Retrato neocolonial de Cienfuegos

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El 20 de mayo de 1902 quedó instaurada para la Isla una República mediatizada, donde en su esencia vivió la colonia. La ciudad de Cienfuegos mostraba una aparente prosperidad económica que la situaba entre las primeras del país. La posición al sur de la bahía, unida a sus bondades, llevó al gobierno yanqui a solicitarla bajo el amparo de la Enmienda Platt como carbonera. Pero para fortuna de los lugareños, dicha proyección norteña no se materializó.

Las luchas obreras no se hicieron esperar durante todo el período. Reclamos sobre mejoras salariales, la jornada laboral de ocho horas, entre otras, fueron constantes.

Los obreros cienfuegueros perpetuaron su memoria al nacimiento de la nueva República en un arco de triunfo erigido en el ala oeste del actual parque Martí. Aquella construcción atesora aún su significado de lucha ante la dominación extranjera yanqui, bajo el precepto martiano de edificar una Cuba con todos y para el bien de todos. Esa era la República soñada, esperada y anhelada después de tantos años de guerra, a la cual iba en realidad dedicado el emblemático arco en 1902.

arco de triunfo cienfuegos
Varios arcos se erigieron en la ciudad para saludar el advenimiento de la nueva República. El levantado en el parque Martí es el único que sobrevive hasta la fecha. /Foto: Archivo del autor

La comercialización de azúcar prosiguió a través del puerto. El ferrocarril continuó su crecimiento. Aquellos dos rasgos económicos resultaron esenciales para acentuar a Cienfuegos como una ciudad burguesa moderna, aunque en realidad primaba la pequeña industria artesanal junto al comercio interior, dotado de locales, almacenes y casas comerciales.

La República neocolonial acompañó la vida política sureña, caracterizada por fraudes, intervenciones, acusaciones, arbitrariedades, persecuciones, atentados, terrorismo, asesinatos, entre otros desmanes. Era el escenario perfecto donde en una supuesta democracia descansaba la violencia política. En este contexto, Cienfuegos devino foco de confrontaciones electorales entre liberales y conservadores. Como flagelos populaban la corrupción, el vicio, el juego, la prostitución, el pandillerismo gansteril, el desempleo, el analfabetismo, la mortalidad por enfermedades curables y el desalojo.

Aquí tuvieron repercusión los hechos de la Guerrita de Agosto de 1906, tras el intento de reelección de Tomás Estrada Palma, quien visitó la ciudad durante su mandato. De igual manera, el fracasado Movimiento de los Independientes de Color en 1912 hizo presencia en el territorio.

El arte dotó a la urbe y al país de emblemáticas figuras, agrupaciones y obras que han vencido el paso del tiempo. La ciudad fue testigo del quehacer de personalidades relevantes como Edgardo Martín Cantero (1915-2004), notable músico, publicista, pianista, escritor y profesor. De las manos de Martín Cantero nació el libro La Música en Cuba. Otra sureña de renombre fue Paulina Álvarez (1912-1965), quien se ganó el seudónimo popular de La Emperatriz del Danzonete. Ella cantó el primer danzonete compuesto por el músico cienfueguero Aniceto Díaz. Su dedicación al género, unido a la inigualable manera de interpretar, la hizo acreedora del Premio de Honor al Mérito otorgado por la Unión Sindical de Músicos de Cuba. Otro hijo del sur fue José Ramón Muñiz, poeta y músico, autor de la incomparable Luna Cienfueguera.

Aquí nacieron la Orquesta Aragón, el Conjunto de Sones Los Naranjos y la Orquesta Loyola, agrupaciones que todavía mantienen la autenticidad de la música tradicional cubana.

