Siempre en “26”

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Cuando acallaba el cencerro y se aplacaba el alcohol, como diría el poeta, en la mañana de la Santa Ana, un grupo de patriotas dignos no podía dejar que muriera el ideario del Apóstol de la independencia de Cuba en su centenario, y por ello se lanzó al “asalto al cielo”, y a pecho descubierto a las balas, arremetieron contra la segunda fortaleza militar del país.

Aquel 26 de julio la Patria se jugaba su futuro. El joven abogado y líder de la acción, Fidel Castro Ruz, muy bien lo sabía. Por eso, al dirigerse a la Generación del Centerario, poco antes de partir, les expresó:

 Compañeros, podrán vencer dentro de unas horas o ser vencidos; pero de todas maneras, ¡óiganlo bien, compañeros!, de todas maneras el movimiento triunfará. Si vencemos mañana, se hará más pronto lo que aspiró Martí. Si ocurriera lo contrario, el gesto servirá de ejemplo al pueblo de Cuba, a tomar la bandera y seguir adelante”.

Exactamente así ocurrió. Los asaltos a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, constituyeron el “motor pequeño que echó a andar el grande”. La clarinada sacó del letargo a los cubanos, y a partir de esa fecha toda la nación fue una antorcha redentora contra la oprobiosa dictadura de Fulgencio Batista.

Mas, el 26 de Julio no solo fue la prueba de arrojo y patriotismo de aquel destacamento de vanguardia. El propio juicio por los hechos constituyó el escenario ideal para dar a conocer a Cuba y el mundo la plataforma programática de la Revolución. En la autodefensa de Fidel, conocida por La historia me absolverá, está la esencia del ideario y los principios patrióticos y revolucionarios de la lucha.

Tras el triunfo del Primero de Enero de 1959, cada promesa plasmada en el histórico documento se fue haciendo realidad. La tierra estuvo en manos de los que la trabajaban, se acabó el latifundio y se eliminó la explotación del hombre por el hombre; hubo educación y salud gratuitas para todos; fueron desterrados del país lacras como la prostitución, el juego prohibido, el latrocinio y la corrupción administrativa.

Y más importante aún, el Moncada marcó el camino de la definitiva independencia de Cuba, y a partir de ese momento, el nombre de esta pequeña isla del Caribe se erigió enfaro y guía de los pueblos del mundo por su ejemplo de dignidad, soberanía y autodeterminación, por primera vez sin la ingerencia del imperio yanquí.

Esa misma Patria de Fidel, Martí y otros muchos próceres, es la que sigue con la frente enhiesta despúes de más de 60 años de constante asedio porparte de la mayor potencia del mundo. Sin ser perfecto, el sistema político, social y económico escogido por los cubanos, es el único valedero para continuar la obra avisorada para disfrutar de un futuro luminoso; con mucho esfuerzo, eso sí, pero con la seguridad de que venceremos.

De ahí la certeza y vigencia de las palabras de nuestro invicto Comandanre en Jefe cuando seguró, “Y así, aquel 26 de Julio fue para nosotros un minuto, en que cuando parecía culminar una lucha, cuando parecía culminar un esfuerzo para iniciar la batalla por la liberación de nuestro pueblo, no era el fin, sino el comienzo”.

A la luz de estos tiempos, tal y como lo proclamara el máximo líder de la Revolución, en el XXX aniversario por la efeméride, “En una sola cosa somos iguales al 26 de julio de 1953: la misma fe en los destinos de la Patria, la misma confianza en las virtudes de nuestro pueblo, la misma seguridad en la victoria, la misma capacidad de soñar con todo aquello que serán realidades de mañana por encima de los sueños ya realizados de ayer”.

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Armando Sáez Chávez

Periodista de la Editora 5 de Septiembre, Cienfuegos, Licenciado en Español y Literatura y Máster en Ciencias de la Educación

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