Símbolos locales: Marilope, flor de leyenda e identidad

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Esta flor es silvestre. De un brillante color amarillo con cinco pétalos, se yergue sobre ramas de verde oscuro. Abre a media mañana y cierra por la tarde. Su carácter de flor representativa de Cienfuegos, más que un hecho real, se basa en razones legendarias.

Es un pequeño arbusto muy ramificado de hasta 90 centímetros de alto, que tiene hojas delgadas y aserradas en los bordes. Se da rústica en toda la isla, y la encontramos cerca de las costas, en terrenos arenosos y principalmente en las faldas de las colinas y montañas de serpentina.

Cuenta la leyenda local que hacia 1528, un emigrante español de apellido Lope o López, venido entre los miles que llegarían a este archipiélago en busca de fortuna, se unió a una de las indias del cacicazgo de Jagua, con la que tuvo una hermosa niña a la que nombró Mari. La pequeña  heredaría del padre las facciones predominantes en la Madre Patria, y de la mamá, el tinte dorado de la piel y la bondad e ingenuidad de los aborígenes.

La alegre y hacendosa Mari adoraba cuidar a los animales y cultivar las flores, era además virtuosa del canto, y narra la historia que nadie como ella entonaba con más energía los cánticos guerreros, ni daba más fervor a los areítos religiosos; empero, educada por padre cristiano, la doncella era muy devota, y aunque siempre rodeada de siboneyes que la pretendían, la casta y pura joven hacía caso omiso de tales pretensiones. Así llegó a ser la mujer más hermosa de esos predios.

De tales cualidades se enamoró perdidamente el pirata Jean, que por aquellos años que precedieron a la fundación de la colonia de Fernandina de Jagua, buscara refugio seguro a sus navíos en las aguas de su cerrada bahía.

El Temerario, como apodaban al navegante, cruel y de despiadados instintos, fue rechazado por Mari-Lope. “Solo pertenezco a Dios”, repitió la muchacha al pirata, como tantas veces a otros pretendientes.

Imponiendo su fuerza bruta, intenta el bárbaro poseerla, y en el forcejeo, Mari Lope corre a refugiarse en su bohío, pero se lo impidieron otros hombres de Jean. Cuando el bruto casi la alcanzaba, surgió entre ellos una muralla de espinas; él le disparó con su pistola y al caer se vio volar una paloma blanca. Casi al instante, un rayo fulminó al Temerario, al tiempo de dejar sin sentido a sus secuaces, quienes al volver en sí vieron arder el cuerpo de su jefe, y donde fue abatida la doncella, había brotado una hermosa planta cuyas flores de intenso color amarillo, la Marilope, representarían desde entonces a la región de Cienfuegos.

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Armando Sáez Chávez

Periodista de la Editora 5 de Septiembre, Cienfuegos, Licenciado en Español y Literatura y Máster en Ciencias de la Educación

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