La escultura citadina estuvo de lujo al contar con el concurso del palmireño Mateo Torriente (1910-1963). Este creador de rango nacional inició su bregar en el arte durante el período neocolonial y alcanzó plenitud en el período revolucionario. Benjamín Duarte (1900-1974) fue un cultivador del arte naif en sus pinturas. Inició su labor artística en esta etapa y después de 1959 continuó brindando su arte al pueblo. El inigualable pintor y escritor Samuel Feijoó (1914-1992) bregó por la cultura sureña. Fue amigo de Duarte y juntos elevaron sus obras a una indiscutible cubanía.

La ciudad acogió el Segundo Congreso Nacional Obrero. En Cienfuegos vio sus primeras luces la Confederación Nacional Obrera de Cuba, asentada en los anales de nuestra historia patria como la CNOC. Los nombres de los dirigentes obreros sureños José Castilla y Luis F. Trujeda aparecen como firmantes de su acta de fundación.

En este territorio radicó también la Universidad Popular José Martí, en la cual se desempeñó como profesor el destacado militante comunista Gustavo Aldereguía Lima. La presencia de aquella institución habla hoy por sí sola de la unidad presente en la urbe entre estudiantes y obreros.

El Partido Comunista quedó organizado en 1930. Estuvieron en su constitución Arturo Iser González, Pedro Pérez, Pedro Selga, Alipio Rodríguez, José Sanjurjo Gómez, Luis Savall Blasón y Ezequiel Díaz, quien fuera electo su secretario general.

Dentro de una organización llamada Decreto Estudiantil despertó el accionar de Carlos Rafael Rodríguez, uno de los más notables hijos de Cienfuegos. Su combatividad la demostró en la huelga de 1933, al enfrentar la represión del Tercio Táctico llegado a la ciudad desde Santa Clara. Era entonces Carlos Rafael el presidente del Directorio Estudiantil en el territorio.

La caída de la dictadura sanguinaria de Gerardo Machado provocó una apoteosis enla Perla del Sur. El pueblo salió a las calles desbordado de alegría hacia su arteria principal de Prado y San Fernando.

Para 1935 los desempleados crecían y se respiraba un clima de inseguridad. Ello llevó, como en todo el país, al estallido de la huelga de marzo de ese propio año. En esta participaron maestros, empleados de salud, aduaneros y obreros. La huelga fracasó, y tras el revés se desató una brutal represión representativa de un gobierno militarista. Los obreros, bajo la dirección del Partido Comunista, lograron en 1937 la libertad de los presos políticos que participaron en aquellos hechos.

La década del cuarenta del pasado siglo XX mostró la imposibilidad agrícola de abastecer las necesidades de la población. Cienfuegos mostraba en la región un próspero desarrollo ganadero. Lo anterior permitió durante y después de la II Guerra Mundial la importación al territorio de ganado de raza, sobre todo de la cebú. Los productos derivados de la ganadería no alcazaron en la etapa niveles notables. Mantequilla, jamón, queso, leche condesada, leche evaporada, manteca, aceite y carnes saladas debieron ser importadas para el consumo de la población. Lo antes mencionado no es más que el resultado del subdesarrollo propio de un capitalismo sostenido sobre pilares arcaicos del feudalismo.

El viraje político de Batista en la década del cuarenta hacia una supuesta democracia llevó a la legalización del Partido Comunista cienfueguero. La nueva dirigencia comunista sureña plasmó en su programa de lucha las mejoras obreras, así como las demandas de las mujeres y los campesinos. Entre sus líderes se encontraba Osvaldo Dorticós Torrado. Uno de los actos celebrados en el teatro Luisa por la Hermandad de Jóvenes Cubanos fue presidido por él, muestra de la unidad entre la dirigencia juvenil y el Partido Comunista en Cienfuegos.

