Símbolos

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Llegó temprano, se ha pasado toda la noche repasando el breve discurso de la mañana, porque le cuesta un poco coordinar y está nervioso, es la primera vez que hablará a un público. Está entre los asistentes de honor, y mueve los pies con cierta intranquilidad. Viste pullover rojo, pantalón negro y lleva un enorme y pesado casco blanco sobre su cabeza, más por honor que por comodidad, los símbolos a veces pesan.

Por su cabeza pasan los recuerdos, como diapositivas, las imágenes de aquel memorable 29 de mayo de 1980, cuando Fidel Castro se les apareció a los cienfuegueros, acompañado de Erich Honecker, presidente de la República Democrática Alemana (RDA), con cuya ayuda contó Cuba para construir y montar la fábrica de cemento más grande de América Latina para entonces, símbolo de los nuevos tiempos que corrían para Cienfuegos como ciudad industrial.

Fidel Prol Laredo era un joven de unos 30 años, técnico industrial y participaba de la selección de personal a capacitar para la explotación de la Planta, eran tiempos de aprender y aprehender.

Y ahora está sentado en primera fila, esperando su turno para dirigirse a los constructores en su día, es el 5 de diciembre de 2017. Tiene en sus manos las breves palabras que dirá, no sé si las habrá escrito él o alguien en su lugar, aprieta el papel, se ajusta el casco blanco, ya le pesa demasiado pero aguanta.

Escucha cómo le anuncian por el audio, se pone de pie, va hasta el podio, seguro, con sus más de 70 años a cuestas, abre los grandes ojos, la expresión que más recuerda su juventud y habla seguro, alto, porque está allí en nombre de los tiempos de cuando un símbolo llegó hasta el patio de la “Karl Marx” y dejó su halo mágico para siempre.

Foto: Juan Carlos Dorado

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Magalys Chaviano Álvarez

Periodista. Licenciada en Comunicación Social.

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