Segunda intervención yanqui: la otra traición de Estrada Palma

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Mientras José Martí preparaba la Guerra Necesaria de 1895, su cercano colaborador Tomas Estrada Palma, tras una apariencia de patriota desinteresado, realizaba a sus espaldas una activa labor de cabildeo ante el Congreso estadounidense con el fin de que su ejército interviniera en Cuba, y le aseguraba a las grandes corporaciones seguridades para sus intereses en la nueva república.

Tras la muerte de Martí, fue considerado su seguidor al frente del Partido Revolucionario Cubano, y con su callada perfidia se convirtió en el hombre providencial del naciente imperialismo para presidir la república mediatizada el 20 de mayo de 1902.

Apoyado por una corte de aduladores, quiso reelegirse fraudulentamente en 1905 y al no poder imponerse solicitó al año siguiente la intervención de EE.UU a tenor de la Enmienda Platt, para consumar su otra gran traición a los ideales independentistas.

La maniobra comenzó al proclamar su decisión de postularse para un segundo mandato con apoyo del llamado Partido Moderado, que integraban los sectores más reaccionarios de la época, entre ellos ex miembros del Partido Autonomista, organización que celebró la muerte de Antonio Maceo.

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Para lograr sus fines, Estrada Palma depuró a los funcionarios públicos que no lo aupaban y los sustituyó por sus incondicionales, lo cual estimuló un estado de beligerancia de la oposición tradicional del Partido Liberal, liderado por el General José Miguel Gómez.

Al verse imposibilitado de mantenerse en el cargo, Estrada Palma solicitó la intervención estadounidense y renunció, a fin de que ocurriera un vacío de poderes que obligara a Washington a intervenir, a tenor de la Enmienda Platt. /Foto: Cubadebate
Al verse imposibilitado de mantenerse en el cargo, Estrada Palma solicitó la intervención estadounidense y renunció, a fin de que ocurriera un vacío de poderes que obligara a Washington a intervenir, a tenor de la Enmienda Platt. /Foto: Cubadebate

El movimiento obrero y las ideas socialistas para entonces se encontraban en una etapa inicial y solo 20 años después, con la irrupción de una nueva generación de revolucionarios encabezados por Julio Antonio Mella, Rubén Martínez Villena, Raúl Roa y otros, comenzaría lo que se llamó el despertar de la conciencia nacional, que cambiaría definitivamente el rumbo de la historia patria.

Esa esperanza estaba muy lejos, y el gobierno realizó unas elecciones fraudulentas para elegir a Estrada Palma, pero el resto de los partidos tradicionales se opusieron a la farsa, situación que fue acumulando un rechazo generalizado que conllevó, en agosto de 1906, a la sublevación armada del partido liberal.

Los que conocían externamente a Estrada Palma, con su aureola de hombre honrado y comedido que no dejaba traslucir emociones extremas, estuvieron muy lejos de imaginarse que para lograr sus ambiciones aplicaría los métodos más execrables, incluyendo la eliminación de sus opositores políticos.

El 22 de septiembre de 1905 asesinó a quien quizás era su más joven y capaz opositor, Enrique Villuendas, de 30 años, abogado y quien se ganó los grados de coronel a fuerza de coraje con solo 21 años de edad, y con 26 conquistó un escaño en la Cámara donde se distinguía por su oratoria y gran carisma.

Villuendas se encontraba en Cienfuegos en actividades políticas contra el gobierno y fue asesinado en extrañas circunstancias, dentro del hotel donde se hospedaba, en medio de un intercambio de disparos con la policía.

Cuando la insurrección de los liberales estaba en desarrollo, el 23 de agosto de 1906 el general de las tres guerras de independencia, Quintín Banderas, estaba alzado contra el gobierno en las filas liberales en las zonas de Arroyo Arenas y Wajay y esperaba en una hacienda de la localidad a parlamentarios del presidente que debían traerle una autorización para rendirse y abandonar el país, como pudieron hacer la mayoría de los jefes de la oposición, pero fue asesinado a sangre fría por los propios enviados del mandatario.

Estrada Palma al verse imposibilitado de mantenerse en el cargo, solicitó la intervención estadounidense y renunció, al igual que sus principales colaboradores, a fin de que ocurriera un vacío de poderes que obligara a Washington a intervenir, a tenor de la Enmienda Platt.

De esa forma el 29 de septiembre de 1906 fue enviado al frente de tropas de ocupación el Secretario de la Guerra de Estados Unidos, William H. Taft quien oficiaría como gobernador provisional de Cuba hasta que lo relevara Charles E. Magoon.

Las tropas estadounidenses permanecieron en la Isla hasta el 28 de enero de 1909 y posteriormente el nuevo gobierno quedó presidido por el caudillo liberal José Miguel Gómez, quien se destacaría por el robo y el latrocinio de la riqueza pública, lo cual caracterizó a todos los mandatarios de la seudorrepública.

En ese periodo de administración militar, las autoridades norteñas repartieron por igual dinero y dádivas a los políticos corruptos de ambos bandos a costa del presupuesto nacional, fortalecieron el ejército y los capitales de La Unión controlaron la economía cubana, con lo cual se apuntaló el sistema neocolonial para salir de su primera crisis. (Texto de Jorge Wejebe Cobo)

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ACN

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