Rápido y furioso: ficticio en La Habana, real en Cienfuegos

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No hay por qué envidiar en Cienfuegos las imágenes de la película Rápido y Furioso filmadas unas semanas atrás en La Habana. Sobre todo cuando tenemos en nuestras propias pistas, corredores reales por encima de los actores Vin Diesel o Rachel Gómez, quienes posiblemente nunca hayan alcanzado en un vehículo más de 200 km/h.

Que alguien logre entonces superar esa velocidad en apenas tres cuadras podría imaginarse en tales filmes de Hollywood, pero ni escenarios ficticios, ni muchos menos efectos especiales rondan estas exhibiciones, totalmente reales, totalmente cienfuegueras.

Liderado por Alexander Marañón, el proyecto Moto100 aglutina más de 200 pilotos de todo el país y constituye ya un evento de referencia si de carreras de este tipo se trata.

Inspirado en su amistad con Nirio Rivero, —destacado atleta todavía en cierto anonimato en la historia de esa disciplina en Cuba, específicamente en los eventos de moto-velocidad—  Alexander encontró la forma de expandir su pasión y hacer algo por la todavía débil actividad deportiva.

“Buscamos la manera de agrupar a todos los vehículos de velocidad y a las personas a quienes le gustara la aceleración.

“Es una forma también de evitar las carreras clandestinas existentes por ahí. Así, quien quiera correr, acelerar y tenga los recursos: un vehículo con todas las especificidades de funcionamiento para su certificación y medios de protección como traje, casco, botas, etc., puede hacerlo.

Si bien no sobrepasan las 30 carreras realizadas dentro y fuera de la provincia dos escenarios sobresalen: la sede y Matanzas.

“En el mundo esta actividad se realiza en picódromos pero aquí no tenemos. Usamos el aeropuerto viejo de Varadero y logramos acelerar en 300 metros. Nuestras motos alcanzan más de 300 km/h y con el fin de conseguir esa velocidad necesitamos un sitio idóneo. En Cienfuegos estuvimos primero en la “calle ancha” (Avenida 28) y luego en la circunvalación y carretera de Rancho Luna”.

Pero no son estos lugares el escenario ideal. Las limitaciones con la seguridad del público, que resiste al sol las exhibiciones y viola las mallas y medio delimitadores puede poner en peligro la vida de los conductores, la suya propia y del espectáculo.

“Esa es una de las mayores preocupaciones, porque aunque tenemos el apoyo de la PNR a veces es difícil controlar a las personas. Los funcionarios de la provincia se han sensibilizado con el proyecto y están en la disposición de ayudarnos a construir un picódromo profesional para los años próximos.

“De conjunto con Planificación Física buscamos un sitio donde podamos tener una carretera en línea recta de al menos 1 km y tres vías, cerca estable, y una casa club tipo ranchón alejado de la pista y destinada a la exposición de la actividad: equipos, fotos, videos y otros”.

Sin embargo, no bastan con tener un escenario con “todas las de la ley” como diríamos en buen cubano. También es preciso el apoyo de otras instituciones, hasta el momento, en franca compañía al proyecto.

“Son muchas las medidas de seguridad: personal de salud listo ante cualquier eventualidad, los órganos de control de la policía y la seguridad vial, disciplina por parte de conductores y espectadores con el propósito de evitar el consumo de bebidas alcohólicas, etc.”

Cuenta Alexander cómo cuando realizaron la primera carrera en Cienfuegos a algunos les llamó tanto la atención que vendieron sus carros y otras propiedades para hacerse de uno de estos vehículos de dos ruedas. A muchos incluso, este pasatiempo les ha costado los ahorros de su vida y aún les cuesta.

“Varias personas se han hecho de motos japonesas de velocidad. No había ninguna en 2014 y solo en Cienfuegos ya son 8. Son vehículos muy caros. Es un hobby muy caro. Los pilotos lo ponen todo: combustible, trajes, el motor, y casi todo se trae del extranjero.

“En Cuba teníamos de las marcas Honda, Yamaha, Kawasaki y Suzuki que trajeron las personas en los años 80, pero por déficit de piezas se tiraron a un rincón. Con las posibilidades de viajes, traen los aditamentos de diversos países y se actualizan.

“Le mantienen en cárter y el cuadro, pero modernizan las gomas, pistones, carenados y se adapta el sistema de carburación a inyección electrónica. Así se logra una buena moto de velocidad”.

Para quienes no estamos familiarizados con esos términos de mecánica pueden sonar raros, pero aquellos entendidos de motores de 1000, 750 y 600 centímetros cúbicos saben cuán impresionantes son los de estas características.

A todos, conocedores o no, nos basta con el sonido estridente de una moto cuando acelera, con la velocidad con que desaparece ante nuestros ojos, con saber que cada carrera es una escena de la película Rápido y furioso: ficticio en La Habana, real en Cienfuegos. Los veremos otra vez, en la apertura del verano.

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Glenda Boza Ibarra

Periodista. Graduada en 2011 en la Universidad de Camagüey.

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