Rendición de cuenta: deber de delegados, derecho de electores

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Más allá de la concepción de muchos que aprecian la rendición de cuenta del delegado a sus electores como el espacio para plantear inquietudes y recibir respuestas del arreglo del bache de la esquina, la pintura del edificio o la disponibilidad telefónica, por citar algunos ejemplos, el proceso rebasa esos asuntos. Es un hecho que expresa la voluntad constitucional y del resto de las legislaciones. En él los elegidos comunican cuánto hicieron o no en función de representar a quienes lo eligieron.

La Ley 132/2019 de Organización y Funcionamiento de las Asambleas Municipales del Poder Popular y los Consejos Populares, establece en su artículo 91 que “la reunión de rendición de cuenta constituye también una vía para informar a los electores sobre aspectos relacionados con la circunscripción”, además de los temas de interés acerca de la localidad, la provincia y el país, lo que genera el “análisis colectivo en la búsqueda de soluciones con la participación popular”.

Para lograr un ambiente ameno, sin formalismos y que capte el interés de la ciudadanía, resulta esencial el liderazgo del delegado, su preparación y las iniciativas que, metodología aparte, sea capaz de incorporar a su asamblea. El empleo de las nuevas Tecnologías de la Información y las Comunicaciones constituyen una manera diferente de asumir el diálogo y una herramienta para la motivación, fundamentalmente, de los más jóvenes.

A ese escenario, que se gesta en el seno de la comunidad, el elector acude para ejercer un derecho otorgado legislativamente. Por tanto, debe despojarse de la apatía, los esquemas de antaño y el poco sentido de pertenencia. Así hará válida su palabra ante la aprobación o inconformidad con la gestión de su representante, las nuevas ideas a soluciones pospuestas y el liderazgo que es capaz de asumir para, junto a otros vecinos, resolver las dificultades colectivas.

En ese sentido se pondera el concepto de Poder Popular que, mediante la toma de decisiones, la participación y el ejercicio de rendir cuenta, por parte de quienes en acto electoral fueron aprobados por el pueblo, remite al principio de verdadera democracia. Esa máxima en Cuba está en función del “soberano”, a decir del Primer Secretario del Comité Central del Partido y Presidente de la República Miguel Díaz- Canel Bermúdez.

Contrario a nociones erradas, la presencia de directores y administrativos en la rendición de cuenta cumplimenta el necesario acompañamiento al delegado y articula “la estructura estatal a través de órganos con funciones diferentes”. En ese intercambio las voces principales son las de los representantes y sus electores quienes, en caso de ser necesario, reciben determinada información o respuesta de los directivos convocados, si resulta conveniente.

Hasta el próximo 10 de diciembre Cienfuegos, como el resto del país, desarrolla el diálogo pueblo- gobierno. Luego de dos años de obligatoria pausa por la Covid-19, los debates nocturnos vuelven a las calles. Sin tapujos se hace énfasis en lo que falta, en los avances, a pesar del tenso panorama económico y en la unidad y la solidaridad que distinguieron los tiempos más complejos de la pandemia. Es allí, en el barrio, donde también se reconocen y aplauden a quienes, en diversas esferas, se convirtieron en valientes.

Sin olvidar que es la rendición de cuenta del delegado a sus electores el tradicional espacio donde se exponen inquietudes y se actualiza acerca de la solución de planteamientos, la mirada actual debe enfocarse al principal objetivo de estos encuentros. Escuchar a nuestro representante, debatir de manera crítica su misión ante el electorado, asentir su mandato o revocarlo ante el incumplimiento de su deber,  protagonizar la toma de decisiones y la búsqueda de alternativas a los problemas, figuran como aspectos medulares para continuar “desde la comunidad, aportando a Cuba”

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