Senador Leahy, un hombre justo

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Caterva de personas dominadas por la corrupción, la insania, la malevolencia y la indignidad, presas ellas de los intereses de lobbys o holdings empresariales, el Congreso de los Estados Unidos, constituye el mayor epicentro de poder político del planeta Tierra.

De las decisiones adoptadas por sus miembros penden la salud económica y física de naciones. Aquí se aprueban o reciben el visto bueno los movimientos geoestratégicos del imperio, las guerras de conquista, las “intervenciones humanitarias”, los asesinatos con drones, la renuncia a la firma de protocolos ambientalistas, el fracking, los bloqueos, las sanciones. En otras palabras, varios de los principales males asoladores del universo.

Su tristemente célebre grupo de senadores “cubano-americanos” (quienes de cubanos solo guardan la ascendencia genética) destaca, a escala histórica mundial, como uno de los de más pequeños pero más poderosos y siniestros que haya operado en Congreso alguno del planeta. A ellos nuestro pueblo solo les debe sufrimiento, restricciones, ahogo, desazón, guerra económica y psicológica, terrorismo de estado, inclusión soez en listas insólitas.

Sin embargo, no todos son así en la instancia bicameral de la mayor potencia económica y militar de la humanidad. Hay, también, gente justa, seres humanos honestos, con ideales y principios. Introducen notas de esperanza representantes jóvenes de origen latino —como Alexandria Ocasio-Cortez— o árabe.

La estructura cuenta, también, con políticos dignos, quienes forman parte del caucus negro; e incluso también pueden contarse algunos dentro de la vieja guardia demócrata, con el senador Bernie Sanders a la cabeza (extraordinaria figura de la política, contendiente durante las pasadas presidenciales, pero para cuyo programa aún no está listo el electorado estadounidense, al margen de su notable impacto entre los jóvenes) y su homólogo Patrick Leahy.

A Leahy —el decano de los senadores del Congreso, con tanto tiempo allí como ninguno—, Cuba le agradece su inveterada postura en contra del bloqueo y su incidencia para intentar la normalización de las relaciones entre las dos naciones.

El más reciente alegato pro-Cuba del senador por Vermont lo efectuó la semana anterior en un discurso en la cámara alta, ocasión durante la cual criticó severamente la torpe proyección del presidente Biden hacia la Isla: “La política de esta administración ha sido dictada por un electorado pequeño y local en este país que siempre se ha opuesto al compromiso de los Estados Unidos con Cuba. Han hecho esto durante décadas, pero esa política, según ha demostrado la historia, está condenada al fracaso.

La Casa Blanca ha dicho repetidamente que los derechos humanos son el núcleo de su política hacia Cuba. Lo he preguntado, pero no tengo idea de cuáles son los objetivos prácticos de esta administración en Cuba, ni cómo se propone alcanzarlos. ¿Vamos a perder un año más y otro después de ese? Espero que no, pero eso es lo que sucederá si la Casa Blanca no cambia de rumbo y muestra el tipo de liderazgo reflexivo sobre Cuba que vimos durante la administración Obama, y que fue bien recibido por una gran mayoría del pueblo estadounidense”, agregó.

“Esta administración puede hacerlo mejor. Necesita hacerlo mejor.

Como alguien que ha observado la evolución de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba durante casi 50 años, encuentro hoy la situación entre nuestros dos países desconcertante, trágica y francamente exasperante”, sostuvo el político estadounidense.

Y  reflexionó además: “La pandemia brindó una oportunidad obvia entre científicos estadounidenses y cubanos. Esa oportunidad, como tantas otras a lo largo de los años, se desperdició debido a la política, la desconfianza y el despecho”.

¿No deberían los cubanoamericanos tener derecho a decidir por sí mismos si envían su propio dinero a sus familiares, en lugar de que esa decisión sea dictada por la Casa Blanca?”, inquirió además el político de 81 años.

“El príncipe heredero de Arabia Saudita orquestó el espantoso asesinato de un respetado periodista. Egipto, una dictadura militar que recibe miles de millones de dólares en ayuda estadounidense, ha encarcelado a decenas de miles de personas por sus creencias políticas. Deberían rendir cuentas, pero nadie [en la administración] está sugiriendo que impongamos un embargo económico contra esos países o exigiendo que celebren elecciones libres y justas si quieren seguir siendo aliados de Estados Unidos”, había afirmado antes a través de una declaración hecha pública en marzo de este propio año.

Leahy es permanente partidario de los intercambios pueblo a pueblo y de la libertad de viajes de norteamericanos a Cuba; así como auspiciante de proyectos de ley para eliminar el bloqueo y “acabar con una política equivocada y fallida de sanciones unilaterales que perjudica al pueblo cubano y defrauda a las empresas y trabajadores estadounidenses”, según sus propias palabras.

Desde la década de los 90 ha viajado varias veces a nuestro país, donde ha sostenido encuentros con principales dirigentes, incluidos Raúl Castro y Miguel Díaz-Canel.

A Leahy —quien en marzo de 1998 respaldó el viaje de los Orioles de Baltimore a Cuba para jugar contra su equipo nacional en La Habana— los cubanos le agradecemos, asimismo, su intercesión (junto a su asesor personal Tim Reiser) para la inseminación artificial de Adriana Pérez, la esposa de Gerardo Hernández Nordelo, uno de los Cinco Héroes.“Fue una cosa humana que hacer, y habría hecho lo mismo por cualquiera”, opinó en su momento el senador.

Desafortunadamente, el decano del Senado y en la actualidad su presidente del Comité de Apropiaciones, anunció la semana anterior que no buscará la reelección en 2022. Él fue elegido al Senado en 1974, dentro de los denominados “Bebés del Watergate”, un grupo de demócratas que arribaron al Congreso tras el escándalo del mismo nombre causante de la renuncia del presidente republicano Richard Nixon.

En la hora de su despedida, valga esta columna a un hombre fuera de lo común, quien nos ha intentado ayudar; aunque dado el contexto en el cual lo ha hecho, sus esfuerzos no merecieron hasta hoy el premio a su nobleza.

El entonces Primer Vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, recibe a Patrick Leahy, en el Palacio de la Revolución, el 26 de junio de 2015./Foto: Estudios Revolución

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Julio Martínez Molina

Licenciado en Periodismo por la Universidad de La Habana. Periodista del diario 5 de Septiembre y crítico audiovisual. Miembro de la UPEC, la UNEAC, la FIPRESCI y la Asociación Cubana de la Crítica Cinematográfica

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