El 12 de noviembre de 1950 fue convocado un mitin en el Instituto de Cienfuegos, al cual invitaron a líderes nacionales de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU). Asistieron Fidel Castro Ruz, presidente de la Escuela de Ciencias Sociales de la Universidad de La Habana, y Enrique Benavides Delgado, de la Escuela de Derecho. El objetivo era protestar por las arbitrariedades de los ministros de Gobernación y de Educación que habían prohibido la celebración de actividades públicas. La realización de aquel acto no autorizado, produjo un enfrentamiento entre los agentes militares, los estudiantes y el público. Fidel y Benavides fueron conducidos a Santa Clara, acusados de incitar a los estudiantes cienfuegueros.

La participación de los estudiantes, junto al pueblo de Santa Clara, logró que fueran puestos en libertad. En el juicio, celebrado en diciembre de 1950, Fidel asumió por primera vez su autodefensa. En ese alegato criticaba y condenaba al régimen imperante por sus arbitrariedades e inmoralidades.

La aparición en el país a finales de los años cuarenta del Partido del Pueblo Cubano Ortodoxo, junto a su líder Eduardo Chivás, tuvo en Cienfuegos total acogida. Chivás visitó la Perla del Sur el 12 de mayo de 1951. Las personas se lanzaron a la Calzada de Dolores a recibirlo. Se congregaron en el parque Villuendas para el mitin político, donde el líder reafirmó su línea independiente y ratificó la decisión de llegar a la presidencia solo con el apoyo del pueblo.

El 10 marzo de 1952 Fulgencio Batista Zaldívar propinaba un golpe de estado anticonstitucional. A partir de entonces, se gestó en la nación y en Cienfuegos, la organización de un movimiento revolucionario. Su origen estuvo en un grupo de hombres que mantenían el ideal de realizar cambios radicales. Predominaban representantes de la juventud procedentes de los partidos burgueses (ortodoxos y auténticos), del movimiento estudiantil y de otras filiaciones.

Fueron los integrantes de aquel movimiento quienes asaltaron en 1953 los cuarteles Moncada, de Santiago de Cuba, y Carlos Manuel de Céspedes, de Bayamo. Ya para entonces, se conocían como la Generación del Centenario. Posterior a la represión, juicio y prisión de los asaltantes junto a su líder Fidel Castro en el Presidio Modelo de Isla de Pinos, inició la divulgación de La historia me absolverá. Luego de liberados, aquellos revolucionarios llamaron a su organización Movimiento 26 de Julio (M-26-7).

En Cienfuegos la circulación del documento se inició alrededor del mes de agosto de 1954. No obstante, no fue hasta la segunda mitad del año 1955 cuando comenzaran aquí las actividades organizativas alrededor de la integración del M-26-7. El 7 de febrero de 1956, en la casa de Jorge Liriano, se realizó la primera reunión de trabajo de los sectores juveniles, ya bajo la dirección de Ricardo Llaguno, quien empezó a desarrollar desde entonces sus actividades en Cienfuegos.

El Movimiento 26 de Julio y el Directorio Revolucionario actuaron en todas las zonas y barrios del territorio (El Junco, San Lázaro, Pueblo Nuevo, Calzada de Dolores, parque Villuendas, Prado). Lugares céntricos de la ciudad amanecieron invadidos de carteles como anuncio inquebrantable de decisión y rebeldía. Letreros como Recuerden Moncada, Vencer o Morir, 1956 Seremos Libres o Mártires y Huelga General, aparecían sobre paredes y muros.

Bajo la dirección del M-26-7 se organizó el plan que abarcaría el ataque a los puntos militares claves de La Habana, apoyado por acciones en Cienfuegos y Santiago de Cuba. Se desarrollaría el 5 de septiembre, según acuerdo tomado en reunión realizada el 30 de agosto de 1957. El día 3 de septiembre se realizó otra reunión y decidieron posponer el alzamiento 24 o 48 horas, por lo que el plan no pudo efectuarse de forma conjunta. Ello provocó que la acción popular de Cienfuegos quedara aislada.

distrito naval cienfuegos
Vista del Distrito Naval de Cienfuegos. /Foto: archivo del autor

Julio Camacho Aguilera era el jefe del Movimiento 26 de Julio en la región. Junto a Miguel Merino recibió instrucciones de Faustino Pérez de la dirección nacional. Luego realizaron los contactos con Dionisio San Román, designado para la dirección del movimiento insurreccional en la ciudad.

