario, ni él ni ninguno de sus compañeros debió recibir una sola clase de Educación Física que iniciara a punto del mediodía; y mucho menos después de la una o las dos de la tarde. Sin embargo, de hace seis cursos acá (son de los únicos que puedo hablar con propiedad, tras el conocimiento de causa que implica tener muchachos en secundaria y pre a partir de entonces), insertan la asignatura a horarios que riñen con todo cuanto nos están alertando cada día los medios de comunicación, los meteorólogos -algunos hasta anuncian la radiación ultravioleta del día posterior- y ese sistema de Salud que observa entre sus principales causas de muerte en Cuba al cáncer. Y de estos, el de piel, en la punta y con tendencia al alza.

Cuando en otras naciones la asignatura de marras acontece en horario vespertino -aun así los colegios pertenezcan a la zona nórdica del planeta-, transcurre en instalaciones techadas; no en canchas descubiertas.

Que aquí en cambio sí ocurra resulta una inquietud que muchos padres han compartido a través de los años, entre ellos mismos o a profesores de las distintas enseñanzas. Pero siempre existen grupos estudiantiles que siguen asumiendo la franja de la tarde, o cercana al mediodía. Cuando he interpelado a docentes en tal sentido, me explican que ocurre debido a razones de organización del horario, claustro o la no disponibilidad de varios especialistas en los planteles encargados de impartir la asignatura.

No obstante, ya en ciertos centros se han tomado medidas y las clases contempladas en los horarios de 11: 15 a 12 y de 1:30 a 2:15 fueron pospuestas para que inicien inmediatamente después del último horario citado. A todas luces, constituye un paso adelante, loable; pero todavía no resuelve la situación. A las dos y cuarto de la tarde la inclemencia del sol alcanza uno de sus puntos máximos y, en consecuencia, así será el daño directo sobre la piel de los educandos.

Teniendo en cuenta la zona geográfica de Cuba en medio del trópico y el grado de incidencia solar sobre el archipiélago, los horarios recomendables para la clase serían antes de las diez de la mañana. Cualquier exposición continuada de 45 minutos entre la franja comprendida luego de esa hora y hasta las 4 y 30 de la tarde resultará potencialmente perjudicial, para los niños y los profesores.

Sí, es cierto que resulta en extremo difícil ubicarlas a todas durante el lapso citado, mucho más cuando ocurre en escuelas con grandes matrículas; aun así debe estudiarse tal reestructuración del horario. El ser humano modifica sus hábitos de acuerdo con el medio circundante. Y el propio medio (o mejor dicho la Naturaleza), nos está señalando hace años que es impostergable hacerlo.

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Julio Martínez Molina

Licenciado en Periodismo por la Universidad de La Habana. Periodista del diario 5 de Septiembre y crítico audiovisual. Miembro de la UPEC, la UNEAC, la FIPRESCI y la Asociación Cubana de la Crítica Cinematográfica

2 Comentarios en “Soles

  • el 20 marzo, 2017 a las 10:20 am
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    Kirenia, en la educación cubana, como usted sabe, el niño es cuidado sobremanera. En este punto ha habido errores sin pie de origen en una intención negativa ni mucho menos, sino en problemas de mala planificación y organización de los horarios, así como en la escasez de profesores o en plantillas cerradas en cuanto al ingreso de tales profesionales. Cuanto sí es necesario, más allá de cualquier explicación, es que transformen ya el sistema de horarios de la asignatura. Gracias por su comentario. Saludos del autor.

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  • el 20 marzo, 2017 a las 8:27 am
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    Así mismo es, esos pobres estudiantes se dañan dia a dia bajo el caliente sol de Cuba, profesores y responsables de la actividad, porfavor, tomen medidas, y cuiden a nuestros niños.

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