Reina del Mar piensa a Disney

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Se encuentra en librerías de la provincia el volumen Disney y la zapatilla mágica, nuevo título del sello cienfueguero Reina del Mar Editores que ayuda a pensar, algo tan vital como subvalorado hoy día.

Lo escribe Justo Planas, crítico capitalino de 33 años, ganador del Premio Caracol de Ensayo de la Unión Nacional de Artistas y Escritores de Cuba, así como del Premio de Ensayo José Juan Arrom. El colega de la Asociación Cubana de la Crítica Cinematográfica y de la Federación Internacional de la Prensa Cinematográfica ha dedicado parte importante de su vida profesional al estudio del cine, hecho evidenciado en letras generosas en lo factual y lo opinativo, en lo referencial y el concepto puro en primera persona.

Justo Planas, autor del libro.
Justo Planas, autor del libro.

El ensayo de la casa librera perteneciente a la Asociación Hermanos Saíz constituye, en esencia, la tesis con que él se graduó de la Maestría en Lengua Inglesa de la Facultad de Lenguas Extranjeras de la Universidad de La Habana. Las causas motivantes de la realización del trabajo Planas las compartió, el pasado año, a los lectores del suplemento cultural Conceptos:

“En Cuba, especialmente la infancia, es gran consumidora de productos con imágenes de Disney. Simplemente forma parte de nuestra vida cotidiana. Se celebran los cumpleaños con piñatas de princesas. En algún que otro círculo infantil, la imagen del Pinocho de Disney puede verse dibujada en las paredes, siendo Pinocho un libro italiano con muchas versiones. Y la televisión cubana tanto de lunes a viernes como durante los fines de semana, exhibe muñequitos y largometrajes animados de Disney. Siempre me sorprendió que siendo entonces Disney un producto tan popular en la Isla, no existiera un estudio desde la teoría en el país que se ocupara de comprender el significado que tienen, en sus orígenes, los audiovisuales de Disney, su ideología (entendida aquí en un sentido amplio, no meramente político). Estoy claro de que luego el público cubano será capaz de trascender, revertir, eclipsar incluso, las intenciones originales de la Compañía, pero ¿qué realmente se propone como discurso esta al crear sus obras y con quién y sobre qué está dialogando? Ese es el quid de mi libro”.

A Disney y la zapatilla mágica él lo dividió en cuatro partes. En el primero de estos capítulos, Cine, discurso e ideología, el signatario aspira, según sus propias palabras, a despejar las especificidades del discurso ideológico en el terreno cinematográfico y precisar la forma en que opera la comunicación de juicios y valores en el campo específico de la animación, lo cual no es compatible en todos sus aspectos con otras formas audiovisuales.

En el segundo, El ciudadano Disney, efectúa un breve repaso por la historia de la compañía del castillo azul. Aquí hace hincapié en la biografía de Walt, a su juicio debido a la influencia que tuvo no solo en el devenir del imperio cinematográfico sino en el contenido ideológico y estético de los productos audiovisuales bajo su firma. Además, aborda las cruzadas estéticas, tecnológicas, financieras y legales acometidas por esta industria cultural durante la pasada centuria.

A través del tercer capítulo, titulado Al reverso de la zapatilla, Planas analiza el discurso ideológico del filme La cenicienta (Cinderella, 1950). En tanto, a lo largo del epílogo o segmento conclusivo, Soñar es desear, prefigura la influencia del universo Disney en el constructo audiovisual contemporáneo, entre otros objetivos.

Se trata de una novedad literaria cuando menos singular en el contexto provincial, pues libros de cine solo se habían editado los tres que le publicara Mecenas al autor de estas líneas a fines del pasado siglo e inicios del actual.

Baza del volumen, cual bien consigna la edición, es escrutar la posición (retrógrada) de la Compañía ante asuntos primordiales como raza, etnicidad o género, temas que permitirían la realización de centenares de ensayos semejantes. De hecho, existen numerosos textos en torno al asunto, antes y sobre todo después que Ariel Dorfman y Armand Mattelart publicasen su archifamoso Para leer al pato Donald (Editorial Ciencias Sociales, 1974).

Desde el punto de vista de lector, hubiera agradecido que la investigación ahondase tanto en el vínculo Disney/Pixar como en las nuevas absorciones o proyecciones de la casa del ratón. Y, hablando menos por mí que por muchos lectores, se hubiese aplaudido con vehemencia la decisión de subir el puntaje, pues debe emprenderse un soberano esfuerzo -con espejuelos graduados y todo-, para leer esta pieza literaria. En calidad de editor, comprendo que la razón de ello obedece al sano deseo de introducir una alta carga de texto en limitado número de páginas, dilema en el cual todos quienes hemos armado libros o periódicos nos hemos visto envueltos alguna vez, pero aquí sencillamente se exageró, por mucho, con el diminuto tamaño de la letra.

Se trata de una novedad literaria cuando menos singular en el contexto provincial.
Se trata de una novedad literaria cuando menos singular en el contexto provincial.

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Julio Martínez Molina

Licenciado en Periodismo por la Universidad de La Habana. Periodista del diario 5 de Septiembre y crítico audiovisual. Miembro de la UPEC, la UNEAC, la FIPRESCI y la Asociación Cubana de la Crítica Cinematográfica

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