Entre las principales acciones del levantamiento estuvieron el ataque a la Estación de Policía, la toma de la escuela San Lorenzo y del Ayuntamiento, así como de la estación de radio y comunicaciones, entre otros lugares. Durante varias horas, la ciudad estuvo en poder de los revolucionarios hasta la llegada del Tercio Táctico de Santa Clara.

En la lucha contra el ejécito ocurrieron numerosas bajas de ambas partes. Los combatientes de San Lorenzo fueron masacrados. Los revolucionarios y el pueblo en general no pudieron resistir la represión que el tirano Batista organizó como castigo ante el hecho aislado de Cienfuegos. El alzamiento del 5 de septiembre de 1957 encierra la unidad y la acción conjunta del M-26-7, la Marina de Guerra y la participación del pueblo. Demostró además, la validez y el prestigio de la tesis insurreccional en la conciencia revolucionaria de los cubanos.

El Movimiento 26 de Julio logró la vinculación con el Partido Socialista Popular en Cienfuegos, reorganizado el 18 de noviembre de 1957. El contacto entre ambas organizaciones se realizaba en visitas al bufete de Osvaldo Dorticós Torrado. En aquel local se coordinaban e intercambiaban propagandas y directrices. Dorticós Torrado se distinguió en la dirección del Movimiento de Resistencia Cívica creado desde 1957 y del propio M-26-7. Otros revolucionarios como Serafín Ruiz de Zárate y Humberto Miguel Fernández también se destacaron.

La Huelga del 9 de abril de 1958 no fue un hecho relevante en esta urbe. El plan de acción consistía en la movilización de la milicias, asaltar la planta eléctrica y desarrollar una manifestación. Aunque se regaron tachuelas y explotaron petardos, los establecimientos comerciales no cerraron. Al conocerse la noticia del fracaso de la huelga a nivel nacional, se ordenó la desmovilización.

La ofensiva del Ejército Rebelde en la Sierra Maestra, unida al accionar en el llano de las columnas invasoras del Che y Camilo, cercaron a Batista. El descarrilamiento del tren blindado en Santa Clara, en diciembre de 1958, le asestaba al tirano un duro golpe. Era la última esperanza militar que le quedaba al dictador, quien al asumir su derrota, abandonó el país.

El primero de enero de 1959, las sometidas huestes del dictador Fulgencio Batista Zaldívar le entregaron la ciudad al II Frente del Escambray. Sus dirigentes Eloy Gutiérrez Menoyo y William Morgan tomaron el control. Ambos, junto a la derecha del M-26-7 radicada en el territorio, crearon una junta municipal de gobierno.

Banquete ofrecido a Osvaldo Dórticos Torrado (vestido de traje blanco) en el Cienfuegos Yacht Club
Banquete ofrecido a Osvaldo Dorticós Torrado (vestido de traje blanco) en el Cienfuegos Yacht Club. /Foto: archivo del autor

La llegada de la Caravana de la Libertad a Cienfuegos el 6 de enero de 1959 cambió aquella realidad política. El pueblo, convocado, se reunió en la Calzada de Dolores y el parque Martí para recibir a los barbudos. Fidel Castro conversó aquella noche con los miembros de la marina del Distrito Naval del Sur. Pasada la media noche, en una improvisada tribuna, le habló a los cienfuegueros en el parque Martí. Fracasó así el plan de Gutiérrez Menoyo y los derechistas para ocupar un lugar en el gobierno revolucionario. Se abrió entonces para la ciudad y su gente la etapa revolucionaria.

El autor es profesor e investigador de la Universidad de Cienfuegos. Miembro de la Unión Nacional de Historiadores de Cuba (UNHIC)

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