Reorientación laboral del Turismo en apoyo al combate de la Covid 19

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Para Roberto Francisco Padrón López, cocinero del hotel Rancho Luna desde 1984, aprender a cocinar en el tacho (caldero grande al vapor) es una novedad desde hace algo más un mes. El cese del sector turístico significó un vuelco en su vida laboral.

“Estuvimos un mes con el ciento por ciento del salario retribuido y luego nos ofrecieron plazas en centros de Salud; no pude negarme, considero que es un granito de arena en el combate de esta epidemia de coronavirus. Así vine para el Centro Especializado Ambulatorio (CEA) Héroes de Playa Girón y aquí aprendo a la vez que tributo mis experiencias de alta cocina”.

Así expresó mostrando su elegancia de uniforme, mientras ablandaba frijoles en el tacho, pues aquí se trata de un comedor con gran capacidad y mayores cantidades de alimentos, lo cual demanda otros métodos de cocción. No obstante el aprendizaje, pacientes y trabajadores se asombran por las buenas presentaciones de los platos, pues como bien expresa Roberto Francisco está  en un proceso de retroalimentación.

En el CEA hay ocho trabajadores del Turismo, entre ellos Adriana Odalis Rodríguez Boza: “Di el paso al frente; pertenezco al departamento Comercial del hotel Rancho Luna y aquí apoyo en el área de Contabilidad, tarea nueva para mí, pero hago mi mejor esfuerzo”.

Gihana Galindo Enriquez, subdelegada del Ministerio de Turismo en Cienfuegos refiere que luego del receso del sector por la pandemia, los trabajadores son redistribuidos en faenas de mantenimiento de sus unidades, capacitación y apoyo a unidades de Salud.

“Actualmente hay otros en centros de aislamiento como el Pedagógico y los hoteles del Micons y Deportivo. También en los lavatines de Argüelles y San Luis, así como el de la calle San Carlos, ambos ejecutan el lavado de todas las unidades de ingreso”.

Por otra parte, Celina Mejías Acea, dependiente gastronómica de Rancho Luna hoy labora en el CEA junto a otras cuatro colegas como regidoras (especialistas de limpieza):

“Nos enseñaron los métodos de desinfección, tarea clave en los centros de salud hoy, me siento satisfecha de ayudar; nos hemos integrado a un colectivo de excelencia y las normas de uso de hipoclorito, desinfección de pasillos, el lavado de tallas y lencería, extreman la pulcritud de este lugar”.

Elevar medidas de bioseguridad ha sido un éxito en el Centro Especializado Ambulatorio; desinfectan, ponen puertas, limitan accesos, replantean flujos de personal, todo un cambio en esta antigua instalación, cuyos inicios se remontan a 1959 y resulta decisiva en la actual coyuntura:

ZONA ROJA DEL CEA

“El manejo epidémico ha marcado el camino en este combate a la Covid-19; la tarea de reorganización hospitalaria comenzó de inmediato, pues era preciso asumir a los sospechosos de la enfermedad y cuidar a los 88 pacientes de hemodiálisis del centro. Para eso cambiamos estructuras, flujos, separamos el primer y tercer nivel completamente, nada se cruza ahí, ni los recursos humanos”, expresa la doctora Vivian Chávez Pérez, directora del CEA.

Agrega que además, fue necesario preparar la unidad de la Covid-19 con cálculos poblacionales acorde a los comportamientos de los epicentros de la pandemia en ese entonces, que eran China, Italia y España, y adecuaron el lugar para sospechosos leves, moderados y graves, con Terapia Intensiva incluida, tanto para adultos como para pediatría.

También adecuaron un salón quirúrgico (operaron a ingresados que necesitaron ese servicio), así como un riñón artificial disponible para los nuevos pacientes, a fin de aislar al Hospital Provincial Gustavo Aldereguía Lima (GAL) de toda afluencia de tales casos. Allá solo recibían la parte de gineco-obstetricia, en sala aislada.

“También contamos con un anexo en la Eide provincial para sospechosos leves, lo cual sumaba casi 500 camas”, agregó la doctora Vivian.

¿Cuántos positivos diagnosticaron aquí?

“Solo tres, de los 700 ingresados; el resto estaba en los centros de aislamiento”.

Alega la directiva que al cerrarse los focos cienfuegueros el pico ha bajado y ahora pueden dedicarse a la investigación académica de todo lo transcurrido aquí: “El Doctor Alfredo Espinosa nos asesora desde la distancia y aportó que esta es la primera epidemia afrontada en el centro, pues en Cienfuegos hubo en 1971 un brote de fiebre tifoidea, pero no fue atendido aquí, sino en el antiguo sanatorio; por tanto nuestros manuales de estudio hacen historia.

“Esta es una gran experiencia; por aquí han transitado especialistas de todos los centros de la provincia y ha sido clave como parte de la cooperación territorial el apoyo de fuerza del Turismo, que solicitamos a través del Consejo de Defensa Provincial”.

¿Podremos hablar de un antes y un después de esta pandemia en el CEA?

“Sí, y reitero que extremar la bioseguridad es la mayor lección; debemos mantener el estricto uso de las tallas, el hipoclorito, lavado de manos, mascarillas, pues luego de esta etapa han bajado los índices de sepsis hospitalaria”.

Adaptados a la nueva misión estos trabajadores han mantenido la vitalidad del CEA, una institución emblemática del sistema de Salud sureño.

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Dagmara Barbieri López

Periodista. Máster en Ciencias de la Comunicación.

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