Rendir el tiempo finito de nuestras vidas

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Para muchos entendidos la Covid-19 es una convulsión devastadora en el mundo de la creación artística, y su extensión está sujeta al tiempo que persista la crisis. Es cierto que esta etapa inédita de la existencia humana ha producido millonarios perjuicios económicos con el cierre de los museos, galerías y zonas de mercadeo, colocando en situación problematizadora a los artistas (sobre todo los menos provistos de oportunidades y ventas) y poniendo en trance de futuro encarecimiento a los proyectos expositivos y los empleos de las fuerzas de sustento o colaboración afines; empero, de los golpes el hombre suele tomar experiencias positivas y es una realidad que las cuarentenas han removido la sabiduría de los públicos para redireccionar el presente y nuestra concepción del mundo. Lo que, dicho de otro modo, infiere una nueva filosofía y práctica del arte en la contemporaneidad.

Ha dicho el curador Borja Villel que el coronavirus es “una sacudida en la creación. Del mismo modo que Picasso dejó lo que estaba haciendo para ponerse a pintar el Guernica cuando supo del bombardeo alemán sobre la villa vasca”. Se cumple aquella máxima de los nuevos sentidos que los entornos fustigantes ocasionan en los devenires históricos, obligándonos a reconfigurarnos.

Cuando el 31 de marzo de 2020 el pintor Wilfredo Prieto presenta en la Galería Habana su muestra personal Fake News, concluye un ciclo de ideales y denuedos en el arte cubano. Días más tarde el Ministerio de Cultura, debido a la coyuntura nacional e internacional, decreta el cierre de las bibliotecas, galerías de arte, museos, casas de cultura y centros de ocio, y las expresiones culturales se trasladan entonces a los espacios virtuales. Inobjetablemente, las instituciones ligadas a la conservación y promoción del patrimonio artístico estuvieron forzadas a readecuar sus estrategias y modos de socialización, induciendo a los públicos a consumir bienes artísticos a través de las redes sociales; lo que multiplicó el acceso al arte de una mayor cantidad de personas.

No es fortuito que hayan sido los museos (reservorios de lo que fuimos y seremos) los que tomaran iniciativas como el uso del challenge (actividad que permite reproducir una obra de arte famosa desde una dimensión creativa) para que la familia pueda solazarse en casa y ampliar sensibilidades estéticas e interpretativas de ese patrimonio. En la Isla ha sido viral la labor de niños y padres de la escuela Rolando Poland-Eduardo Saborit, del municipio de El Cerro, en la capital, quienes a través de Facebook yWhatsApp publicaron sus recreaciones de obras de la colección del Museo Nacional de Bellas Artes.

Igual, se pudieron disfrutar de exposiciones y debates online durante la exitosa Romerías de Mayo, que se preciara por la vía de internet, sustituyéndose los contextos holguineros por los recintos virtuales, y se justiprecian, desde el 27 de abril, las actividades docentes especializadas que a través de la pequeña pantalla ofrece el CENArt para estudiantes de la Enseñanza Artística de los niveles Elemental y Medio. Esta segunda experiencia acaso es víctima de la premura, tal como se devela en la puesta televisiva, los criterios didácticos en relación con los contenidos y la ineficacia de algunos profesores como conductores (por su falta de telegenia y resortes comunicacionales).

Del mismo modo, los artistas han descubierto el uso de las nuevas tecnologías digitales como caudal de experiencias sensoriales frente al objeto artístico, sobre todo de tipo patrimonial. Las nuevas acciones intencionadas (la crisis siempre nos invita a repasar lo vivido) gozan ahora del espíritu de la prontitud, concisión y carácter sincrónico, favoreciendo la interacción y el protagonismo participativo de los públicos.

Muchos otros ejemplos pudiéramos compartir, como la usanza de la herramienta Google Art Selfie o la plataforma Google Arts&Culture, que han tomado nuevos vuelos a raíz de la pandemia, pero es exiguo el espacio. La idea es abrirnos a las eventualidades y rendir el tiempo finito de nuestras vidas.

*Crítico de arte. Prepara el Doctorado en Ciencias sobre el Arte.

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Jorge Luis Urra Maqueira

Crítico de arte. Miembro de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC).

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