Ser un Martí no te hace Martí

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Ser un Martí no te hace Martí. Y te obliga a rectificar… se escribe como el del Apóstol, pero no es que seamos familia. Y te obliga a rectificar que no sabes de dónde salió el tuyo, que solo sabes que tienes unos parientes lejanos nacidos en la España colonialista, que solo sabes que lees su poesía con el libro en el piso y la cabeza sobre la cama.

Ser un Martí no te hace Martí. Ni aun cuando tengas un abuelo que se llame José Martí. Ya lo supiste cuando a los cinco años una visita escolar pidió una oración con el Héroe Nacional y, llena de alegría, espetaste la mejor de ellas: “Mi abuelo es José Martí”. Entonces te disfrazaron el error con otro peor: “Claro, José Martí es el abuelo de todos los niños de América”. Y del espanto, pasaste al enojo, del enojo a que te buscaran a mamá… para que allí enfrente de todos dijera que José Martí García solo tenía dos nietos.

Ser un Martí no te hace Martí. Tampoco lo intentas porque sus manos son más ágiles en la escritura, porque la prosa cabalga majestuosamente en el terreno de la literatura, porque sus pies estuvieron casi descalzos por las calles de New York, mientras sus bolsillos cargaban el dinero de la lucha revolucionaria. Tampoco lo intentas.

Ser un Martí no te hace Martí. No es pereza, es reconocer que su amor por Cuba no tuvo paralelo, aun cuando las letras ya están gastadas para edificar su obra y cubrir puentes de corazones sobre la Isla que llamó su novia, esa que lo vio vestir de azul para su reencuentro de 1895.

No transita por el idilio de quienes lo citan a toda hora y le buscan vínculos con la tecnología o el espacio exterior. Transita por la fuerza con que desde la pluma y el papel habló a los pueblos desposeídos, al hombre que derrumba muros, a las niñas que deben compartir más que unos zapaticos de rosa. Transita por el valor de hacer despejar los cielos, como si la luz bastara para borrar las hipócritas tempestades.

Ser un Martí no te hace Martí. Aunque lo invoques cuando alguien ofende la Patria o se te retuerzan las tripas ante la desidia y el espasmo mediocre que, a veces, visualizas sentada en la mesa empresarial. Aun cuando intentas cambiar cosas y te ajustas a no rendirte, porque él lo dijo mucho mejor: “Vale más un minuto de pie que una vida de rodillas”.

“En Martí confluyen su destino político como creador de un Partido para dirigir la lucha armada por la liberación de una nación colonizada y al mismo tiempo, su carácter como soldado, que evoca aquello de que la mejor forma de no temer al soldado es serlo.

“Él lo fue en el momento mismo en que se involucra en la guerra que él había convocado, y en el momento en que Máximo Gómez, la figura más excelsa de aquella gesta, junto a Antonio Maceo, lo acogen como guía y director máximo de ese proyecto (…) No nos podemos acercar a Martí recortando”, dibujó desde la oralidad Eusebio Leal Spengler, historiador de La Habana.

Ser un Martí no te hace Martí. Te acerca a su obra, a su estatua, a la vida que tuvo y al mar que lo alejó varias veces de su Cuba querida. Te anida en su ideologíay piensas en él cuando entonas el Himno Nacional, cuando le dices a tu hija que la flor a Martí es un deber, porque fue por mucho el mejor de los cubanos.

Ser un Martí no te hace Martí… y te obliga a rectificar que no sabes de dónde salió el tuyo, que solo sabes que tienes unos parientes lejanos nacidos en la España colonialista, que solo sabes que lees su poesía con el libro en el piso y la cabeza sobre la cama.

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Zulariam Pérez Martí

Periodista graduada en la Universidad Marta Abreu de Las Villas.

2 Comentarios en “Ser un Martí no te hace Martí

  • el 26 enero, 2020 a las 4:03 pm
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    Me conmoviste, Zuly… y de paso, me pusiste a llorar

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    • el 27 enero, 2020 a las 11:29 am
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      Gracias Sofita nuestra, tus elogios valen por mil.

      Respuesta

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