Seguimos con la frente enhiesta ante la prepotencia imperialista

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En respuesta a la prepotencia de la Organización de Estados Américanos (OEA), de expulsar a Cuba del concierto de naciones del área el 4 de febrero de 1962, más de un millón de cubanos colmaron la Plaza de la Revolución  para constituir la Segunda Asamblea General Nacional del Pueblo, la cual aprobó la Segunda Declaración de La Habana.

El documento refrendado allí, adquiere total vigencia cuando al cabo de 58 años, el imperialismo norteamericano —el mismo enemigo de entonces— sigue empeñado en doblegar la firmeza, dignidad, independencia, autodeterminación y soberanía, de la Patria de Martí y de Fidel.

“Resistiremos en todos los campos: resistiremos en el campo de la economía; seguiremos avanzando en el campo de la cultura (…) la patria no trabaja para hoy, la patria trabaja para mañana. Y ese mañana lleno de promesas no podrá nadie arrebatárnoslo, no podrá nadie impedírnoslo, porque con la entereza de nuestro pueblo lo vamos a conquistar, con el valor y el heroísmo de nuestro pueblo lo vamos a conquistar”, recalcó ese día el Máximo Líder de la Revolución cubana.

La Declaración se convirtió en una verdadera reafirmación de principios, a favor de la proyección y vocación latinoamericana. Su contenido resume un profundo respeto al carácter socialista e internacionalista del proceso político cubano, con excepcional énfasis en la trascendencia latinoamericana, pues en él se examinan las raíces históricas de los hijos de nuestro continente, contra los peligros imperialistas.

Tal y como sucedió en la reunión de Punta del Este de principios del año 1962, la administración norteamericanamanipuló y siguen manipulando a la OEA, a fin de satinizar el ejemplo de Cuba. Ahora nos califican de eje del mal, junto a los gobiernos de la República Bolivariana de Venezuela y Nicaragua, y como hace casi seis décadas, gobernantes sumisos se plegan a esas campañas anticubanas.

Foto: Tomada de Internet
Foto: Tomada de Internet

La II Declaración de La Habana y el reflejo de una época

La II Declaración de La Habana comienza con las palabras del Héroe Nacional, José Martí, cuando en lo que se considera su Testamento político, la carta a Manuel Mercado, subraya que seguirá luchando como siempre lo hizo hasta el día de su muerte para evitar, con la independencia de su Patria, que Estados Unidos caiga con esa fuerza más sobre los pueblos de Nuestra América.

A continuación, Fidel denuncia la intervención estadounidense en la política interna de los países latinoamericanos, cada vez más abierta y descarnada. Dejó claro con sus palabras que los imperialistas no temían por la revolución cubana, sino por la revolución latinoamericana, el miedo a que los pueblos saqueados del continente arrebataran las armas a sus agresores y se declararan como en el caso de Cuba; pueblos libres de América.

En un análisis sobre el documento, el sociólogo, politólogo, catedrático y escritor argentino Atilio Alberto Borón escibió: “Diríamos que es un texto viviente, histórico y actual a la vez; reflejo fidelísimo de una época, de una coyuntura internacional, los comienzos de los años sesenta, pero al mismo tiempo diagnóstico certero de los males que todavía hoy nos aquejan y de nuestras asignaturas pendientes”.

Y a renglón seguido reflexiona el reconocido intelectual, “la época en que aparece, 4 de febrero de 1962, no podía ser más significativa. Todo el intenso dramatismo de ese tiempo, en donde América Latina se encontraba en una encrucijada, en un punto de viraje en el cual sólo Cuba supo tomar la dirección correcta, se recrea en sus páginas, brillantemente escritas, con una fuerza extraordinaria”.

Afirmación de principios, proyección y vocación latinoamericana

La historia se encargó de demostrar la validez de las ideas y conceptos planteados entonces. Muchas fueron las naciones que a lo largo de estos años que construyeron proyectos políticos y sociales de carácter popular. Y, si bien la “oreja peluda” y la ideología del neoliberalismo continúan su labor retrógrada, al fin y al cabo los pueblos latinoamericanos retoman, una y otra vez, el camino de la reivindicación de sus derechos para subvertir el orden establecido, ya en manifestaciones de protestas, ya con el voto en la urnas por representates que respondan a los intereses de la mayoría.

“Porque esta gran humanidad ha dicho ¡Basta! y ha echado a andar. Y su marcha de gigantes ya no se detendrá hasta conquistar la verdadera independencia, por la que ya han muerto más de una vez inútilmente”. Así concluía la II Declaración de La Habana, y así sigue con total vigencia esos mismos presupuestos antiimperialistas y la misma vocación martiana y bolivariana.

Foto: Tomada de Internet
Foto: Tomada de Internet

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Armando Sáez Chávez

Periodista de la Editora 5 de Septiembre, Cienfuegos, Licenciado en Español y Literatura y Máster en Ciencias de la Educación

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