“La Revolución continuará y la lucha no se detendrá hasta la victoria”

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En la madrugada del 16 de febrero de 1957 Frank País García y Celia Sánchez Manduley saltan de sus lechos en la casa de Epifanio Díaz, en la Sierra Maestra donde han pernoctado y se lanzan por aquellos trillos oscuros y resbaladizos, pues ha llovido mucho, pero van radiantes de felicidad porque van a ver a Fidel Castro.

Frank no lo ve desde octubre de 1956 cuando fue a México a coordinar todo lo concerniente con el desembarco del “Granma”. Pero Celia no ha conocido todavía personalmente al líder de la Revolución, por eso están ansiosos con el encuentro. Van camino de ello. Celia ya tenía 36 años, pero le apura el paso a los 22 años de Frank.

Entre tanto, Faustino Pérez ha contactado en La Habana con el periodista estadounidense del New York Times, Herbert Mathews, llegado para conocer la situación en La Habana. Faustino invita a Mathews a acudir clandestinamente a la Sierra Maestra para entrevistar a Fidel Castro y su guerrilla rebelde, los que el dictador Batista ha anunciado que están muertos. Y el día en que Frank y Celia se entrevistan, también lo hace el editorialista norteamericano.

Al día siguiente, además, tendrá lugar allí la reunión nacional de la Dirección del Movimiento 26 de Julio, por primera vez en la Sierra. Además de Fidel y Raúl, estarán presentes, Celia y Frank, Faustino Pérez, que ha subido con el periodista, Vilma Espín, Haydee Santamaría, Armando Hart y otros compañeros. Era imprescindible unificar la estrategia de lucha y la coordinación con todas las provincias del país.

Cuentan que cuando Fidel conoció a Celia, presentada por Frank, mientras éste enumeraba las virtudes de aquella mujer, Fidel la miraba directamente a los ojos. Después diría: “Su mirada transparentaba todas esas cualidades”. A partir de ese momento Celia sería la ayudante personal de Fidel, compañera imprescindible durante toda la guerra de liberación, la compañera imprescindible durante la construcción del Socialismo, hasta la muerte de la heroína, que también ganó el cariño de su pueblo en recíproco amor.

Al día siguiente ocurrirían muchas cosas en el campamento de la columna uno: la entrevista de Mathews a Fidel que revelaría las mentiras de Batista, desenmascarado ante el mundo por los reportajes del diarista norteamericano quien vaticinó: “uno comprende que esta guerrilla es invencible”. Textos, fotos y declaraciones daban a conocer al mundo que la guerrilla vivía y combatía eficazmente.

También se desarrolló la reunión de la dirección nacional del M-26-7 que aprobó la publicación del Primer Manifiesto a la Nación, que redactó Fidel. Exponía las líneas programáticas de la Revolución y al final declaraba: “La Revolución continuará y la lucha no se detendrá hasta la victoria”. Así sucedería. Nada podía detener lo que ya estaba en la conciencia y el corazón de los cubanos.

También ocurrieron sucesos de otro tipo en este día y lugar: fue capturado el guía traidor Eutimio Guerra que conducía al ejército batistiano a los lugares exactos donde estaba la guerrilla, para que la aviación la bombardeara. También mataban a campesinos que colaboraban con la guerrilla. Se le ocupó un documento escondido, que era un salvoconducto firmado por el coronel Casillas Lumpuy, que actuaba como jefe de operaciones contra el Ejército Rebelde. Éste era, además, el asesino por la espalda del guía de los trabajadores azucareros, Jesús Menéndez. Esa misma noche, tras un juicio sumarísimo, Eutimio Guerra fue fusilado.

Sí, los días 16 y 17 de febrero de 1957 fueron buenos para el futuro de la Revolución que estaba desarrollándose.

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Andrés García Suárez

Periodista, historiador e investigador cienfueguero. Fue fundador de 5 de Septiembre, donde se desempeñó como subdirector hasta su jubilación.

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